sábado, 28 de agosto de 2010

Visitas al Santísimo Sacramento, XIX.

Oh Jesús, dame a conocer lo que vale mi alma, para que me devore el ceo que a ti te devoraba:
-Salvar un alma es hacer una reina de una esclava.
-Salvar un alma es sacar un alma del infierno y subirla a las celestiales moradas.
-Salvar un alma es sacarle a Cristo un clavo, curarle una llaga.
-Salvar un alma es sustituir en la corona de Cristo una espina por una perla preciada.
-Salvar un alma es recoger una gota de sangre de Cristo, de otra manera despreciada.
-Salvar un alma es conquistar también el cielo para el que la salva. “El que salva un alma, la suya salva”.

Oh Jesús, varón de dolores, enséñame a sufrir y amar el dolor:
-Enséñame que el dolor me aparta del pecado.
-Enséñame que el dolor me purifica y hace mejor.
-Enséñame que el dolor es fuente de merecimientos.
-Enséñame que el dolor es señal del divino amor.
-Enséñame que el amor me asemeja a ti mismo.
-Enséñame que el dolor me despega de las criaturas, me empuja hacia el cielo y me une a Dios.

Oh Jesús paciente, hazme paciente en el padecer:
-Cuando tenga hambre y sed, que me acuerde de ti, que tuviste hambre en el desierto y en la cruz sed.
-Cuando esté cansado, que me acuerde de ti, que hubiste de sentarte fatigado junto al pozo de Siquem.
-Cuando no pueda dormir, que me acuerde de ti, que pasabas las noches en claro, y no tuviste una almohada para dormir.
-Cuando me reprendan, injurien y persigan, que me acuerde de ti, que fuiste reprendido con una bofetada, injuriado y perseguido hasta el fin.
-Cuando me desprecien y abandonen, que me acuerde de ti, que te viste solo y abandonado en medio de tantas angustias como hubiste de sufrir.
-Cuando esté enfermo, llagado o dolorido, que me acuerde de ti, que fuiste “Varón de dolores, sabedor de enfermedades”, sin tener parte alguna sana de los pies a la cabeza, y todo esto por mí.
(R.P. Saturnino Junquera, S.J.).

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