martes, 2 de agosto de 2011

Fiestas del Señor en el tiempo después de Pentecostés.

Las fiestas que se refieren directamente a Dios o a Nuestro Señor en este tiempo de Pentecostés son: la Santísima Trinidad, el Corpus Christi, el Sagrado Corazón, la Preciosa Sangre, la Transfiguración, la Exaltación de la Santa Cruz, Cristo Rey y la Dedicación de Iglesias.

Fiesta de la Santísima Trinidad. Está consagrada a honrar especialmente el misterio fundamental de la Religión Cristiana, la Santísima Trinidad. Decimos especialmente, porque en realidad todas las fiestas del año y todo el culto van dirigidos en último término a la Trinidad Augustísima.

El propio de la Misa nos habla del grande y tremendo misterio de la unidad trina. El Prefacio, que remonta al siglo VI, es una hermosa profesión de fe en este misterio.

La Iglesia quiere que en este día adoremos con grande humildad este misterio que sobrepasa nuestra corta inteligencia, demos gracias al Padre por habernos creado, al Hijo por habernos redimido y al Espíritu Santo por habernos santificado y que renovemos nuestra consagración a la Santísima Trinidad.

Fiesta del Corpus Christi. Es la fiesta dedicada a adorar y rendir homenaje público y solemne a Nuestro Señor Jesucristo en la Santa Eucaristía; se celebra el jueves después de la Octava de Pentecostés. Fue instituida por Urbano IV, en el siglo XIII.

En este día se hace una procesión solemnísima para confesar públicamente nuestra fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento, para reparar las ofensas que recibe el Señor en la Santa Eucaristía y para santificar nuestras calles y caminos con el paso de Jesús Sacramentado.

La Misa entera nos habla del Santísimo Sacramento: la secuencia Lauda Sion, compuesta por Santo Tomás de Aquino, es un himno de profunda doctrina teológica y de una sencillez sublime.

La Iglesia en este día nos pide que honremos a Nuestro Señor Jesucristo Sacramentado haciendo una fervorosa comunión, acompañada de una profunda fe, humildad y amor y que asistamos a la procesión solemne de Corpus.

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Se celebra el Viernes que sigue a la Octava de Corpus, ha sido instituida para honrar, bajo el símbolo de su Corazón sagrado, el amor infinito de Jesús a los hombres y para reparar las ofensas de que es objeto. El corazón es la sede y el símbolo del amor. Nosotros adoramos el Corazón de carne de Nuestro Señor Jesucristo porque este Corazón está inseparablemente unido a su divinidad por la unión hipostática.

Esta devoción, que podríamos llamar apostólica, fue propagada, en su forma actual, por Santa Margarita María de Alacoque, religiosa de la Visitación de Pary-le-Monial. El 16 de junio de 1675 Jesús se apareció a esta santa religiosa y le dijo: “He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y, sin embargo, ya no recibe sino ingratitudes, irreverencias, sacrilegios y frialdad en el Sacramento del amor…” Luego le pidió que se estableciera este día una fiesta reparadora en su honor. S.S. Pío XI mandó componer para esta fiesta Misa y Oficio Propios, y la elevó a fiesta doble de primera clase con Octava privilegiada de tercer orden. La Misa está dedicada a celebrar las misericordias del Divino Corazón: tiene Prefacio propio. La Iglesia quiere que en esta fiesta nos penetremos de sentimientos de amor y de reparación y que hagamos una fervorosa comunión reparadora.

Se ha extendido mucho entre nosotros la entronización del Sagrado Corazón de Jesús en las familias. Se le coloca en el sitio de honor de la casa para que El sea el Rey del hogar.


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