La ceremonia del Lavabo, ahora, es meramente simbólica y tradicional: expresa la pureza que ha de tener el sacerdote para ofrecer el Santo Sacrificio. Cuando el celebrante se lava los extremos de los dedos pulgar e índice, con los que ha de tomar la sagrada hostia, recita la parte del Salmo 25 que comienza con las palabras: Lavabo inter inocentes manus meas: Lavaré mis manos con los que viven en la inocencia…
Este lavabo fue necesario en los primeros siglos, porque el celebrante, al despedir a los catecúmenos, les imponía las manos sobre la cabeza, y después debía recibir las ofrendas e incensar el altar.
*
Este lavabo fue necesario en los primeros siglos, porque el celebrante, al despedir a los catecúmenos, les imponía las manos sobre la cabeza, y después debía recibir las ofrendas e incensar el altar.
*
El orate fratres.
*
*
Después del Lavabo el sacerdote vuelve al medio del altar, se inclina y ruega a la Santísima Trinidad, a quien se ofrece el Sacrificio, que se digne aceptar esa oblación que todos ofrecen en memoria de la Pasión, Resurrección y Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo; en honor de la Santísima Virgen, de San Juan Bautista, y de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo y de todos los Santos, a fin de que sea en honor de ellos y para salud de los vivos, y para que los Santos rueguen en el cielo por los que los honran en la tierra.
Besa el altar y se vuelve al pueblo diciendo: Orad hermanos para que el sacrificio mío y vuestro sea aceptable ante Dios Padre Omnipotente; y los fieles, por medio del subdiácono en las misas solemnes, y del acólito en las rezadas, responden: Reciba el Señor el sacrificio de tus manos para alabanza y gloria de su nombre, para utilidad nuestra y de toda su santa Iglesia. El celebrante, dice en voz alta sólo las dos primeras palabras. El Orate fratres es del siglo XI, y la respuesta del siglo XIII. En la Misa de Presantificados, el pueblo no responde al Orate fratres, porque en la antigua liturgia el pueblo no respondía.
*
Besa el altar y se vuelve al pueblo diciendo: Orad hermanos para que el sacrificio mío y vuestro sea aceptable ante Dios Padre Omnipotente; y los fieles, por medio del subdiácono en las misas solemnes, y del acólito en las rezadas, responden: Reciba el Señor el sacrificio de tus manos para alabanza y gloria de su nombre, para utilidad nuestra y de toda su santa Iglesia. El celebrante, dice en voz alta sólo las dos primeras palabras. El Orate fratres es del siglo XI, y la respuesta del siglo XIII. En la Misa de Presantificados, el pueblo no responde al Orate fratres, porque en la antigua liturgia el pueblo no respondía.
*
La secreta.
*
*
El sacerdote sin decir oremos, pues ya invitó a orar con el Orate fratres, dice la oración u oraciones secretas, que son iguales en número a las oraciones colectas. Antiguamente se llamaba la Secreta: Oratio, super oblata post secreta: Oración sobre las ofrendas después de la separación (secreta es participio del verbo latino secérnere, separar), y se decía inmediatamente después de que habían sido separados de la iglesia los catecúmenos, y después de que las ofrendas de pan y vino que habían de consagrarse habían sido separadas de las demás ofrendas que no se consagrarían. El celebrante ruega a Dios en la Secreta que se digne recibir esas ofrendas y pide en cambio gracias especiales y particulares, en conformidad a la fiesta que se celebra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario