viernes, 25 de marzo de 2011

Creo en Jesucristo (II).

Recuérdese cómo la doctrina de la divinidad de Jesucristo es de suma importancia. En efecto, si Jesucristo es Dios se sigue que también sus enseñanzas son divinas; que la Iglesia fundada por El es una institución divina; que el magisterio eclesiástico tiene realmente el don de infalibilidad que Jesucristo le prometió, y que por consiguiente tenemos una garantía divina de la verdad de cada una de las doctrinas de la Iglesia.

He aquí un claro y jugoso resumen de las pruebas de la divinidad de Jesucristo:

-Jesucristo nació como Dios. Antes de su nacimiento fue anunciado, y vivió en la memoria de los hombres que durante 4.000 años le esperaron como Dios.

-Jesucristo habló como Dios. Es el único que ha anunciado una doctrina que se adapta a todos los naturales, se armoniza con todos los tiempos, con todos los lugares, con todas las edades; es el único que a sí mismo se ha llamado Dios.

-Jesucristo obró como Dios:

-En el orden físico. Lo cambió a su voluntad; hizo cosas que ningún otro ser creado puede hacer.

-En el orden intelectual. Anunció el porvenir de su Evangelio, de su patria, de sus discípulos, de su persona; y lo que predijo se ha realizado.

-En el orden moral. Soportó con fuerza y abnegación sobrehumanas los desprecios, las molestias, los tormentos; vivió en una santidad y una perfección que sobrepujan a toda santidad y perfección humanas.

-En el orden social. Fundó una sociedad religiosa, victoriosa del tiempo, de los hombres, de las cosas, la cual, según su promesa, subsistiría siempre; la fundó sin recurrir ni a la ciencia, ni a la fuerza, ni a las pasiones.

-Jesucristo murió como Dios. Predijo la época y el género de su suplicio. Sufrió la muerte con paciencia y fuerza sobrehumanas.

-Jesucristo resucitó como Dios. Este hecho, que está bien demostrado, bastaría por sí solo para probar su divinidad.

-Jesucristo reina como Dios. En las inteligencias por la fe que obtiene a pesar de los sentidos y de la razón; en los corazonespor el amor que en ellos engendra; en las almas por la adoración que le rinden.

-Jesucristo sobrevive como Dios. En su Iglesia que perpetúa sus enseñanzas; en sus Santos que perpetúan su santidad. Si Jesucristo produce aún mártires, héroes y santos, es que está presente, siempre presente; es que resucitó; es que es Dios. (1939).


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