“Las obras quedan, las gentes se van”, dice una expresiva canción. Murió el Papa Pío XI, el gran Aquiles Ratti, pero queda su inmensa obra realizada en escaso 17 años de pontificado (1922-1939). Las circunstancias del mundo y de la Iglesia llevaron al Papa a crear vigorosas organizaciones intraeclesiales, a escribir magistrales encíclicas, a abrirle paso a la evangelización en las más remotas regiones de la tierra, a firmar acuerdos con muchos países para la pacífica convivencia y creación de progreso uniendo católicos y gentes de otras mentalidades.
La solución a la “Cuestión Romana”, con la firma del “Pacto de Letrán” con Mussolini, fue momento de gran significado que marca el pontificado del Papa Ratti. En este mismo aspecto de relación con los gobiernos de las naciones, se amplió grandemente el número de países con los que el Vaticano abrió relaciones, con delegaciones apostólicas y nunciaturas, y fueron diecinueve los nuevos concordatos que entre Iglesia y estado se firmaron en esta época.
Fruto de la oración y del fuego apostólico de Pío XI fue el impulso dado a las Misiones; nombró como patrona de ella a santa Teresita del Niño Jesús, al lado de san Francisco Javier. Bajo este pontificado se crearon decenas de vicariatos y prefecturas apostólicas para especial cuidado a nuevas comunidades en regiones apartadas. Gran número de canonizaciones hizo este Papa y señaló patronos de distintos sectores humanos a santos de destacada virtud.
La preocupación de Pío XI por el avance de la efectiva participación del laicado en la vida de la Iglesia lo llevó a delinear con gran precisión la Acción Católica, que se abriría en nuevos matices con el pontificado de Pío XII y luego con el Concilio Vaticano II. En el aspecto social fueron magistrales sus encíclicas Quadragésimo anno (1931) y Divini redemptoris (1935), en donde recuerda las enseñanzas de León XIII, amplía el pensamiento cristiano con aplicaciones concretas de servicio magnánimo a los más necesitados y condena el comunismo. Numerosos fueron los temas tratados por Pío XI en encíclicas como Divini illius magistri sobre educación, Casti connubii sobre la naturaleza y santidad del matrimonio, Ubi arcano en la que expuso su programa pontificio y líneas para la Acción Católica y la Rerum Ecclesiae sobre misiones.
Salieron de su pluma magistral once epístolas apostólicas, veinticinco “motu proprio”, ciento dieciocho constituciones y trescientas letras apostólicas. En todo un gran conjunto doctrinal que enriqueció a la Iglesia.
Importante a la vez, en este pontificado, fue la realización de varios congresos eucarísticos como los de Buenos Aires, Londres y Budapest, que sirvieron para acrecentar el culto a la Sagrada Eucaristía, llevar la presencia del Papa por legados de gran personalidad como el cardenal Pacelli. Con Pío XI crece, ciertamente, en el mundo el respeto y aprecio por el Papa y por la Iglesia.
Se recordará a Pío XI como sabio organizador, diligente pastor y benemérito servidor de la humanidad, a la altura de otros que han llevado ese nombre, signo de bondad y recogimiento espiritual, entre los que estará también su inmediato sucesor, a quien preparó con visión y amor de padre: Eugenio Pacelli. (Msr. Libardo Ramírez Gómez).
La solución a la “Cuestión Romana”, con la firma del “Pacto de Letrán” con Mussolini, fue momento de gran significado que marca el pontificado del Papa Ratti. En este mismo aspecto de relación con los gobiernos de las naciones, se amplió grandemente el número de países con los que el Vaticano abrió relaciones, con delegaciones apostólicas y nunciaturas, y fueron diecinueve los nuevos concordatos que entre Iglesia y estado se firmaron en esta época.
Fruto de la oración y del fuego apostólico de Pío XI fue el impulso dado a las Misiones; nombró como patrona de ella a santa Teresita del Niño Jesús, al lado de san Francisco Javier. Bajo este pontificado se crearon decenas de vicariatos y prefecturas apostólicas para especial cuidado a nuevas comunidades en regiones apartadas. Gran número de canonizaciones hizo este Papa y señaló patronos de distintos sectores humanos a santos de destacada virtud.
La preocupación de Pío XI por el avance de la efectiva participación del laicado en la vida de la Iglesia lo llevó a delinear con gran precisión la Acción Católica, que se abriría en nuevos matices con el pontificado de Pío XII y luego con el Concilio Vaticano II. En el aspecto social fueron magistrales sus encíclicas Quadragésimo anno (1931) y Divini redemptoris (1935), en donde recuerda las enseñanzas de León XIII, amplía el pensamiento cristiano con aplicaciones concretas de servicio magnánimo a los más necesitados y condena el comunismo. Numerosos fueron los temas tratados por Pío XI en encíclicas como Divini illius magistri sobre educación, Casti connubii sobre la naturaleza y santidad del matrimonio, Ubi arcano en la que expuso su programa pontificio y líneas para la Acción Católica y la Rerum Ecclesiae sobre misiones.
Salieron de su pluma magistral once epístolas apostólicas, veinticinco “motu proprio”, ciento dieciocho constituciones y trescientas letras apostólicas. En todo un gran conjunto doctrinal que enriqueció a la Iglesia.
Importante a la vez, en este pontificado, fue la realización de varios congresos eucarísticos como los de Buenos Aires, Londres y Budapest, que sirvieron para acrecentar el culto a la Sagrada Eucaristía, llevar la presencia del Papa por legados de gran personalidad como el cardenal Pacelli. Con Pío XI crece, ciertamente, en el mundo el respeto y aprecio por el Papa y por la Iglesia.
Se recordará a Pío XI como sabio organizador, diligente pastor y benemérito servidor de la humanidad, a la altura de otros que han llevado ese nombre, signo de bondad y recogimiento espiritual, entre los que estará también su inmediato sucesor, a quien preparó con visión y amor de padre: Eugenio Pacelli. (Msr. Libardo Ramírez Gómez).
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