El amito es una vestidura blanca, de lino, que el sacerdote coloca primeramente en la cabeza y l baja en seguida al cuello y a las espaldas. En su origen sirvió para cubrir el escote de la garganta, pero ahora es un ornamento meramente simbólico que representa la corona de espinas. Su simbolismo se expresa en las palabras que el sacerdote pronuncia al colocárselo: “Coloca, Señor, sobre mi cabeza, el casco de la salud para que yo pueda rechazar los ataques del demonio”.
El alba es una larga túnica de lino blanco. Simboliza la inocencia y pureza de corazón que ha de llevar el sacerdote al celebrar los misterios eucarísticos: “Lava, Señor, y purifica mi alma, dice el sacerdote, a fin de que purificado en la Sangre del Cordero, merezca la alegría de la eterna felicidad”. El alba representa la túnica con que vistieron a Nuestro Señor en el palacio de Herodes, cuando se burlaron de su persona adorable.
El cíngulo es la cuerda que sostiene el alba en la cintura. Simboliza la continencia y la castidad: “Coloca, Señor, alrededor de mis riñones el cíngulo de la pureza, extingue en mi corazón el fuego devorador de la mala concupiscencia a fin de que permanezca en mí la virtud de la continencia y de la castidad”. Representa las ligaduras con que ataron al Señor durante su Pasión Santísima.
El manípulo, vestigio de la mappula, especie de toalla que llevaban los romanos en el brazo izquierdo en ciertas ceremonias, fue en su origen un pañuelo que el celebrante llevaba en el brazo izquierdo en las ceremonias litúrgicas para su uso personal. En el siglo IX encontramos ya el manípulo transformado en ornamento sagrado.
El simbolismo del manípulo se expresa en las palabras que el sacerdote pronuncia al revestirse: “Haz, Señor, que yo merezca llevar el manípulo de las lágrimas y del dolor, a fin de que yo reciba con alegría la recompensa de mis trabajos”. Figura las ataduras que los verdugos colocaron en las manos del Señor.
La estola era entre los romanos una vestidura de distinción y de dignidad. El sacerdote se coloca esta larga faja de seda en el cuello y la cruza sobre el pecho.
La estola indica la dignidad y el poder sacerdotal, por lo que debe usarse en la Santa Misa, en la administración de los Sacramentos, en las bendiciones, procesiones, etc.
La estola es el signo de la inocencia y de la inmortalidad: “Dame, Señor, la vestidura de la inmortalidad que he perdido por la prevaricación de mi primer padre, y aún cuando yo soy indigno de celebrar un misterio tan grande, haz que merezca la gloria eterna”.
La estola recuerda la soga que Nuestro Señor llevó al cuello por las calles de Jerusalén.
El alba es una larga túnica de lino blanco. Simboliza la inocencia y pureza de corazón que ha de llevar el sacerdote al celebrar los misterios eucarísticos: “Lava, Señor, y purifica mi alma, dice el sacerdote, a fin de que purificado en la Sangre del Cordero, merezca la alegría de la eterna felicidad”. El alba representa la túnica con que vistieron a Nuestro Señor en el palacio de Herodes, cuando se burlaron de su persona adorable.
El cíngulo es la cuerda que sostiene el alba en la cintura. Simboliza la continencia y la castidad: “Coloca, Señor, alrededor de mis riñones el cíngulo de la pureza, extingue en mi corazón el fuego devorador de la mala concupiscencia a fin de que permanezca en mí la virtud de la continencia y de la castidad”. Representa las ligaduras con que ataron al Señor durante su Pasión Santísima.
El manípulo, vestigio de la mappula, especie de toalla que llevaban los romanos en el brazo izquierdo en ciertas ceremonias, fue en su origen un pañuelo que el celebrante llevaba en el brazo izquierdo en las ceremonias litúrgicas para su uso personal. En el siglo IX encontramos ya el manípulo transformado en ornamento sagrado.
El simbolismo del manípulo se expresa en las palabras que el sacerdote pronuncia al revestirse: “Haz, Señor, que yo merezca llevar el manípulo de las lágrimas y del dolor, a fin de que yo reciba con alegría la recompensa de mis trabajos”. Figura las ataduras que los verdugos colocaron en las manos del Señor.
La estola era entre los romanos una vestidura de distinción y de dignidad. El sacerdote se coloca esta larga faja de seda en el cuello y la cruza sobre el pecho.
La estola indica la dignidad y el poder sacerdotal, por lo que debe usarse en la Santa Misa, en la administración de los Sacramentos, en las bendiciones, procesiones, etc.
La estola es el signo de la inocencia y de la inmortalidad: “Dame, Señor, la vestidura de la inmortalidad que he perdido por la prevaricación de mi primer padre, y aún cuando yo soy indigno de celebrar un misterio tan grande, haz que merezca la gloria eterna”.
La estola recuerda la soga que Nuestro Señor llevó al cuello por las calles de Jerusalén.
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