viernes, 15 de julio de 2011

Liturgia de la Eucaristía.

Doctrina de la Iglesia.

La Santa Eucaristía es Sacrificio y Sacramento, la Santa Misa y la Comunión. La Comunión tiene relación íntima con la Misa: no puede haber Comunión sin Misa, ni Misa sin Comunión.

En la Santa Eucaristía, por la admirable y singular conversión de toda la sustancia del pan en el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo y de toda la sustancia del vino en su Sangre, permaneciendo sus accidentes, se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad del mismo Jesucristo, autor de la gracia, bajo las especies de pan y de vino, para alimento espiritual de nuestras almas.

La materia es el pan de trigo y el vino de uva.

La forma son las palabras de la Consagración.

El ministro ordinario de la Comunión es el sacerdote; el extraordinario, es el diácono.

Para recibir dignamente la Santa Eucaristía, se requiere, además de ser bautizado, estado de gracia, suficiente instrucción, conveniente preparación y acción de gracias, y estar en ayunas desde las doce de la noche hasta la hora de la Comunión.

Los efectos que produce la Santa Comunión en los que la reciben dignamente son:

a) aumentar la gracia santificante y el fervor de la caridad;

b) perdonar los pecados veniales, y

c) disminuir la concupiscencia, preservar de los pecados graves, dar facilidad para el ejercicio de las buenas obras.

La Santa Iglesia desea vivamente que los fieles comulguen con frecuencia y, a ser posible, diariamente. Jesús, que es el camino, la verdad y la vida, al entrar dentro de nosotros por la Santa Comunión, nos hace fácil el camino de la perfección, ilumina nuestra inteligencia para conocer las verdades sobrenaturales y nos comunica abundantísimamente la vida sobrenatural de la gracia.

“Es esta la más profunda transfusión de vida que Jesucristo comunica al alma de los fieles. El con la Comunión se entrega todo para imprimir a las almas los caracteres venerables de su persona, y para comunicar toda su vida”(Gubianas).

Sólo la Comunión del sacerdote es parte integrante de la Santa Misa, pero podríamos decir, en sentido lato, por cierta relación de participación, que también lo es la Comunión de los fieles, puesto que juntamente con el sacerdote ha ofrecido la materia del Sacrificio en el Ofertorio, y durante toda la Misa han estado estrechamente unidos a él: por esto los primeros cristianos comulgaban dentro de la Misa, y sólo se guardaba la Santa Eucaristía para los enfermos, presos, etc. Restablecer esta costumbre, siempre que no haya algún obstáculo, sería confortarse con el espíritu litúrgico de la Iglesia.

Sin embargo, la misma Iglesia, permite que habiendo alguna causa, la Santa Comunión se distribuya inmediatamente antes o después de la Misa, o también independientemente de ella.

Los fieles comulgaban antes bajo las dos especies, pero, por razones graves, la Iglesia ordenó que sólo comulgaran bajo la especie del pan.

(1935),

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