lunes, 8 de agosto de 2011

Fiestas de la Santísima Virgen (II).

La Presentación de la Santísima Virgen al Templo. La Santísima Virgen fue presentada por sus padres al templo de Jerusalén para consagrarse al servicio de Dios.

Imiten también los padres cristianos a los padres de María Santísima y presenten sus niños al templo. Entreguémonos y consagrémonos a Dios Nuestro Señor, a imitación de nuestra Madre, la Santísima Virgen María.

La Anunciación. Nos recuerda la liturgia en este día cómo el Arcángel San Gabriel bajó a la humilde Nazareth y allí, en nombre de Dios, pidió a la Santísima Virgen que aceptara ser la Madre de Jesús. A la proposición del Arcángel, María Santísima respondió: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí en conformidad a tu palabra. Esta fiesta es de origen antiquísimo.

La Iglesia quiere que en esta fiesta nos impregnemos de sentimientos de gratitud, de alegría y regocijo por la anunciación del Misterio de la Encarnación, y que imitemos la humildad, fe y obediencia de la Santísima Virgen.

Repitamos siempre con devoción la salutación angélica y recordemos en la mañana, a mediodía y en la tarde el misterio de la Encarnación, rezando el Angelus.

La Visitación. Conmemoramos la visita que hizo la Santísima Virgen a su prima Santa Isabel, para santificar a Juan Bautista, Precursor del Señor; allí pronunció el hermosísimo cántico de acción de gracias que comienza con la palabra Magnificat.

Imitemos los ejemplos de bondad y de caridad de la Santísima Virgen, y reconozcamos los beneficios que el Señor se ha dignado otorgarnos.

La Asunción. En este día celebra la Iglesia la muerte, resurrección, entrada al cielo y coronación de la Santísima Virgen. Esta fiesta se celebra desde el siglo V.

Preservada del pecado original, María Santísima, no experimentó la corrupción del sepulcro.

La Asunción es fiesta de precepto, doble de primera clase con octava común y con vigilia, en la que debe observarse la abstinencia.

Alegrémonos del triunfo de María y pidámosle que nos proteja desde el cielo y que nos prepare allí un lugar para participar de su gozo.

Los Siete Dolores de la Santísima Virgen. Esta fiesta ha sido instituida para honrar los dolores que la Santísima Virgen sufrió en unión con su Hijo. Los siete dolores principales de María fueron: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida de Jesús en Jerusalén, el encuentro con Jesús cuando llevaba su cruz, la crucifixión, la lanzada en el costado y el descendimiento de la cruz y la sepultura del Señor. La Iglesia da a María Santísima el título de Reina de los Mártires, porque sus dolores no tienen límites.

Para penetrarnos del espíritu litúrgico de este día meditemos en los dolores de nuestra Madre y pidámosle que se despierten en nosotros los mismos sentimientos que ella tuvo en su alma transida de dolor.

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