Santa Teresa de los Andes
El epistolario, a su vez, está conformado por un total de 164 cartas, de las cuales 118 son autógrafas de Teresa de Los Andes y el resto copias realizadas por su hermana Rebeca. Al igual que en el Diario, a través de las cartas, nos ha quedado "un autorretrato insustituible de su alma", y que en este significativo corpus epistolar -casi numeroso, teniendo en cuenta la brevedad de la vida de la santa, Juanita Fernández o Teresa de Los Andes pone en evidencia "su voluntad de hacer bien a otras personas".
Actualmente, en el contexto de una de las modalidades del análisis del discurso, se define a la carta como "una forma de interacción verbal". Dentro de este ámbito, los especialistas argumentan que la carta se puede definir como un discurso tanto desde el punto de vista macrosocial, como del micro social, ya que es un género de comunicación lingüística cuya existencia puede rastrearse hasta la Edad Antigua. La función de este género es la comunicación diferida en el tiempo y entre espacios distintos, comunicación que se realiza mediante textos escritos. Juanita tuvo diversos destinatarios de sus cartas a los que fue develando desde el acontecer más cotidiano hasta las más profundas experiencias espirituales; en las cartas se nos muestra como una mujer plena que, paulatinamente, va al encuentro de Dios; por ejemplo, en la carta del 22 de enero de 1919, escribe: "Ayer estaba desalentada, pero N. Señor me consoló diciéndome que me debía esforzar en dominar esa tristeza y desaliento, porque muchas veces me dominaría después ante las dificultades para ser una santa carmelita. Esto sólo bastó para alentarme y ponerme muy feliz con la voluntad de Dios. Gracias a El".
Desde el punto de vista espiritual lo que más llama la atención del lector en los escritos de Santa Teresa de Los Andes, es su manera de amar a Jesucristo. Escribe que "Jesucristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca". Efectivamente, en sus escritos Teresa de Jesús nos revela que Cristo se hizo dueño de su corazón para transformarla. El lenguaje mediante el cual explica este itinerario de su alma es similar al de los místicos, utilizando expresiones tales como "mi esposo", "mi consuelo", "mi todo", para referirse a su relación con Jesús, con el que sostiene un continuo diálogo de amor. En su Diario, el 30 de mayo de 1919, deja constancia de la experiencia de la unión mística en un estilo similar al de los místicos: "Dios se comunica a mi alma de una manera inefable en estos días en que estoy en el Cenáculo. Ya no es sensible el amor que siento, es mucho más interior. En la oración me sucede como nunca me había pasado: me quedo completamente penetrada de Dios. No puedo reflexionar sino como que me duermo en Dios. Así siento su grandeza y es tal el gozo que siento en el alma, como que es de Dios. Me parece que me encuentro penetrada toda de la divinidad". O cuando dice en una de las cartas dirigida a una amiga el 2 de octubre de 1919 que en el Carmelo "vivimos anegadas en El, en su atmósfera divina de paz y amor". Otro rasgo interesante que se desprende de los escritos de Teresa de Los Andes, es su carácter profético en relación consigo misma, puesto que en más de una oportunidad manifiesta su anhelo de ser santa y una santa carmelita. Así, anota en el Diario el 14 de agosto de 1917: "Creo que en el amor está la santidad. Quiero ser santa".En las páginas de los escritos de Teresa de Los Andes descubrimos que el Señor "ha invadido su vida, a quien ella se entregó, y en cuya intimidad vive constantemente". Hoy sabemos que dichos escritos cumplen una misión como escritos espirituales que entregan el camino de un alma enamorada de Cristo para bien y provecho de sus lectores.
Actualmente, en el contexto de una de las modalidades del análisis del discurso, se define a la carta como "una forma de interacción verbal". Dentro de este ámbito, los especialistas argumentan que la carta se puede definir como un discurso tanto desde el punto de vista macrosocial, como del micro social, ya que es un género de comunicación lingüística cuya existencia puede rastrearse hasta la Edad Antigua. La función de este género es la comunicación diferida en el tiempo y entre espacios distintos, comunicación que se realiza mediante textos escritos. Juanita tuvo diversos destinatarios de sus cartas a los que fue develando desde el acontecer más cotidiano hasta las más profundas experiencias espirituales; en las cartas se nos muestra como una mujer plena que, paulatinamente, va al encuentro de Dios; por ejemplo, en la carta del 22 de enero de 1919, escribe: "Ayer estaba desalentada, pero N. Señor me consoló diciéndome que me debía esforzar en dominar esa tristeza y desaliento, porque muchas veces me dominaría después ante las dificultades para ser una santa carmelita. Esto sólo bastó para alentarme y ponerme muy feliz con la voluntad de Dios. Gracias a El".
Desde el punto de vista espiritual lo que más llama la atención del lector en los escritos de Santa Teresa de Los Andes, es su manera de amar a Jesucristo. Escribe que "Jesucristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca". Efectivamente, en sus escritos Teresa de Jesús nos revela que Cristo se hizo dueño de su corazón para transformarla. El lenguaje mediante el cual explica este itinerario de su alma es similar al de los místicos, utilizando expresiones tales como "mi esposo", "mi consuelo", "mi todo", para referirse a su relación con Jesús, con el que sostiene un continuo diálogo de amor. En su Diario, el 30 de mayo de 1919, deja constancia de la experiencia de la unión mística en un estilo similar al de los místicos: "Dios se comunica a mi alma de una manera inefable en estos días en que estoy en el Cenáculo. Ya no es sensible el amor que siento, es mucho más interior. En la oración me sucede como nunca me había pasado: me quedo completamente penetrada de Dios. No puedo reflexionar sino como que me duermo en Dios. Así siento su grandeza y es tal el gozo que siento en el alma, como que es de Dios. Me parece que me encuentro penetrada toda de la divinidad". O cuando dice en una de las cartas dirigida a una amiga el 2 de octubre de 1919 que en el Carmelo "vivimos anegadas en El, en su atmósfera divina de paz y amor". Otro rasgo interesante que se desprende de los escritos de Teresa de Los Andes, es su carácter profético en relación consigo misma, puesto que en más de una oportunidad manifiesta su anhelo de ser santa y una santa carmelita. Así, anota en el Diario el 14 de agosto de 1917: "Creo que en el amor está la santidad. Quiero ser santa".En las páginas de los escritos de Teresa de Los Andes descubrimos que el Señor "ha invadido su vida, a quien ella se entregó, y en cuya intimidad vive constantemente". Hoy sabemos que dichos escritos cumplen una misión como escritos espirituales que entregan el camino de un alma enamorada de Cristo para bien y provecho de sus lectores.
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