viernes, 30 de julio de 2010

La Comunión.

La quinta parte comprende: la preparación a la Comunión y la Comunión.
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Preparación a la Comunión.
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Las oraciones que se rezan como preparación a la Comunión son: el Pater noster, el Libera nos, el Pax Domini, con la fracción de la Hostia, el Agnus Dei, la oración de la paz y las dos oraciones antes de la Comunión.
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El Pater noster.
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Dios ya se ha aplacado por el sacrificio ofrecido y se va a dar en la Santa Comunión. El sacerdote comienza a prepararse diciendo el Padrenuestro, la oración enseñada y mandada por Nuestro Señor Jesucristo, en la que se hace referencia también a la Santa Eucaristía. San Gregorio Magno ordenó que fuera precedida de un prólogo breve: Amonestaos con preceptos saludables e instruídos por la enseñanza divina, nos atrevemos a decir: Padre nuestro… ¡En verdad, este prólogo conviene a esta oración en la que llamamos Padre al Dios altísimo!
El Coro o el acólito en nombre de los fieles, dice al final: Mas líbranos del mal.
Hasta el siglo VI se decía el Padrenuestro inmediatamente antes de la Comunión. San Gregorio Magno ordenó recitarlo a continuación del Canon.
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El Libera nos.
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El Libera nos es una paráfrasis de las últimas palabras del Padrenuestro: Líbranos de todos los males pasados, presente y futuros. Luego por intercesión de María Santísima, de los Apóstoles Pedro y Pablo, y de Andrés y de todos los Santos, ruega a Dios que les dé propicio la paz, para que, ayudados de su misericordia, jamás sean esclavos del pecado.
El sacerdote toma la patena, se signa con ella y la besa, porque en ella se va a depositar el Cuerpo Sacrosanto del Señor. En las misas solemnes, el subdiácono, que la tenía desde el Ofertorio, la entrega al diácono quien la entrega al celebrante. Antiguamente se cantaba esta oración en el mismo tono que el Pater noster, como se ha conservado la costumbre de hacerlo el Viernes Santo en la Misa de Presantificados.
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La fracción del pan.
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La fracción del pan se hace en recuerdo de la fracción del pan que hizo Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena. Los discípulos de Emaús conocieron al Señor en la fracción del pan, expresión que se empleó primitivamente para designar la Santa Misa y Eucaristía.
El sacerdote divide la Hostia en tres partes, una de las cuales (la más pequeña) la toma con los dedos pulgar e índice de la mano derecha, hace tres cruces sobre el Cáliz, diciendo: La paz del Señor sea siempre con vosotros, y la echa la Cáliz diciendo: Esta mezcla y consagración del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, dé la vida eterna a nosotros que la recibimos.
Antiguamente se mezclaba con el Cáliz un fragmento de Hostia consagrada en la Misa anterior, queriendo significar así la unidad y perpetuidad del sacrificio. Este fragmento se llamaba Sancta y se presentaba al Pontífice para la adoración cuando llegaba al presbiterio, mientras se cantaba el Introito. El Papa enviaba un fragmento de la Hostia a los Obispos suburbicarios y a los sacerdotes de las iglesias de Roma: este fragmento, llamado fermentum, es el que debían echar en el Cáliz en este momento.
La fracción de la Hostia simboliza la muerte del Señor en la Cruz, y la mezcla del pan y del vino, su pronta Resurrección.

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