sábado, 29 de mayo de 2010

Los vasos sagrados.

El Cáliz.
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Es el vaso en que se consagra la Sangre del Señor. Su forma es muy variada, así como su simbolismo ornamental.
En un comienzo fueron los cálices de madera, vidrio o de diversos metales. Actualmente la copa ha de ser de oro o plata dorada. Hasta el siglo XIII, se usaron, además de los cálices para la comunión del celebrante y clero, los cálices ministeriales destinados a la comunión de los fieles y los cálices ofertorios que servían para recoger las ofrendas de vino de los fieles.
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La Patena.
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Es un platillo en el que coloca la Hostia consagrada durante la Misa: es de oro o plata dorada. El cáliz y la patena son consagrados por el Obispo.
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El Copón.
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Está destinado a guardar las Hostias consagradas para la comunión de los fieles; está cubierto con una tapa que remata en una cruz y un pabelloncito de seda, llamado conopeo, lo recubre.
El Portaviátivo es una cajita para llevar la comunión a los enfermos. Estos dos vasos sólo son bendecidos: pueden ser de oro, plata u otro metal fino.
Los copones antiguos o ciborios tenían forma de caja, de torre o de paloma. Estos copones o ciborios solían estar suspendidos del ciborio y siempre cubiertos con rica tela.
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El Viril.
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Es una pequeña caja de forma redonda, destinada a contener la Hostia que se expone en la custodia. En el interior tiene dos anillos de metal fino con el objeto de que la Hostia no toque los vidrios.
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La Custodia.
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Se usa en la exposición solemne del Santísimo Sacramento. La Hostia queda circundada por rayos de metal. La forma de sol recuerda que Jesús es el Sol de Justicia, cuya luz y rayos iluminan a los hombres.
Los simples fieles no pueden tocar directamente los vasos sagrados, a no ser que haya una causa razonable.

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