“21 DE JUNIO DE 1963: A estas horas los periódicos del mundo están lanzando a todos los rincones del mundo la más hermosa noticia que se podía imaginar: la Iglesia tiene un nuevo Papa, se llama Pablo VI, y hasta ayer se llamaba cardenal Montini. Detrás de esta noticia hay otra aún más bonita: todo sigue adelante, la Iglesia continúa su camino, es como si Juan XXIII no hubiera terminado de morir. Todo sigue…”
4 DE OCTUBRE: YA ESTÁ AQUÍ LA REFORMA LITÚRGICA
“Y mientras algunos se asustan de la polémica que nace, aquí tenemos ya los primeros frutos de la polémica del año pasado. Tras las heladas invernales viene la primavera con sus flores, el verano con sus frutos. Y los que creyeron que poco menos que se caía la Iglesia cuando los obispos discutían sobre si el latín sí o latín no, ahora verán el sereno fruto plasmado en la nueva redacción del esquema litúrgico que hoy se ha entregado “bajo secreto” a los obispos. Hablemos, pues de ello “bajo secreto”.
No se puede ignorar la carga irónica: algunos obispos no guardaron el secreto porque sabían que era trascendental el peso de la opinión pública para hacer valer triunfar sus postulados
Maravilla: se han impuesto el 90 por 100 de las ideas renovadoras. El esquema – que algunos encontraron lanzadísimo- no sólo no ha sido acolchado, sino que en muchos párrafos ha ganado en punta.
La Comisión Litúrgica que preside el cardenal español Larraona, ha trabajado a fondo, ha revisado miles y miles de enmiendas presentadas. Hoy ofrece ya el fruto con el nuevo texto del capítulo más difícil: el que se refiere a la misa. ¿Muchos cambios?”
1.-La lengua vulgar tiene las puertas abiertas en toda la parte de la misa en la que tiene intervención el pueblo. Y no se cierra la puerta para que las conferencias episcopales estudien si conviene también en las partes centrales de la misa.
Concedida la autoridad potestativa para ello a las Conferencia Episcopales era más que evidente que la lengua vulgar arrinconaría al latín.
2.-Adaptación y simplificación de la misa con un reestudio completo de todas las ceremonias para hacerlas más inteligibles, menos complicadas, más ordenadas.
“Reestudio completo de todas las ceremonias” es sinónimo de operación quirúrgica o de poda discrecional de la liturgia. Evidentemente a discreción de la Comisión.
3.-Crece en importancia la parte “catequética” de la misa: los fieles deben asistir a ella para oir misa entera. Y esta parte de lectura de textos evangélicos tendrá su complemento casi indispensable en la predicación de la palabra de Dios.
Procédase a una estadística sobre la caída en picado del “oir misa entera” de los fieles católicos en los últimos 50 años. Y a un estudio sobre la calidad homilética en la predicación. ¡Escalofriante!
4.-Aceptación de la comunión bajo las dos especies en la Iglesia Latina, si bien en ocasiones muy contadas, dadas las dificultadas prácticas que su distribución encierra.
¡Las ocasiones “muy contadas” son las que la comunión bajo las dos especies se distribuye con dignidad! ¡Y cuanto escándalo para los fieles! No quererlo ver es una postura suicida.
5.-Mucha mayor amplitud en lo que se refiere a la concelebración, dejando en manos de los obispos el decidir en qué casos debe permitirse.
¿En manos de los obispos? Pues siempre, en todo lugar y a toda hora. ¡Qué empobrecimiento especialmente en las comunidades monásticas y religiosas donde una misa concelebrada es la única celebración eucarística en todo el día. ¿Solución? Disminución de las misas y consecuentemente del horario de apertura de los templos y de la frecuencia de los fieles a la eucaristía, “fuente y cima de la vida cristiana” (LG 11)
“Todo esto aún no está aceptado, claro, sino propuesto al voto. Pero puede asegurarse que sus líneas generales son ya fruta madura”.
9 DE OCTUBRE: VOTACIONES QUE HACEN PENSAR
Al Concilio le llega la hora de empezar a votar. Y aquí es donde se ve la verdad.
El año pasado me decía un obispo:
-No deis demasiada importancia a cuanto se dice en el Aula: allí siempre hablan los más audaces o los más tozudos, los de los dos extremos. Lo importante es sabe qué piensan los que no hablan.
-¿Qué piensan los que no hablan, Excelencia?-le pregunté
-Los que no son extremistas suelen ser casi siempre moderadamente conservadores- me respondió.
Tenían por eso su intríngulis estas primeras votaciones litúrgicas. Si uno hace cálculos, según las intervenciones en el Aula, había un equilibrio de fuerzas. Si sobre un tema hablaban setenta Padres, treinta estaban a favor y treinta en contra. ¿Pero a cuántos representaban los treinta primeros y los treinta segundos? Hoy las cifras cantaron. Y cosas que hacen pensar. Ya ayer las primeras votaciones, sobre puntos no hirvientes, dijeron que la mayoría –casi la totalidad- no estaba precisamente en la línea “moderadamente conservadora”, sino en la moderadamente reformista. Pero las votaciones de hoy han gritado esto para todos los que no se pongan tapones en los oídos.
¡Qué lío cuando las discusiones sobre el latín en la liturgia! “Cada paso en que nos apartamos del latín nos acercamos a la herejía! Dijo un Padre el pasado año. “El latín es un factor esencial de la unidad de la Iglesia” dijo otro. “La participación activa de los fieles en la liturgia –añadió un tercero- no servirá más que para distraerles”. “Civis Romanus sum, civis christianus sum, lengua latina servetur” clamó retórico un cuarto. (“Soy ciudadano romano, soy ciudadano cristiano, manténgase la lengua latina”).
Hoy cuatro votaciones dieron paso a las lenguas modernas en diversas partes de la misa. Los votos afirmativos fueron 2.215, 2.212, 2.193 y 2.139. Los negativos oscilaron entre 44 y 67.
¿Y el tremendo debate sobre si permitir o no en algunas circunstancias la comunión bajo las dos especies? 2.131 favorables, 96 negativos.
“En el Concilio se debería votar más y discutir menos” me decía un amigo. Y tiene razón. Cuando 60 discuten y 30 hablan a favor y 30 en contra es posible que los 30 primeros se representen a sí mismos y los otros 30 a todos los demás. Porque los que no hablan no están precisamente dormidos. Como no lo está la Iglesia.”
Dormidos no, pero distraídos muchísimo. Y crédulos y víctimas de un afán indecible de novedades, aún más.
¡Qué hippie y happy estaba el Espiritu Santo en los 60!
Dom Gregori Maria
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