Gobernó la Iglesia durante veinticinco años, con un pontificado fecundo y glorioso. “De inteligencia privilegiada, carácter enérgico, autoritario en el gobierno de la Iglesia, pero conciliador en su relación con los Estados”, lo señala la historia (A. Boulenger). Se destacó en diversos aspectos en donde dejó huella con documentos magistrales y con llamados a positivas líneas en la vida espiritual y pastoral.
En el aspecto religioso, León XIII se distinguió por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen Santísima (instituyó el mes del Rosario) y a San José, a cuya fiesta dio especial categoría y le consagró el mes de marzo. En el terreno de los principios fue tan valiente como Pío IX, mantuvo todas las condenas contra los errores contemporáneos expuestos en el Syllabus, y denunció los socavadores males que entrañaba la masonería.
En el campo doctrinal escribió varias encíclicas como: Aesterni Patris (1879), sobre la filosofía cristiana; la Arcanum (1880) sobre el matrimonio; la Humanum Genus (1884) contra la fracmasonería; la Providentissimus (1893) sobre los estudios bíblicos.
En el campo sociopolítico fueron amplias las enseñanzas del Papa Pecci. Allí están encíclicas como Diuturnum (1881) sobre el origen del poder civil; Inmortale Dei (1885) sobre la constitución cristiana de los Estados; la Libertas sobre libertad humana (1888). En este campo, sin rectificar las condenas de Pío IX, ni renunciar a la situación de prisionero del Vaticano, como quedó el Papa a partir de la toma de Roma por el gobierno italiano (1870), adelantó importantes conversaciones y tratados con muchos países del mundo que reconocieron la autoridad espiritual del Papa sobre los católicos en todo el mundo, y su soberanía temporal en la Ciudad del Vaticano como base mínima de su autonomía para actuar, teniendo representaciones diplomáticas y calidad de Estado soberano.
Especial capítulo de León XIII fue lo relacionado con el campo social. Su encíclica Rerum novarum (15/5/1891) fue como una clarinada que anunció al mundo la presencia de una Iglesia viva, preocupada no sólo por lo estrictamente espiritual, ni entristecida por haber perdido el poder temporal de amplias regiones. Al convertirse en “conciencia moral” de la humanidad, despreocupada de dominios terrenos, y mostrar su gran inquietud por los más pobres daba una nueva y respetable imagen de la Iglesia. Señala en esta encíclica caminos de justicia en las relaciones obrero-patronales, recordando a unos y a otros derechos y deberes.
Con la Rerum novarum de León XIII se inició una serie de documentos de los Papas subsiguiente en donde se ha ido aplicando el mensaje social cristiano a las nuevas circunstancias de cada época. Pío XI hizo eco especial a su predecesor con su Quadragessimo anno, al igual que Pío XII con un amplio radiomensaje a los cincuenta años de la encíclica (1941). Juan XXIII con su Mater et Magistra (1961). Pablo VI con su Populorum progressio (1967) y Octogesimo adveniens (1971). Juan Pablo II con varias encíclicas sociales, y, más directamente en referencia con la de León XIII, con su Centesimus annus (1991).
En febrero de 1903 se le celebraron a León XIII sus 25 años de pontificado, y pocos meses después, a los 93 años, murió este pontífice dejando honda huella en la humanidad por su vida ejemplar, su tenaz labor y sus sabias enseñanzas. (Msr. Libardo Ramírez Gómez).
En el aspecto religioso, León XIII se distinguió por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen Santísima (instituyó el mes del Rosario) y a San José, a cuya fiesta dio especial categoría y le consagró el mes de marzo. En el terreno de los principios fue tan valiente como Pío IX, mantuvo todas las condenas contra los errores contemporáneos expuestos en el Syllabus, y denunció los socavadores males que entrañaba la masonería.
En el campo doctrinal escribió varias encíclicas como: Aesterni Patris (1879), sobre la filosofía cristiana; la Arcanum (1880) sobre el matrimonio; la Humanum Genus (1884) contra la fracmasonería; la Providentissimus (1893) sobre los estudios bíblicos.
En el campo sociopolítico fueron amplias las enseñanzas del Papa Pecci. Allí están encíclicas como Diuturnum (1881) sobre el origen del poder civil; Inmortale Dei (1885) sobre la constitución cristiana de los Estados; la Libertas sobre libertad humana (1888). En este campo, sin rectificar las condenas de Pío IX, ni renunciar a la situación de prisionero del Vaticano, como quedó el Papa a partir de la toma de Roma por el gobierno italiano (1870), adelantó importantes conversaciones y tratados con muchos países del mundo que reconocieron la autoridad espiritual del Papa sobre los católicos en todo el mundo, y su soberanía temporal en la Ciudad del Vaticano como base mínima de su autonomía para actuar, teniendo representaciones diplomáticas y calidad de Estado soberano.
Especial capítulo de León XIII fue lo relacionado con el campo social. Su encíclica Rerum novarum (15/5/1891) fue como una clarinada que anunció al mundo la presencia de una Iglesia viva, preocupada no sólo por lo estrictamente espiritual, ni entristecida por haber perdido el poder temporal de amplias regiones. Al convertirse en “conciencia moral” de la humanidad, despreocupada de dominios terrenos, y mostrar su gran inquietud por los más pobres daba una nueva y respetable imagen de la Iglesia. Señala en esta encíclica caminos de justicia en las relaciones obrero-patronales, recordando a unos y a otros derechos y deberes.
Con la Rerum novarum de León XIII se inició una serie de documentos de los Papas subsiguiente en donde se ha ido aplicando el mensaje social cristiano a las nuevas circunstancias de cada época. Pío XI hizo eco especial a su predecesor con su Quadragessimo anno, al igual que Pío XII con un amplio radiomensaje a los cincuenta años de la encíclica (1941). Juan XXIII con su Mater et Magistra (1961). Pablo VI con su Populorum progressio (1967) y Octogesimo adveniens (1971). Juan Pablo II con varias encíclicas sociales, y, más directamente en referencia con la de León XIII, con su Centesimus annus (1991).
En febrero de 1903 se le celebraron a León XIII sus 25 años de pontificado, y pocos meses después, a los 93 años, murió este pontífice dejando honda huella en la humanidad por su vida ejemplar, su tenaz labor y sus sabias enseñanzas. (Msr. Libardo Ramírez Gómez).
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