-Dios es infinitamente justo. Porque premia a los buenos y castiga a los malos. Seamos justos también nosotros, dando a cada cual lo suyo.
-Dios es infinitamente bueno. Porque quiere el bien de todos y a todos hace innumerables beneficios. La bondad de Dios debe inspirarnos sentimientos de gratitud y confianza para Dios y bondad y benevolencia hacia nuestros prójimos, especialmente si son pobres, enfermos, débiles, desgraciados y aún enemigos.
-Dios es infinitamente misericordioso. Porque perdona generosamente al pecador arrepentido. La misericordia de Dios se manifiesta principalmente de tres modos. 1º Dios soporta con paciencia a los pecadores. 2º Dios llama al pecador por medio de buenas inspiraciones, remordimientos de conciencia, buenas lecturas, castigos temporales, buenos ejemplos, et. 3º Dios recibe con ternura y perdona al pecador arrepentido. Imitemos la misericordia de Dios perdonando generosamente a nuestros enemigos y ofensores.
-Dios es infinitamente veraz. En la veracidad de Dios está el fundamento de nuestra fe. Nunca dudemos ni por un instante de las verdades que Dios nos ha revelado; en las tentaciones contra la fe digamos en seguida: “Creo, Señor; aumenta mi fe” (S. Marcos, IX, 24).
Fidelidad de Dios. La fidelidad de Dios debe inspirarnos: 1º Confianza en sus promesas, especialmente durante la oración, que El prometió escuchar. 2º Santo temor de ofenderlo a fin de no incurrir en los castigos por El amenazados.
(Compendio de Doctrina Cristiana, 1939).
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