Ciudad del Santísimo Sacramento.
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Este es el nombre que se da a la ciudad de Turín, a consecuencia del siguiente público y solemne milagro. En la tarde del 6 de junio de 1453, pasaban por Turín, conduciendo un asno cargado de mercancías, unos ladrones cuyo oficio no era conocido. Venían de Exilles, plaza fuerte, vecina a Susa, y entregada a saco después de graves desórdenes de guerra. Despojada hasta la misma iglesia, la custodia con la Hostia Sagrada y otros objetos robados eran llevados sobre aquel asno. Cuando los ladrones llegaron a Turín, al pasar cerca de la iglesia de San Silvestre, el asno se detiene, se alebresta y cae en tierra. En vano furiosos le golpean los conductores. El asno no se mueve. En tales momentos rómpese la carga, la custodia se eleva en el aire y la Santa Hostia aparece resplandeciente y más hermosa que el sol a la vista de los circunstantes. El Obispo Luis de Romañano, acude con el clero seguido de una muchedumbre inmensa de pueblo. Llegado allí se abre la custodia y cae; mas la Hostia Divina queda radiante y suspendida en el aire.
La multitud llena de asombro y religioso sentimiento exclama: ¡Señor, quedad con nosotros! ¡Nuevo prodigio!. La Hostia Santa poco a poco desciende hasta posarse en un cáliz que el Obispo tiene en las manos y en el cual con toda solemnidad la conduce a la catedral. En el lugar donde se efectuó el prodigio erigióse la iglesia intitulada Corpus Domini. He aquí el origen de la singular devoción que en Turín se tiene al Santísimo Sacramento. (Don Bosco, Storia Ecclesiastica).
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