12 de Noviembre de 1962
“El Concilio está rematando el estudio del esquema de la liturgia. En las dos últimas sesiones se han puesto al tablero una serie de temas menores, pero interesantísimos. Les pasaremos revista rápidamente”
Y acto seguido los glosaremos.
1º Las mal llamadas “misas de vigilia” o anticipadas, del sábado por la tarde.
“El tema del día festivo, en primer lugar. Los Padres han subrayado la necesidad de volver a dar a este día el respeto que siempre debió rodearle. Algunos Padres comprobaron la gran utilidad que habían demostrado las misas vespertinas y no faltó la curiosa petición de que el tiempo de cumplimiento dominical se extendiera desde la tarde del sábado hasta la noche del domingo: muchos excursionistas salen ahora a la montaña en la tarde del sábado, para pasar el domingo lejos de la agitada vida de las ciudades ¿Por qué no podrían cumplir el deber de la misa antes de salir de excursión? Una propuesta más que el Concilio valorará en su día.”
Más allá del simpático tono bucólico en la referencia a esos “excursionistas que salen a la montaña para pasar el domingo lejos de la vida agitada de las ciudades”, es cierto que en aquel inicio de la década de los 60 la cultura del “fin de semana” se estaba extendiendo a un ritmo vertiginoso. Pero ya no se trataba aquí del “week end” inglés, entendido como el sábado, jornada dedicada al deporte y a los amigos, y el domingo, día del descanso, el culto y la familia. Los automóviles utilitarios, las segundas residencias de fin de semana, la difusión del excursionismo y la cultura del ocio de ese periodo de prosperidad occidental (europeo y norteamericano) estaban mudando los biorritmos en los países occidentales. Por otra parte en la cultura cristiana el domingo se inicia con las vísperas del sábado por la tarde. Nada obstaba para extender el cumplimiento del precepto dominical a las misas “anticipadas” que en horario posmeridiano se celebrasen el sábado.
2º Modificaciones en Adviento y Cuaresma,
“Un segundo punto: la valoración de los tiempos de Adviento y Cuaresma. Es necesario acentuar más la importancia de estos dos tiempos dentro del año litúrgico y sería de desear que el Adviento fuese en el rito latín, más largo, como es, por ejemplo, en el rito ambrosiano. También convendrá reestudiar las formas de penitencia que acompañan a la cuaresma: no eliminándolas, ya que en este siglo del lujo y del "confort" son más necesarias que nunca ante la ola del materialismo, pero sí adaptándolas a las necesidades concretas del hombre actual, especialmente en lo referido a la abstinencia, más tradición medieval que verdadera mortificación para el hombre moderno.”
Al final la reforma litúrgica nos trajo, y según mi parecer de manera acertada , una mayor valoración del tiempo de Adviento: se universalizó el prefacio de Adviento que existía “pro aliquibus locis”, elaborando además una misa para cada feria de Adviento según el modelo cuaresmal. No se fue más allá de las 4 semanas adventicias del rito romano (como los ritos ambrosiano e hispano-mozárabe que celebran 6 semanas de Adviento) porque realmente “per se” no hubiera enriquecido el tiempo fuerte adventicio. En cuanto a la penitencia cuaresmal se refiere, encuentro muy acertado el espíritu y la letra de la Constitución Apostólica “Paenitemini” de 1966 de ese gran pontífice que fue Pablo VI.
3º Fecha fija para la Pascua.
“ Fueron muchos los Padres que pidieron un calendario litúrgico fijo, situando la Pascua todos los años en el primer domingo de abril. Esto facilitaría no solo la acción pastoral, sino también evitaría muchos problemas laborales de la comunidad civil.”
No progresó tal petición: en un concilio con marcada ambición ecuménica una innovación tal hubiera obstaculizado el camino de acercamiento especialmente con los ortodoxos.
4º Revisión del santoral.
“También se ha pedido que se revise el santoral. Se mantienen, por ejemplo, en el calendario muchos santos antiguos, hoy prácticamente desconocidos por la piedad de los fieles”
No es cierto que fuese ese el motivo, que en sí mismo no se sostiene: el desconocimiento general de alguna materia no se arregla eliminando esa materia sino haciéndola conocer de manera divulgativamente positiva. Lo realmente cierto es que la crítica histórica había llegado a la hagiografía y se examinaban de manera muy severa los documentos históricos que sostenían la permanencia de algunos santos (más o menos legendarios, afirmaban) en el calendario…
5ª Promoción del arte sagrado contemporáneo
“En materia de arte sagrado se recordó -lo dice así el comunicado oficial- que la Iglesia acepta todas las formas de arte, sin hacer suyo por eso ninguno de los estilos particulares que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos . La Iglesia tendrá por ello que luchar para dar a los artistas actuales la posibilidad de incorporar a sus obras la inspiración sagrada, que se funda en los cánones del arte auténtico y que es de todos los tiempos, aunque cambien las circunstancias y los gustos. El arte sagrado debe, además, encontrar su complemento en las tradiciones particulares de las diversas regiones .”
Lo cierto es que el experimento de los “artistas actuales” en incorporar a sus obras la inspiración sagrada, no ha aportado grandes resultados, salvo raras excepciones. Al contrario la mayoría de los templos contemporáneos han descartado los cánones del arte cristiano auténtico y se han convertido en ejercicios esnobs de la mayoría de arquitectos.
6º Nuevo impulso y renovación de la música sagrada.
“También el tema de la música ha sido objeto de atención de los Padres. Por un lado se ha elogiado la importancia del canto gregoriano que ha de ser salvado de su lenta sofocación, y por otro hay que favorecer también mucho el canto religioso en lengua vulgar dando también entrada a los cantos típicos y tradicionales propios de los países de misión. ”
La triste realidad acabó siendo bien diversa: la introducción, no de “cantos típicos y tradicionales de los países de misión”, sino de los parámetros de la música profana y de sus composiciones en las celebraciones, acabó sofocando y haciendo desaparecer el gregoriano hasta el punto de la extinción. Y lo mismo diríamos de la música orgánica. ¿Alguien conoce compositores modernos de piezas para órgano?
7º Pobreza y sencillez: un “culto más mitigado”.
“Pero quizá el tema que mayormente ha pesado en estos últimos debates ha sido el de la pobreza y sencillez en las imágenes y el culto. He aquí cómo resume este punto el informado comentarista de "La Croix":
"Muchos obispos, entre ellos monseñor Larraín, obispo de Talca, en Chile, y secretario del CELAM, y monseñor Gouyon, obispo de Bayona, han puesto el acento sobre el deber de una cierta pobreza en las celebraciones litúrgicas. ¿No es acaso la pobreza la nota particular de la Encarnación? Ciertamente, el culto debe ser bello. Pero no por el esplendor que confiere la riqueza, sino por el que da la verdad. Ahora bien: ¿qué es la verdad sino la revelación de la caridad de Dios? Un Dios que se despojó a sí mismo para revestir la naturaleza humana. Como ya se ha dicho, la apostasía de las masas se debe, en parte, a la incomprensión de los ritos litúrgicos y en parte al fasto exterior, que, si tiene fundamentos históricos, no entra en el gusto de nuestro tiempo. En nuestros días son tantos y tantos los que sólo conocen a la Iglesia por el cine, la televisión y las revistas ilustradas; es decir, por las ceremonias aparatosas. Y, mientras en otros tiempos la riqueza de los ornamentos y de los decorados atraía al pueblo, hoy es la pobreza evangélica lo que se estima y ama. Una forma demasiado brillante es, por tanto, un anti-testimonio, mientras que un culto más mitigado sería un testimonio y abriría las puertas a la unidad. "Que los obispos recuerden -ha añadido un Padre- que no son príncipes, sino pastores; no señores, sino servidores."
Según mi humilde parecer, creo que la línea inicial del planteamiento no es desacertada: insistir en la austeridad del culto si esto fuese volver a las raíces del culto estacional sin perder el esplendor y la belleza de las celebraciones. No olvidemos, como tantas veces he insistido, la necesidad que el hombre moderno tiene de acercarse a la verdad a través de la belleza. Si pues pobreza y sencillez implica la austera belleza del culto monástico, estoy plenamente de acuerdo. Pero dando por sentado que no esto no implica abominar del patrimonio renacentista y barroco que el arte ha dejado como fuerte huella impresa en la vida litúrgica de la Iglesia. Ahora bien, de ninguna manera es aceptable si eso conlleva conducir el culto hacia ese feísmo minimalista al que nos han acostumbrado en estos últimos 50 años de reforma litúrgica.
Por otra parte, la historia de la piedad litúrgica de los pueblos y de la antropología religiosa más actual, nos corrobora la afirmación según la cual son los más humildes entre los fieles los que más subrayan la necesidad de gozar de un espacio de esplendor y belleza, incluso de boato, que les trascienda y les eleve hacia un mundo sobrenatural al que puedan anhelar. Por todo ello, lo de la estima por la pobreza evangélica y el supuesto anti-testimonio de las “ceremonias aparatosas” es pura demagogia y manipulación de los ámbitos de pobreza. Dirigismo cultural occidental y sentimiento de superioridad europeo…
“ Y con esto, prácticamente, se cierran las sesiones litúrgicas. Todo da la impresión de que mañana se cerrará el estudio de este esquema”
Dom Gregori Maria
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