jueves, 10 de febrero de 2011

Padres de la Iglesia (VII)

Cristo, el Ungido, hace ungidos, es decir, consagrados, a los fieles, Beda el Venerable, Omelie sul Vangelo.
“Hemos encontrado al Mesías, que quiere decir “Cristo”. Mesías es lo mismo que Cristo: se dice Mesías en hebreo y en griego se dice Cristo, que en latín significa Ungido. Por eso el término griego “crisma” se dice en latín “unción”. El Señor es llamado Cristo, es decir, Ungido, porque, como dice Pedro: “El Señor lo ha ungido con Espíritu Santo y poder” (Hch 10, 38). Por este motivo también el salmista canta su alabanza: “Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría por encima de tus compañeros” (Sal 44, 8). Nos llama a nosotros “sus compañeros” porque en el bautismo nosotros somos ungidos también con el crisma visible para recibir la gracia del Espíritu Santo y somos llamados cristianos por el nombre de Cristo. Pero ha sido ungido más que los compañeros aquel a quien, como testimonia Juan Bautista: “Dios no le ha dado el Espíritu según medida”, sino que “en sus manos lo ha puesto todo” (Jn 3, 34.35). En efecto, de los que participan de la misma unión dice el Apóstol: “A cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia según la medida querida por el beneplácito de Cristo” (Ef 4, 7). Y en la Ley eran llamados cristianos los sacerdotes y el rey como prefiguración del verdadero Rey y Pontífice, nuestro Señor y Salvador, y para prefigurarlos eran ungidos también con óleo material. Pero no sólo los de entonces, sino que también los cristianos de nuestro tiempo, así como son llamados cristianos por el nombre de Cristo, así también por la unción del santo crisma, es decir, por la gracia del Espíritu por la que son consagrados, con razón son llamados cristianos, según el testimonio del profeta que dice: “Has venido para salvar al pueblo, para salvar a tus cristos” (Hab 3, 13). Ha venido para salvar al pueblo y para salvar a sus cristos el que ha bajado del cielo y se ha encarnado por nosotros los hombres y por nuestra salvación, para ungirnos con la gracia espiritual, para curarnos de nuevo y hacernos partícipes de su santo nombre”.

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