jueves, 11 de agosto de 2011

Primer Catecismo de América.

Ponemos algunos textos de este catecismo por estimarlo de gran interés catequístico. Este es el primer Catecismo escrito en castellano en el Nuevo Mundo. Su autor es Fray Pedro de Córdoba (1482-1521), el cual lo hizo en “Española” (Santo Domingo) donde llegó en septiembre de 1510.

Fue misionero en ella y tuvo diversos planes misioneros en Tierra Firme, los cuales no resultaron. Murió a los treinta y ocho años en Santo Domingo, víctima de tuberculosis.

Una gran figura como misionero y catequista de nuestra América. Su “Doctrina Cristiana” o catecismo fue obra suya y de “otros religiosos doctos”, todos dominicos.

Esta obra sólo la conocemos por la edición mexicana que mandó publicar el Obispo Fray Juan de Zumárraga, Obispo de México el año 1544, es decir 23 años después de la muerte de Fray pedro de Córdoba. En la edición mexicana se introdujeron “adiciones” o agregados que son referencias a las situaciones de los indios de México.

Prólogo. Plantea el objetivo del Catecismo que es el amor a los indígenas.

“Muy amados hermanos: sabed y tened por muy cierto que os amo de mucho corazón, y por este amor que os tenemos tomamos muy grandes trabajos viniendo de muy lejanas tierras y pasando grandes mares, poniéndonos a muchos peligros de muerte por veniros a ver, y por deciros los grandes y maravillosos secretos que Dios nos ha revelado para os los digamos y os demos parte de los bienes que Dios nos ha dado…que desde que vosotros los supiereis y conociereis las preciareis más que a todo el oro y la plata y piedras preciosas, y más que a todos los bienes que hay en el mundo”.

La influencia de San Agustín es clara. En el nº 15 dice que todo lo ha hecho Dios: “Para que le conozcamos y conociéndole le amemos, amándole nosotros a El, El nos tenga por amigos”. Esta frase es casi textual a la que el Santo en su libro de“Cathechizandis rudibus” dice: “Oyendo crean, creyendo esperen y esperando amen”.

Al referirse a los artículos de la fe dice: “primeramente sabed que para que Dios os quiera mucho y para que os lleve al cielo…es necesario que primero conozcáis a Dios y sepáis quién es Dios y cómo es”.

Luego habla de los artículos de la fe que es necesario “saber y creer”. Empieza por Dios que nos ama y nos crea para ser felices aquí y en la otra vida.

Se refiere a Santísima Trinidad con ejemplos apropiados parta una posible comprensión. La Creación. “Yo soy vuestro creador y os amo como a hijos y creaturas mías que sois, y os deseo hacer muy grandes bienes, por esto de especial gracia os quiero conceder un privilegio: que es la justicia original” (nº 88). Este texto citado es muy importante ya que habla de la gracia santificante que nos es dada en forma absolutamente gratuita. El resaltar que el origen de este don es el amor es recalcar una vez más el plan de Dios que es obra del Amor divino a nosotros, sus creaturas.

Explica el Credo. Agrega siete artículos sobre N. Señor Jesucristo. Dice que para entender la encarnación de Jesucristo hay que saber dos cosas: “Una es saber la causa por qué el Hijo de Dios se hizo hombre. Y la otra saber cómo se hizo hombre” (148).

Textualmente dice sobre la causa de la encarnación: “Viendo Dios Todopoderoso que todos los hombres estaban perdidos y esclavos del demonio, y después de muertos eran sus almas llevadas al infierno, y que de allí nunca podrían salir, ni nadie poderoso de librarlos sino sólo Dios, quiso el Hijo de Dios por su gran bondad y piedad remediar a todos, y reconciliarnos y tornarnos en gracia con Dios y hacernos sus amigos, y quiso librarnos del cautiverio en que estábamos bajo el poderío del demonio. Y quiso también librar nuestras almas del infierno… Y para hacer esto más cumplidamente quiso por su bondad hacerse hombre como uno de nosotros” (165-166).

Sigue con los mandamientos y luego los sacramentos, es decir, tiene el orden de los catecismo de su tiempo y no el del Catecismo Romano, que era, Credo, sacramento y mandamientos, oración.

Son muy hermosas las enseñanzas sobre la Eucaristía y de muy sólida doctrina. “Cuando recibís esta hostia consagrada, recibís a Jesucristo, Hijo de Dios. El cual desde que lo recibís, siempre queda en vuestra alma por gracia, aposentado como en su casa. Y siempre está allí y no se aparta de ella hasta que tornáis a pecar. Más si pecáis y quebrantáis algún mandamiento suyo, luego se va de vuestra alma, y os quita la gracia suya que os había dado, y viene el demonio aposentándose en ella. Y por esto habéis de guardaros mucho de pecar, porque por el pecado echáis a Dios de vuestra alma y recibís al demonio… En este sacramento de la Eucaristía, habéis de notar cuán grande fue el amor que Nuestro Señor nos tuvo, que no solamente quiso morir por nosotros como murió, mas quiso dejar en este sacramento su cuerpo y su sangre y asimismo porque siempre estuviese con nosotros y nosotros con El…” (309).

Finalmente habla sobre las obras de misericordia espirituales y materiales. ¡Qué importancia les daban en las catequesis a estas obras que en resumen no son más que las bienaventuranzas resumidas!

Termina con una Catequesis mistagógica sobre el bautismo a los que acaban de recibirlo. Esta catequesis es de la más fiel y pura tradición de la catequesis patrística.

Una obra grandiosa que prestigia a los dominicos y a la evangelización de América.

(Fuente: Epopeya de la Fe de Monseñor Joaquín Matte Varas).


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