El triunfo de Cristo resucitado y nuestra liberación, Melitón de Sardes, Sulla Pasqua.
“El Señor, habiendo revestido al hombre,
habiendo sufrido por el que sufría,
y habiendo sido atado
por el que estaba prisionero,
y juzgado por el culpable,
y sepultado por el que estaba sepultado,
resucitó de entre los muertos y gritó lo siguiente:
“Quién me acusa?
Que se acerque a mí.
He liberado al condenado.
He dado vida al que estaba muerto.
He resucitado al que estaba sepultado.
¿Quién pleiteará contra mí?
Yo –dice- soy el Cristo,
soy yo quien ha destruido la muerte,
quien ha vencido al enemigo,
quien ha pisado el Hades,
quien ha atado al fuerte
y a elevado al hombre
a lo más alto del cielo.
Yo –dice- soy el Cristo.
Venid, pues, todas las estirpes de los hombres,
inmersas en los pecados,
y recibid el perdón de los pecados.
Porque yo soy vuestro perdón,
yo soy la Pascua de la salvación, yo el cordero inmolado por vosotros,
yo vuestro rescate,
yo vuestra vida,
yo vuestra resurrección,
yo vuestra luz,
yo vuestra salvación,
yo vuestro rey.
Yo os conduzco hasta lo más alto del cielo.
Yo os mostraré al Padre eterno.
Yo os resucitaré con mi derecha”.
Este es el que hizo el cielo y la tierra,
el que al principio modeló al hombre,
el que fue anunciado por la ley y los profetas,
el que se encarnó en una virgen,
el que fue clavado en un madero,
el que fue sepultado en la tierra,
el que resucitó de entre los muertos,
el que subió a lo más alto del cielo,
el que está sentado a la derecha del Padre,
el que tiene el poder de juzgar
y de salvar todas las cosas,
él, por medio del cual
el Padre obró siempre
desde el principio y por todos los siglos.
Este es el Alfa y la Omega,
este es el Principio y el Fin,
-principio inexplicable
y fin incomprensible-.
“Este es el Cristo”
Este es el Rey.
Este es Jesús,
este es el estratega,
este es el Señor,
este es el que resucitó de entre los muertos,
este es el que está sentado a la derecha del Padre.
El lleva al Padre y es llevado por el Padre:
“A El la gloria y el poder por los siglos. Amén”.
“El Señor, habiendo revestido al hombre,
habiendo sufrido por el que sufría,
y habiendo sido atado
por el que estaba prisionero,
y juzgado por el culpable,
y sepultado por el que estaba sepultado,
resucitó de entre los muertos y gritó lo siguiente:
“Quién me acusa?
Que se acerque a mí.
He liberado al condenado.
He dado vida al que estaba muerto.
He resucitado al que estaba sepultado.
¿Quién pleiteará contra mí?
Yo –dice- soy el Cristo,
soy yo quien ha destruido la muerte,
quien ha vencido al enemigo,
quien ha pisado el Hades,
quien ha atado al fuerte
y a elevado al hombre
a lo más alto del cielo.
Yo –dice- soy el Cristo.
Venid, pues, todas las estirpes de los hombres,
inmersas en los pecados,
y recibid el perdón de los pecados.
Porque yo soy vuestro perdón,
yo soy la Pascua de la salvación, yo el cordero inmolado por vosotros,
yo vuestro rescate,
yo vuestra vida,
yo vuestra resurrección,
yo vuestra luz,
yo vuestra salvación,
yo vuestro rey.
Yo os conduzco hasta lo más alto del cielo.
Yo os mostraré al Padre eterno.
Yo os resucitaré con mi derecha”.
Este es el que hizo el cielo y la tierra,
el que al principio modeló al hombre,
el que fue anunciado por la ley y los profetas,
el que se encarnó en una virgen,
el que fue clavado en un madero,
el que fue sepultado en la tierra,
el que resucitó de entre los muertos,
el que subió a lo más alto del cielo,
el que está sentado a la derecha del Padre,
el que tiene el poder de juzgar
y de salvar todas las cosas,
él, por medio del cual
el Padre obró siempre
desde el principio y por todos los siglos.
Este es el Alfa y la Omega,
este es el Principio y el Fin,
-principio inexplicable
y fin incomprensible-.
“Este es el Cristo”
Este es el Rey.
Este es Jesús,
este es el estratega,
este es el Señor,
este es el que resucitó de entre los muertos,
este es el que está sentado a la derecha del Padre.
El lleva al Padre y es llevado por el Padre:
“A El la gloria y el poder por los siglos. Amén”.
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