domingo, 1 de julio de 2012

Fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.


ORACION
Omnipotente y sempiterno Dios, que constituíste a tu unigénito Hijo Redentor del género humano, y quisiste aplacarte con su sangre: rogámoste nos concedas de tal modo venerar con solemne culto el precio de nuestra salvación, y por su virtud ser preservados en la tierra de los males de la vida presente, que gocemos para siempre de su fruto en el cielo. Por N. S. J. C.
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Al recordar la escena del Calvario, con la lanzada que atravesó el costado del Crucificado, la Iglesia trae a la memoria la sangre derramada de Cristo como signo del precio de nuestra salvación y del alcance infinito de su sacrificio.
Esta extraordinaria importancia de la Sangre redentora ha hecho que su memoria tenga un lugar central y esencial en la celebración del misterio del culto, ante todo en el centro mismo de la asamblea eucarística, en la que la Iglesia eleva a Dios Padre, en acción de gracias, el “cáliz de la bendición” (1 Cor. 10,16) y lo ofrece a los fieles como sacramento de verdadera y real “comunión con la sangre de Cristo”. El hecho de que no hubiera una fiesta propia de la Sangre de Cristo se debió a que primitivamente sólo se celebraban aniversarios o conmemoraciones de los acontecimientos salvíficos.
De una manera especial en el año litúrgico la Iglesia conmemora el misterio de la Sangre de manera que la memoria cultual de la Sangre que nos ha rescatado (1 Pe. 1, 18) está presente en el Tiempo de Navidad, a propósito de la circuncisión, y en el Triduo pascual, especialmente el Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz. En la reforma del calendario de 1969 se revalorizó su memoria en la solemnidad del Corpus, que pasó a denominarse del Cuerpo y Sangre de Señor.
En algunos lugares y Calendarios se empezó a celebrar una fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo el 1 de Julio, recordando de una manera especial el título de Redentor. Se celebraba ya en algunos lugares de España en el siglo XVI. Los Misioneros de la Preciosa Sangre, fundados en 1815 por San Gaspar del Búfalo, la incluyeron en su calendario propio como un misterio unido esencialmente a la Memoria Passionis. El Beato Pío IX Mastai-Ferretti cuando volvió a Roma del destierro de Gaeta en 1849 extendió esta fiesta a toda la Iglesia Latina. San Pío X Sarto la fijó el 1 de julio, y Pío XI Ratti la elevó a primera clase.
El Beato Juan XXIII Roncalli, devoto de la sangre del Señor desde su infancia, escribió la carta apostólica Inde a primis del 30 de junio de 1959 para promover su culto, en la que invitaba a los fieles a meditar sobre el valor infinito de esa sangre. En el año 1960 dispuso introducir en las letanías de la Bendición eucarística la alabanza: Bendita sea su Preciosísima Sangre.
En 1969 fue suprimida del calendario general de la Iglesia Latina por considerarse su contenido ya incluido en la fiesta del Corpus y fue reducida en el Misal Romano a misa votiva.


Ramón de la Campa Carmona
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