La denominación de Iglesia católica, ya se encuentra en la carta que San Ignacio Mártir, obispo de Antioquia (+ 107) escribió a los fieles de Ermirna, y en varios otros escritos del 1º y 2º siglo del cristianismo.
Jesucristo Nuestro Señor fundó una sola Iglesia, del mismo modo que no enseñó más que una sola fe, ni instituyó más que una sola cabeza suprema.
La Iglesia de Jesucristo es visible. Jesucristo compara su Iglesia con una ciudad edificada sobre una montaña, que en todas partes se descubre con facilidad (S. Mateo V. 14).
Lo invisible en la Iglesia es la vida interior de la gracia, que con las dichas partes visibles guarda la misma relación que el alma con el cuerpo; por lo que también se llama el alma de la Iglesia.
Ya en el 2º Concilio ecuménico decía el año 381: “Creo que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica”.
La verdadera Iglesia de Jesucristo debe tener estas notas.
Jesucristo dijo:
1º “Todo reino dividido en partidos contrarios quedará destruido” (S. Lucas XI, 17).
2º “Santifícalos en la verdad” (S. Juan XVII, 17). San Pablo añade: “Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1ª. Tesal. IV, 3).
3º “Id, pues, e instruid a todas las naciones…y estad ciertos de que yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos” (S. Mateo XXVIII, 19 y 20).
4º “Como mi Padre me envió, así os envío también a vosotros” (S. Juan XX, 21).
La Iglesia Católica se llama también romana porque reconoce al Pontífice de Roma por legítimo Jefe y Vicario de Jesucristo.
Contra la santidad de la Iglesia no pueden alegarse los abusos y defectos de algunos particulares, porque no nacen de su doctrina u organización, ni jamás han sido autorizados ni aprobados por ella. Nuestro Señor mismo comparó a su Iglesia con un campo en que crecen juntos el trigo y la cizaña, y con una red que contiene peces buenos y malos (S. Mateo XIII, 24 y sigs., y 47 y sigs.).
(Compendio de la Doctrina Cristiana, 1939).
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