Quédate con nosotros, porque se hace noche.
Quédate también con nosotros, Señor, porque sin Ti todo es oscuridad y nuestra vida carece de sentido. Sin Ti, andamos desorientados y perdidos. Y contigo todo tiene un sentido nuevo: hasta la misma muerte es otra realidad radicalmente diferente.Mane nobiscum, quoniam advesperascit et inclinata est iam dies. Quédate con nosotros porque ya está anocheciendo y va a caer el día.
Quédate, Señor, con nosotros…, recuérdanos siempre las cosas esenciales de nuestra existencia--- ayúdanos a hacer fieles y a saber escuchar con atención el consejo sabio de aquellas personas en las que Tú haces presente en nuestro continuo caminar hacia Ti. Danos la humildad de dejarnos ayudar.
“Quédate con nosotros, porque ha oscurecido…” Fue eficaz la oración de Cleofás y su compañero.
“¡Qué pena, si tú y yo no supiéramos detener a Jesús que pasa!, ¡qué dolor, si no le pedimos que se quede!”.
Porque El está dispuesto a quedarse. De hecho le tenemos muy cerca: en el sagrario más próximo, en cada confesión… Yo estaré con vosotros siempre (Mt), había prometido. ¡Gracias, Señor! ¡Qué distinto sería todo si Tú no te hubieras quedado!
Pero no olvidemos que el Señor se acerca de muchas otras maneras a nuestra vida: en los más necesitados, en ese amigo que precisa una palabra de aliento, en esas mociones de la gracia que nos impulsan a ser más generosos… ¡No le dejemos pasar!
(Pbro. Francisco Fernández-Carvajal).
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