jueves, 14 de julio de 2011

El Episcopado.

Es la plenitud del sacerdocio. Corresponde al Obispo “Juzgar, interpretar, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar y confirmar”. Primero hace el Obispo un juramento de fidelidad a la Iglesia y al Romano Pontífice y la profesión de fe; se rezan, en seguida, las Letanías de Todos los Santos, para pedir gracias para el Obispo electo. Luego se efectúa la consagración: el Obispo Consagrante y los dos asistentes imponen las manos sobre la cabeza del Obispo Electo diciendo: Recibe el Espíritu Santo. El Consagrante unge la cabeza y las manos del Electo con el Santo Crisma, a fin de que: cuanto bendijere, sea bendito, y cuanto santificare, sea santificado. Mientras tanto un sacerdote sostiene sobre los hombros y cabeza del Electo el libro de los Evangelios, significando con eso que el Obispo ha de estar compenetrado de la palabra de Dios: se le hace entrega de las insignias pontificales:báculo, anillo, mitra, guantes y el libro de los Evangelios.

Continúan los Obispos celebrando la Misa en los dos altares y en el Ofertorio el Consagrado ofrece al Consagrante dos cirios encendidos, dos panes y dos barrilitos de vino, en memoria de los dones que en el Ofertorio hacían los fieles en los tiempos antiguos.

Ambos comulgan con la misma Hostia y el mismo Cáliz.

Finalmente se canta el Te Deum y el nuevo Obispo bendice al pueblo.

(1935)

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