domingo, 13 de febrero de 2011

Sexto Domingo después de Epifanía.

Con este domingo se cierra el Ciclo de Navidad. Empezó con la visión de un Niño, al parecer impotente, y termina con el anuncio de la gran Iglesia Católica, centro religioso y cultural hacia el cual convergen, veintiún siglos ha, todas las preocupaciones de los pueblos y de los individuos, tanto si son amigos como si son adversarios. Ha crecido y sigue creciendo a semejanza de una semilla, con una fuerza íntima, vital, irresistible. No hay familia, ni estado, ni organización en el mundo que sea tan viejo como ella ni que tenga su prodigiosa juventud. Es árbol que se levanta hasta el cielo y que extiende sus raíces por toda la redondez de la tierra. Gracias a esa iglesia, gracias a la continua y pujante fermentación de su espiritual levadura, en veintiún siglos todo ha cambiado en el mundo: el individuo, la familia, la sociedad, la política, la economía, las costumbres, el arte, el derecho, la filosofía. Necesitaríamos vaciar toda la sangre de nuestras venas, para arrancar por completo de nosotros esa savia cristiana. Lo único que va quedando en las sociedades modernas es esa generosa levadura evangélica, que apenas se advierte, si se quiere, pero que al soplo vivificante del Divino Espíritu, irá perpetuando el milagro de la renovación.
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Continuación del Santo Evangelio según San Juan (XIII,31-35).
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En aquel tiempo dijo Jesús a las turbas esta parábola: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que toma un hombre y lo siembra en su campo. El cual grano es ciertamente la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es mayor que todas las legumbres, y se hace árbol, de modo que los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas. Les dijo esta otra parábola: El reino de los cielos es semejante al fermento que toma una mujer y lo esconde en tres celemines de harina, hasta que la hace fermentar toda. Todo esto se lo dijo Jesús a las turbas en parábolas; y no les hablaba sin parábolas para que se cumpliera lo dicho por el Profeta; Abriré mi boca en parábolas, diré cosas ocultas desde la creación del mundo.

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