La luz representa a Cristo Nuestro Señor, que es la luz del mundo, la gloria de los Santos. El Sábado Santo la Iglesia bendice la luz sacándola del fuego, recientemente bendecido.
“¡La hermosa y simbólica luz! Nadie ha usado de ella tan profusa y sabiamente como la Liturgia católica: nadie la ha espiritualizado hasta el punto de hacer de Dios, de su gloria, de su Cristo, de su doctrina, de sus hijos, de la vida y destino de los cristianos, una misma cosa: Luz” (Gomá).
La Iglesia usa en sus ceremonias constantemente el fuego: lo bendice solemnemente el Sábado Santo, día en que se hace brotar el fuego del pedernal, que representa a Jesucristo, piedra angular. El fuego es el símbolo de la caridad divina para con los hombres y de la nuestra para con Dios.
El agua, símbolo de la purificación espiritual, es elemento muy importante en la Liturgia de la Iglesia: se la usa en la administración del Santo Bautismo y al vino que ha de consagrarse, se le mezcla una cantidad pequeña de agua.
Tres clases de agua se usan en la liturgia: agua bautismal, agua lustral y agua gregoriana.
El agua bautismal se consagra el Sábado Santo y la vigilia de Pentecostés; está mezclada con los santos Oleos.
El agua lustral es el agua conocida generalmente con el nombre de agua bendita; se la usa en las aspersiones comunes.
El agua gregoriana se compone de agua, sal, vino y ceniza y se usa únicamente en la consagración de iglesias.
El agua y el vino denotan las dos naturalezas unidas de Cristo; la sal, la celestial sabiduría; la ceniza, la memoria de la Pasión del Señor.
El aceite, símbolo de la gracia de Cristo, se usa en la administración de algunos sacramentos, en algunas consagraciones y como alimento de las lámparas. El Jueves Santo el Obispo consagra solemnemente en la Misa el Oleo de los Enfermos, el Oleo de los Catecúmenos y el Santo Crisma, que se usan como materia en la administración de algunos sacramentos, y para consagraciones y bendiciones de algunos objetos.
“¡La hermosa y simbólica luz! Nadie ha usado de ella tan profusa y sabiamente como la Liturgia católica: nadie la ha espiritualizado hasta el punto de hacer de Dios, de su gloria, de su Cristo, de su doctrina, de sus hijos, de la vida y destino de los cristianos, una misma cosa: Luz” (Gomá).
La Iglesia usa en sus ceremonias constantemente el fuego: lo bendice solemnemente el Sábado Santo, día en que se hace brotar el fuego del pedernal, que representa a Jesucristo, piedra angular. El fuego es el símbolo de la caridad divina para con los hombres y de la nuestra para con Dios.
El agua, símbolo de la purificación espiritual, es elemento muy importante en la Liturgia de la Iglesia: se la usa en la administración del Santo Bautismo y al vino que ha de consagrarse, se le mezcla una cantidad pequeña de agua.
Tres clases de agua se usan en la liturgia: agua bautismal, agua lustral y agua gregoriana.
El agua bautismal se consagra el Sábado Santo y la vigilia de Pentecostés; está mezclada con los santos Oleos.
El agua lustral es el agua conocida generalmente con el nombre de agua bendita; se la usa en las aspersiones comunes.
El agua gregoriana se compone de agua, sal, vino y ceniza y se usa únicamente en la consagración de iglesias.
El agua y el vino denotan las dos naturalezas unidas de Cristo; la sal, la celestial sabiduría; la ceniza, la memoria de la Pasión del Señor.
El aceite, símbolo de la gracia de Cristo, se usa en la administración de algunos sacramentos, en algunas consagraciones y como alimento de las lámparas. El Jueves Santo el Obispo consagra solemnemente en la Misa el Oleo de los Enfermos, el Oleo de los Catecúmenos y el Santo Crisma, que se usan como materia en la administración de algunos sacramentos, y para consagraciones y bendiciones de algunos objetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario