martes, 13 de agosto de 2013

Meditación sobre tres peligros que se encuentran en el mundo.

I. Las máximas del mundo son tan contrarias a las de Jesucristo, que no hay que asombrarse de ver en él al vicio honrado y a la virtud despreciada. Dice Jesucristo que hay que despreciar las riquezas, el mundo pretende que hay que valerse de todo para adquirirlas; recomienda el Salvador que se perdone a los enemigos, el mundo declara que un hombre que se precie de serlo no debe sufrir una afrenta sin vengarse: como si no fuese honorable obedecer a Jesucristo e imitarle. Considera una por una las máximas del mundo, y verás que son el polo opuesto de las máximas de Jesucristo.
II. A máximas peligrosas, une el mundo malos ejemplos. En el mundo, cada uno busca los placeres, los honores, la fortuna; pocos piensan seriamente en su salvación. En el mundo, exhíbese el vicio sin embozo y sin vergüenza, mientras que la virtud se esconde para escapar de las burlas y del odio de los malvados. Quien no imita a los malvados, los ofende (San Cipriano).
III. En fin, en el mundo, no se obedece ni a la razón ni al Evangelio, no se sigue sino la costumbre cobarde; ésta es la que glorifica al vicio y denigra a la virtud. Cuídate de estos tres peligros, y regula tu vida según el Evangelio y no según los usos del mundo, donde los buenos son tan raros y los malos tan numerosos. Excepto algunos cristianos que huyen del mal, ¿qué es el resto de los hombres, sino la sentina de los vicios? (Salviano).

Santos Hipólito y Casiano

Mártires
No queráis amar al mundo, ni las cosas mundanas.
Si alguno ama al mundo, no habita en él la caridad del Padre.
(1 Juan 2, 15)
San Hipólito, presbítero de la Iglesia romana, a principios del siglo III, era ilustre por su ciencia y por su resistencia a la herejía. Fue desterrado a Cerdeña, con el Papa San Ponciano., durante la persecución de Maximino, y allí murió mártir del clima malsano, hacia el año 238.
San Casiano, maestro de escuela, el mismo día sufrió el más cruel suplicio. Le ataron las manos detrás del cuerpo y lo entregaron a los niños, a quienes enseñaba, para que lo mataran a estiletazo. Tanto o más prolongado fue su suplicio cuanto menos fuerza tenían sus verdugos, y más gloriosa fue así su victoria.
La devoción.
Orad por los que se consagran a la enseñanza.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad de vuestros bienaventurados mártires Hipólito y Casiano aumente en nosotros la devoción y el amor de la salvación. Por J. C. N. S.

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