El celebrante invita a los fieles: Oremos, les dice, antes de comenzar la colecta. Antes, el diácono agregaba inmediatamente: Flectamus genua: Arrodillémonos. Los fieles, de rodillas, oraban privadamente, hasta que el subdiácono decía: Levate: Levantaos. En ciertas misas se conserva esta tradición, pero sin dejar tiempo a la oración privada entre el Flectamus genua y el Levate.
Esta plegaria se llama oración, bendición o colecta. Se le llama bendición, porque el celebrante pide al Señor se digne bendecir a los asistentes; colecta, porque se hace a favor de todos los fieles reunidos (collecti), y porque el sacerdote resumía en esta oración las preces, votos y súplicas del pueblo cristiano (collecta).
En esta oración o colecta se expresa la virtud principal del santo que se celebra y se pide gracias para imitarlo, o se hace mención del Misterio celebrado y se imploran gracias para que nos aproveche el Misterio que se conmemora. Es la oración que expresa el espíritu litúrgico de la fiesta. Ordinariamente la Colecta consta de tres partes: alabanza o exposición del misterio, petición y obsecración: “Oh Dios, que iluminaste en este día los corazones de los fieles con las luces del Espíritu Santo (exposición del misterio); concédenos que, animados de este mismo Espíritu, gustemos de lo que es recto, y nos gocemos con su consuelo celestial (petición). Por Cristo Nuestro Señor (obsecración)”. La mayoría de las colectas se dirigen al Padre; las restantes, por el Misterio celebrado, se dirigen al Hijo.
El celebrante la reza o canta con los brazos extendidos, en memoria de los primeros cristianos, que oraban así. Al final de la colecta el pueblo responde: Amén.
En un comienzo la Colecta, como la Secreta y la Postcomunion, eran oraciones improvisadas por el celebrante; luego se coleccionaron las mejores y el celebrante podía escoger entre las varias colectas catalogadas para una misma fiesta. San Gregorio Magno distribuyó las oraciones más o menos como se encuentran actualmente en el Misal.
La Colecta es un modelo de oración por su precisión, sobriedad y belleza religiosa. Cada una de estas oraciones nos proporcionan un abundante material de meditación.
Esta plegaria se llama oración, bendición o colecta. Se le llama bendición, porque el celebrante pide al Señor se digne bendecir a los asistentes; colecta, porque se hace a favor de todos los fieles reunidos (collecti), y porque el sacerdote resumía en esta oración las preces, votos y súplicas del pueblo cristiano (collecta).
En esta oración o colecta se expresa la virtud principal del santo que se celebra y se pide gracias para imitarlo, o se hace mención del Misterio celebrado y se imploran gracias para que nos aproveche el Misterio que se conmemora. Es la oración que expresa el espíritu litúrgico de la fiesta. Ordinariamente la Colecta consta de tres partes: alabanza o exposición del misterio, petición y obsecración: “Oh Dios, que iluminaste en este día los corazones de los fieles con las luces del Espíritu Santo (exposición del misterio); concédenos que, animados de este mismo Espíritu, gustemos de lo que es recto, y nos gocemos con su consuelo celestial (petición). Por Cristo Nuestro Señor (obsecración)”. La mayoría de las colectas se dirigen al Padre; las restantes, por el Misterio celebrado, se dirigen al Hijo.
El celebrante la reza o canta con los brazos extendidos, en memoria de los primeros cristianos, que oraban así. Al final de la colecta el pueblo responde: Amén.
En un comienzo la Colecta, como la Secreta y la Postcomunion, eran oraciones improvisadas por el celebrante; luego se coleccionaron las mejores y el celebrante podía escoger entre las varias colectas catalogadas para una misma fiesta. San Gregorio Magno distribuyó las oraciones más o menos como se encuentran actualmente en el Misal.
La Colecta es un modelo de oración por su precisión, sobriedad y belleza religiosa. Cada una de estas oraciones nos proporcionan un abundante material de meditación.
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