martes, 17 de febrero de 2009

Panis Vitae II.


“Una de las intenciones del corazón de Jesús al instituir el sacramento de la Eucaristía, fue el que ella sea el pan celestial que conserve y aumente en nosotros la vida divina; pero aun hay otro fin que Cristo se propuso y complementa el primero: Qui manducat meam carnem et bibit meum sanguinem in me manet et ego in eo. “El que come mi carne y bebe mi sangre en mí mora, y yo en él”. ¿Qué quiere decir la palabra manera, “morar”?
“Morar en Cristo”, es, en primer lugar, tener parte por su gracia en su filiación divina; es ser uno con El, siendo como El hijo de Dios, aunque a título diverso. Es la unión primaria y fundamental, la que el mismo Cristo señala en la parábola de la viña: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que mora en mí y yo en él, da frutos abundantes”.
“Esa unión no es la única: “Morar” en Cristo, es hacerse uno con El en todo lo tocante a nuestra inteligencia, voluntad y acción. “Moramos” en Cristo por la inteligencia, al acatar por un acto de fe simple, puro e íntegro cuanto Cristo nos enseña (…) Por la fe respondemos “así es”, Amén, a cuanto el Verbo encarnado nos dice; creemos en su palabra, y de este modo, nuestra inteligencia se identifica con Cristo. La Sagrada Comunión nos hace morar en Cristo por la fe; no podemos recibirle si no aceptamos por fe cuanto El es y cuanto dice (…) Cristo es alimento de nuestra inteligencia al comunicarnos toda verdad.
“Morar en El es también someter nuestra voluntad a la suya y hacer que toda nuestra actividad sobrenatural dependa de su gracia. Es decir, que debemos permanecer en su amor, acatando reverentes su santísima voluntad: Si praecepta mea servaveritis, MANEBITIS IN DILECTIONE MEA, sicut et ego Patris mei praecepta servavi, et maneo in ejus dilectione. Es anteponer sus deseos a los nuestros, abrazar sus intereses, entregarnos a El enteramente, sin cálculo ni reserva alguna, pues no puede permanecer quien no es fijo y estable, con a confianza omnímoda de la esposa para con su esposo.
“Nuestro Señor también mora en el alma: Et ego in eo. (…) Cristo se da al alma para ser en ella, por medio de su gracia y la acción de su Espíritu, fuente y principio de toda su actividad interior. Et ego in eo; está en el alma, mora en ella, pero no inactivo; quiere obrar en ella, y cuando el alma se entrega de veras a El, a su voluntad, tan poderosa se manifiesta entonces la acción de Cristo, que esa alma llegará a buen seguro a la mayor perfección, según los designios que Dios tenga sobre ella. (…) El anhelo del alma es no hacer más que una cosa con el Amado; la Comunión, en la que el alma recibe a Cristo en alimento, realiza ese anhelo, transformando poco a poco al alma en Cristo”.
Fuente: Dom Columba Marmión: “Jesucristo, vida del alma. Conferencias espirituales. 1917.

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