Este domingo, Día del Señor, y en que recordamos a Nuestra Señora de Guadalupe, dejó de existir en Santiago, el reverendo padre Jaime Ringeling Leigh, a la edad de 88 años y 63 de ordenación sacerdotal, y que fuera cura párroco de Casablanca por casi quince años. El padre Jaime llegó a la Parroquia de Santa Bárbara procedente de la ciudad de Maullín, perteneciente a la Arquidiócesis de Puerto Montt, aunque él era del clero de Valparaíso, a fines de los años 80 y, prontamente, comenzó a desarrollar una intensa labor pastoral que muchos casablanquinos y feligreses recuerdan.
El padre Jaime demostró una predilección especial por la pastoral juvenil y la pastoral familiar, asentadas ambas en la catequesis que para él era fundamental. Su preocupación por extender el servicio litúrgico hacia las zonas rurales, lo llevó a fundar diversas capillas, como la de La Viñilla, que atendía con gran celo sacerdotal en conjunto con un equipo de catequistas que fue consolidando.
También quiso que el templo parroquial fuera hermoseado, y al poco tiempo con la ayuda de benefactores se efectuaron importantes reparaciones en el mismo, como el cambio de piso y la habilitación de nuevas bancas y confesionarios.
Una característica esencial de su personalidad sacerdotal era su cercanía. Del mismo modo, muchos lo recuerdan como un cura al que le gustaba el ministerio de la confesión sacramental.
El padre Jaime logró entrar en el corazón de los casablanquinos literalmente, pues mantuvo durante mucho tiempo un programa en un canal de cable de esta ciudad; allí cada sábado comentaba la palabra de Dios e iluminaba con ella el quehacer cotidiano. Fiel a su personalidad sacerdotal, protegió, cobijó y educó a varios jóvenes, algunos de los cuales son sacerdotes.
Al poco tiempo de acercarse su alejamiento como párroco y con ocasión de su 50 aniversario sacerdotal, la ciudad de Casablanca le otorgó la distinción de Hijo Ilustre en una hermosa ceremonia a la que asistió el entonces Nuncio de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, Monseñor Piero Biggio, así como varios obispos compañeros suyos de seminario, como Mons. Bernardino Piñera.
Cuando dejó la parroquia, siempre estuvo dispuesto a colaborar en lo que se le pidiera. Se puede decir que el Padre Jaime hasta el final quiso servir a Dios y a la Iglesia. Su figura cansina era visible a los casablanquinos para los cuales siempre tenía un saludo amable. Por lo que a mí respecta, al querido P. Jaime le debo lo que soy: Diácono de la Santa Madre Iglesia, Iglesia a la que él sirvió con creces hasta desgartarse; por eso, mi gratitud para con él siempre será inmensa e inolvidable.
Padre Jaime Ringeling, descansa en la paz de Cristo y en el regazo de la Buena Madre.
Diácono Eddie Morales Piña.
El padre Jaime demostró una predilección especial por la pastoral juvenil y la pastoral familiar, asentadas ambas en la catequesis que para él era fundamental. Su preocupación por extender el servicio litúrgico hacia las zonas rurales, lo llevó a fundar diversas capillas, como la de La Viñilla, que atendía con gran celo sacerdotal en conjunto con un equipo de catequistas que fue consolidando.
También quiso que el templo parroquial fuera hermoseado, y al poco tiempo con la ayuda de benefactores se efectuaron importantes reparaciones en el mismo, como el cambio de piso y la habilitación de nuevas bancas y confesionarios.
Una característica esencial de su personalidad sacerdotal era su cercanía. Del mismo modo, muchos lo recuerdan como un cura al que le gustaba el ministerio de la confesión sacramental.
El padre Jaime logró entrar en el corazón de los casablanquinos literalmente, pues mantuvo durante mucho tiempo un programa en un canal de cable de esta ciudad; allí cada sábado comentaba la palabra de Dios e iluminaba con ella el quehacer cotidiano. Fiel a su personalidad sacerdotal, protegió, cobijó y educó a varios jóvenes, algunos de los cuales son sacerdotes.
Al poco tiempo de acercarse su alejamiento como párroco y con ocasión de su 50 aniversario sacerdotal, la ciudad de Casablanca le otorgó la distinción de Hijo Ilustre en una hermosa ceremonia a la que asistió el entonces Nuncio de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, Monseñor Piero Biggio, así como varios obispos compañeros suyos de seminario, como Mons. Bernardino Piñera.
Cuando dejó la parroquia, siempre estuvo dispuesto a colaborar en lo que se le pidiera. Se puede decir que el Padre Jaime hasta el final quiso servir a Dios y a la Iglesia. Su figura cansina era visible a los casablanquinos para los cuales siempre tenía un saludo amable. Por lo que a mí respecta, al querido P. Jaime le debo lo que soy: Diácono de la Santa Madre Iglesia, Iglesia a la que él sirvió con creces hasta desgartarse; por eso, mi gratitud para con él siempre será inmensa e inolvidable.
Padre Jaime Ringeling, descansa en la paz de Cristo y en el regazo de la Buena Madre.
Diácono Eddie Morales Piña.
1 comentario:
Bendito sea Dios, que pone entre nosotros personas de excepción. Deben ser muchos los que fueron tocados en su vida por este sacerdote-hombre, cual si se tratara del dedo de Dios mismo. CURA JAIME, DESCANSA EN DIOS.
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