Las ceremonias de la Misa son los actos externos, oraciones y lecturas prescritas por la Iglesia en el Santo Sacrificio a fin de que los fieles comprendan la grandeza de los Santos Misterios.
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Origen de las ceremonias de la Misa.
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Siendo los Apóstoles judíos, era natural que en un principio las ceremonias accidentales de la Misa se asemejaran a los ritos judíos. A ejemplo de los judíos que se reunían los sábados para la lectura de la Biblia, para oír la homilía o comentario de esta lectura, cantar salmos y recitar oraciones, los primeros cristianos se reunían los sábados, en la tarde primero, y después los domingos en la mañana, para leer el Antiguo Testamento, al que agregaron a su debido tiempo el Nuevo; a esta lectura seguía el comentario, canto de salmos y recitación de oraciones. A continuación se celebraba el Sacrificio Eucarístico, representación y conmemoración del Sacrificio de la Cruz.
En su origen la Santa Misa estaba precedida de los ágapes, o sea, de un banquete común, para recordar la última Cena. Este banquete de unión fraterna, por graves inconvenientes, sólo duró un siglo más o menos.
La Santa Misa se celebraba en la tarde, hora en que el Señor instituyó el Santísimo Sacramento, pero pronto comenzó a celebrarse en la mañana. El año 111, Plinio el Joven, legado en Bitinia, escribía al emperador Trajano que “los cristianos se reunían, en ciertos días determinados, antes de la salida del sol, para cantar entre ellos alternativamente himnos a Cristo”.
Estos días eran el domingo, día del Señor, y los días miércoles y viernes días de ayuno para los cristianos.
La Liturgia de la Misa es obra de los nueve primeros siglos: su parte esencial es la Consagración, efectuada con las palabras mismas del Señor en la última Cena: todo, las ceremonias, oraciones y enseñanzas de la Misa, que son obra de los Romanos Pontífices y de los más grandes escritores del cristianismo naciente, giran alrededor de la gran Acción o Consagración.
En su origen la Santa Misa estaba precedida de los ágapes, o sea, de un banquete común, para recordar la última Cena. Este banquete de unión fraterna, por graves inconvenientes, sólo duró un siglo más o menos.
La Santa Misa se celebraba en la tarde, hora en que el Señor instituyó el Santísimo Sacramento, pero pronto comenzó a celebrarse en la mañana. El año 111, Plinio el Joven, legado en Bitinia, escribía al emperador Trajano que “los cristianos se reunían, en ciertos días determinados, antes de la salida del sol, para cantar entre ellos alternativamente himnos a Cristo”.
Estos días eran el domingo, día del Señor, y los días miércoles y viernes días de ayuno para los cristianos.
La Liturgia de la Misa es obra de los nueve primeros siglos: su parte esencial es la Consagración, efectuada con las palabras mismas del Señor en la última Cena: todo, las ceremonias, oraciones y enseñanzas de la Misa, que son obra de los Romanos Pontífices y de los más grandes escritores del cristianismo naciente, giran alrededor de la gran Acción o Consagración.
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