viernes, 11 de marzo de 2011

Misa de San Pío V: Su riqueza litúrgica y su rehabilitación actual (IV).

5. LA LENGUA SAGRADA

Nuestro marco de referencia será la Constitución Apostólica “Veterum Sapientia”, del Papa Juan XXIII.
En dicho documento se hallan los argumentos fundamentales acerca de la cuestión que estamos tratando.
Y creemos que pueden reducirse a tres:
1. El latín fue la lengua hablada por el Imperio que Dios preparó para la venida de su Hijo.
2. La lengua forjada por los creadores de ese Imperio es una lengua digna de la Iglesia.
3. Es una lengua connatural a la Iglesia.

Por eso desarrollaremos a continuación tres items:
A)- La lengua del Imperio
B)- Cualidades del latín
C)- El latín, lengua católica

A)- LA LENGUA DEL IMPERIO

1. El Papa comienza estableciendo un postulado de teología de la historia: el Imperio romano fue querido por Dios como lugar y momento histórico para la Encarnación del Verbo. Es la “plenitud de los tiempos” de la que habla san Pablo, y los Padres de la Iglesia. Así por ej. San León Magno: “En efecto, convenía sobremanera a la obra dispuesta por la mano divina que muchos reinos fueran unidos en federación en un solo Imperio, de modo que la predicación universal pudiera así extenderse a los pueblos regidos por un solo gobierno”.

Conforme a ello, dice Juan XXIII que el latín “fue el aureo ropaje de la sabiduría misma”, que la iglesia acogió con veneración; “no sin especial providencia de Dios…, llegó a ser la lengua propia de la Sede Apostólica”; y luego “admirable instrumento para la propagación del cristianismo en Occidente”.

B)- CUALIDADES DEL LATÍN

1. El latín es una lengua que encierra ciertas nobles cualidades que la hacen digna de ser empleada por la Iglesia de Cristo.
Juan XXIII la llama “tesoro de valor incomparable”, y dice “tiene una conformación propia, noble y característica; un estilo conciso, variado, armonioso, lleno de majestad y de dignidad, que conviene de modo singular a la claridad y a la gravedad”.

C)- EL LATÍN, LENGUA CATÓLICA

1- Lengua UNIVERSAL

1. “Católico” quiere decir justamente universal. El Papa explica cómo siendo jefe de todas las iglesias del mundo, debe disponer de una lengua que le permita comunicarse con todas las regiones de su reino. Evidentemente no puede utilizar una lengua romance, con preferencia a las otras, porque es Padre común, no de un solo pueblo; y porque se necesita una lengua precisa, que sea punto de referencia para el conocimiento de los documentos emanados de la Santa Sede, sin posibilidad de desvirtuar el sentido de los textos.

Además esta lengua común permite que el culto sea el mismo en Europa que en América; en Asia que en Africa. En la época en que vivimos, en que tanta gente viaja, se hace evidente la ventaja inmensa que reporta a los fieles el que la Santa Misa se diga en la misma lengua en cualquier parte del mundo. Hoy en día un fiel que desconoce el idioma del país que visita no puede seguir la Misa (aun cuando hubiere unidad de rito en la Iglesia actual). En cambio, un fiel con su misal puede seguir fácilmente cada oración de la Misa, al tener frente a su vista el texto en la lengua de todos los pueblos (“católica”) y la de su propio pueblo.

2- Lengua INMUTABLE

1. “No tan sólo universal sino también immutable debe ser la lengua usada por la Iglesia. Porque si las verdades de la Iglesia Católica fueran encomendadas a algunas o a muchas de las mudables lenguas modernas…, acontecería que, varias como son, no a muchas sería manifiesto con suficiente precisión y claridad el sentido de tales verdades, y por otra parte, no habría ninguna lengua que sirviera de norma común y constante, sobre la cual tener que regular el exacto sentido de las demás lenguas. Pues bien, la lengua latina, ya desde hace siglos sustraída a las variaciones de significado que el uso cotidiano suele introducir en los vocablos, debe considerarse fija e invariable, ya que los nuevos significados de algunas palabras latinas, exigidos por el desarrollo, por la explicación y defensa de las verdades cristianas, han sido desde hace tiempo determinados en forma estable.” Y por eso el latín “es una puerta que pone en contacto directo con las verdades cristianas transmitidas por la tradición y con los documentos de la enseñanza de la Iglesia”, y “un vínculo eficacísimo que une en admirable e inalterable continuidad a la Iglesia de hoy con la de ayer y mañana”. (Veterum Sapientia)

2. Esta inmutabilidad del latín, es entonces un “antídoto eficaz contra toda corrupción de la pura doctrina” (Pío XII). Ello se hace evidente en esta época post-conciliar, en que se han empleado y se emplean traducciones inverosílimes en liturgia y Sagrada Escritura. Cuando no se trata de textos forjados por la mente febril de cualquier mercachifle de religión. Lo de “Traductor, traidor”, se aplica de una manera eminente cuando se trata de un lenguaje que busca expresar las realidades más sublimes.

3- Lengua NO POPULAR

1. Es decir, que la Iglesia no puede utilizar , especialmente en su culto, el lenguaje del “hombre de la calle”. Porque la Iglesia habla a Dios, y habla de Dios.
“En todas partes –dice la gran filóloga holandesa Christine Mohrmann- donde el hombre toca a las cosas divinas, su lenguaje se aleja del lenguaje corriente; su lenguaje es santificado, por decirlo de alguna manera, por el contacto con lo divino. Ahora bien, la concepción de que existe una lengua sagrada, una lengua divina, se encuentra en muchos pueblos”. Y luego de dar algunos ejemplos hace

CONCLUSIÓN

La mejor manera de comprender las riquezas y beneficios espirituales que encierra este rito venerable, es hacer la experiencia de celebrarlo durante un tiempo.
Veremos como nos ayuda a comprender las palabras de San Agustín:
“Yo me animo a decir que Dios, aun siendo omnipotente, más no pudo dar; siendo sapientísimo, no supo dar más; y siendo riquísimo, no tuvo más que dar” (Tract.84 in Joan.)

APÉNDICE

Declaraciones de Mons. Malcolm Ranjith,
Secretario de la Congregación del Culto Divino:
"Fe, obediencia y teología"

"El Motu Proprio Summorum Pontificum sobre la Liturgia Latina del 7 de julio del 2007 es fruto de una profunda reflexión de nuestro Papa sobre la misión de la Iglesia. No nos toca a nosotros, los que usamos la púrpura eclesiástica, cuestionar esto, desobedecer y anular el motu propio con nuestras pequeñas "reglitas". Ni siquiera si fueron hechas por Conferencias Episcopales. Ni siquiera los obispos tienen ese derecho. Lo que el Santo Padre dice debe ser obedecido en la Iglesia. Si no seguimos ese principio, estaremos permitiendo que nada más ni nada menos que el Demonio nos utilice como sus instrumentos. Esto conduciría a discordia en la Iglesia y entorpecería su misión. No tenemos tiempo que perder. De lo contrario estaríamos comportándonos como el emperador Nerón, tocando el violín mientras Roma arde. Las iglesias se están vaciando, no hay vocaciones, los seminarios están vacíos. Los sacerdotes envejecen y los curas jóvenes, escasean."

Subrayados nuestros.
Traducción de El Sacristan Serrano Blog
Fuente: Artículo reproducido por WDTPRS Blog

A kind reader sent me this fascinating excerpt from a talk given by His Excellency Most Rev. Malcolm Ranjith, Secretary of the Congregation for Divine Worship and Discipline of the Sacraments.

The talk was entitled “Faith, Obedience and Theology” and was delivered at the annual meeting of the Dutch Latin Liturgy Association (Vereniging voor Latijnse Liturgie) in ’s-Hertogenbosch (The Netherlands) on 6 October 2007. He gave the talk in English, but the person who sent it to me translated it from Dutch. So, it probably varies a little from the original English, which perhaps someone out there can dig up for us.

Cardenal Ratzinger: los devotos de la misa de San Pío V, tratados como leprosos.

"También es importante para la correcta concienciación en asuntos litúrgicos que concluya de una vez la proscripción de la liturgia válida hasta 1970. Quien hoy aboga por la perduración de esa liturgia o participa en ella es tratado como un leproso; aquí termina la tolerancia. A lo largo de la historia nunca ha habido nada igual, esto implica proscribir también todo el pasado de la Iglesia. Y de ser así, ¿cómo confiar en su presente? Francamente, yo tampoco entiendo por qué muchos de mis hermanos obispos se someten a esta exigencia de intolerancia que, sin ningún motivo razonable, se opone a la necesaria reconciliación interna de la Iglesia".

(Joseph Ratzinger, "Dios y el mundo", editorial Sudamericana, mayo 2005, págs. 393-394. La traducción al francés dice "leprosos" en lugar de "apestados" - "Voici quel est notre Dieu", pág. 291. Publication: 3/5/2005. Editeur : Plon
Publication :3/5/2005. Paris. ISBN : 2259202985 324 pages).

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