viernes, 4 de febrero de 2011

Padres de la Iglesia (VI)

Cristo resucitado derrama el Espíritu Santo sobre los creyentes para que proclamen entre los pueblos las obras del Señor, Dídimo el Ciego, Lo Spirito Santo.
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“¿Cuál es, pues, la diestra de Dios que guió a Moisés sino el Señor y Salvador nuestro? El es la diestra del Padre, por medio del cual exalta y realiza prodigios, como se dice en otro pasaje de Dios: “Les procuró salvación su diestra y su santo brazo” (Sal 97 /98/, 1). Y también: “La diestra del Señor ha hecho prodigios, la diestra del Señor me ha exaltado: no moriré, viviré y narraré las obras del Señor (Sal 117 /118/, 16-17). Y ciertamente con el mismo pasaje se confirma con claridad que estas palabras son pronunciadas por la persona de Cristo-hombre, que el Unigénito Hijo de Dios se dignó asumir de la Virgen. En efecto, él es la diestra de Dios, como está escrito en los Hechos de los Apóstoles, porque ha nacido de la estirpe de David, según la carne, engendrado de la Virgen, cuando el Espíritu Santo descendió sobre ella y el poder del Altísimo la cubrió con su sombra.
Acerca de él profetizó David, inspirado por el Espíritu, que después de resucitar de entre los muertos sería elevado al cielo y ensalzado a la diestra de Dios. Así está escrito en aquel texto: el mismo David, “previendo esto, habló de la resurrección de Cristo, diciendo que no fue abandonado en los infiernos ni su carne vio la corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios y de esto somos testigos todos nosotros. Elevado a la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo que había prometido, ha derramado este (don sobre nosotros) como veis y oís. En efecto, David no subió al cielo” (Hch 2, 31-34). Nadie duda de que el que ha sido exaltado a la diestra de Dios, resucitado de los infiernos, es el Señor Jesús, como él mismo ha confirmado con las palabras de la Escritura. De hecho, el mismo que ha resucitado de entre los muertos dice: “Me he acostado y dormido; me he despertado, porque el Señor me ha resucitado” (Sal 3, 6).
Por tanto, la palabra de Dios declara explícitamente que el mismo que ha sido elevado al cielo ha sido ensalzado a la diestra de Dios, de la que hemos hablado anteriormente, ha recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo y la ha derramado sobre los creyentes para que proclamasen en las lenguas de todos los pueblos las grandes obras de Dios. En efecto, el Cristo-hombre recibió la comunicación del Espíritu Santo, como está escrito en los Evangelios: “Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán” (Lc 4, 1) y en otro pasaje: “Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu Santo” (Lc 4, 14)”.

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