viernes, 5 de marzo de 2010

Acerca de la Cruz, V.

Impresiona mucho comprobar que los santos han tenido no sólo tolerancia o resignación ante la cruz, sino que la han amado fervorosamente. Han amado la cruz de Cristo y también las diversas formas como esa cruz se ha hecho presente en sus vidas. Recordemos unas breves palabras de S. Teresa de los Andes con respecto a la cruz:
-“Me dijo –nuestro Señor- que me uniera a él crucificado, que me quería ver crucificada” (Diario, junio 9 de 1917).
-“Me abandono a lo que Jesús quiera. Me he ofrecido a él como víctima. Quiero ser crucificada. Hoy me dijo Jesús que sufriera, que El me hacía sufrir porque me amaba. Que me olvidara de mí misma. Que cumpliera con mi deber. Gracias a esos consejos y a su gracia, he sido mejor. Jesús mío, te amo. Soy toda tuya. Me entrego por entero a tu divina voluntad. Jesús, dame la cruz, pero dame fortaleza para llevarla. No importa que me des el abandono del Calvario como el gozo de Nazareth… dame la Cruz. Quiero sufrir por ti, pero enséñame a sufrir amando, con alegría, con humildad” (Diario, octubre 17 de 1917).
-“Estoy enferma. No puedo comer nada. Ayuno. Estoy feliz. ¡Qué bueno es mi Jesús, que me da su cruz! Soy feliz. Así le demuestro mi amor… Jesús, te doy gracias por la cruz. Cárgala más, pero dame fuerza, amor. Sé que soy indigna de sufrir, Jesús, contigo. Perdóname mis ingratitudes. Apiádate de los pecadores. Santifica a los sacerdotes” (Diario, noviembre 2 de 1917).
-“Mi alma desea la cruz porque en ella está Jesús” (Diario, 1 de enero de 1919).
-“Sí, ser esposa de Cristo es ser crucificada, pues así como los esposos comparten las alegrías y las penas, las riquezas y las pobrezas, así también la que es esposa del crucificado, ¿no debe ser crucificada por el mundo?” (Carta a una amiga, de febrero de 1919).
-“Mucho ruego por usted. No necesito decírselo. ¿Ha tenido muchas contrariedades con mi venida? Ojalá que no las tenga: aunque no sé si deseárselas, porque la cruz es un tesoro” (Carta a su madre del 13 de mayo de 1919).
-“La única joya de nuestra celda, es una gran cruz y una corona de espinas” (Carta a Carmen de Castro, mayo de 1919).
-“Cuando sufra, mire a Jesús. La está amando con ternura, pues le está participando su cruz, de aquella cruz que llevó en su Corazón divinísimo desde Belén hasta el Calvario” (Carta a su madre, 2 de agosto de 1919).
-“La carmelita es una crucificada” (Carta a una amiga, octubre de 1919).
La “sabiduría” humana puede hacer un “análisis” de estas palabras, y encontrarles muchos reparos y explicaciones puramente terrenales. Quien las lee a la luz de la fe, de la fe que toma en serio las palabras de Jesús y la doctrina de San Pablo, sabe que estas “locuras” y “desatinos” son…, ¡sabiduría de Dios!
Cardenal Jorge Medina Estévez.

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