martes, 3 de febrero de 2009

De la enseñanza del Cardenal Ratzinger (por gracia de Dios, Benedicto XVI, Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Romana), 6ª parte.


“La danza no es una forma de expresión de la liturgia cristiana. Hubo círculos docético-gnósticos que intentaron introducirla en la liturgia cristiana, aproximadamente en el siglo III. Para ellos, la crucifixión sólo era una apariencia; antes de la Pasión, Cristo habría dejado el cuerpo que, realmente, nunca había hecho propio; de tal manera que el baile podía ocupar el lugar de la liturgia de la cruz, puesto que, después de todo, la cruz sólo había sido apariencia. Las danzas culturales de las distintas religiones tienen finalidades diversas: conjuro, magia analógica, éxtasis místico; ninguna de estas figuras corresponde a la orientación interior de la liturgia de “sacrificio de la palabra”. Lo que es completamente absurdo es cuando, en un intento de hacer que la liturgia sea más “atractiva”, se introducen pantomimas en forma de danza. Cuando es posible, incluso se lleva a cabo con grupos de danza profesionales y, a menudo, terminan con aplausos (lo cual está justificado, si se tiene en cuenta, propiamente hablando, su talento artístico).
“Cuando se aplaude por la obra humana dentro de la liturgia, nos encontramos ante un signo claro de que se ha perdido totalmente la esencia de la liturgia, y ha sido sustituida por una especie de entretenimiento de inspiración religiosa. Este tipo de atracción no dura mucho; en el mercado de las ofertas de tiempo libre, que siempre incorpora formas de lo religioso para incitar la curiosidad del público, es imposible hacer la competencia. Yo mismo he asistido a una celebración en la que el acto penitencial se sustituyó por una representación de danza que, como es obvio, concluyó con un gran aplauso. ¿Podríamos alejarnos más de lo que es realmente la penitencia?
“La liturgia sólo podrá atraer a las personas si no se mira a sí misma, sino a Dios; si se Le permite estar presente en ella y actuar. Entonces ocurre lo que es verdaderamente extraordinario, lo que no admite competencia, y las personas sienten que aquí ocurre algo más que un aprovechamiento del tiempo libre.
“Ningún rito cristiano conoce la danza. Lo que se llama así en la liturgia etíope o en la forma zaireña es, en realidad, una procesión rítmicamente ordenada, que es conforme a la dignidad de lo que se expresa, poniendo disciplina interior en la liturgia, al retomar y ordenar los distintos caminos, dándoles su belleza y, sobre todo, haciéndolos dignos de Dios”.
Fuente: Ratzinger, Joseph: El espíritu de la liturgia. Una introducción. Madrid: Ediciones Cristiandad. 2002.

No hay comentarios: