domingo, 5 de julio de 2009

Quinto domingo después de Pentecostés.

(II clase, verde) Gloria, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad.
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El es nuestra paz: la sacamos de la cruz y del altar, para dárnosla mutuamente, con gesto de amor y de perdón.
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La epístola y el evangelio inculcan fuertemente el deber de la caridad fraterna. Seremos responsables ante Dios, no sólo de atentar contra la vida de nuestros hermanos, si lo hacemos, sino también de toda falta a su respecto. Debemos volver bien por mal y ser en todo tiempo obradores de paz. Hemos de sufrir, si es necesario, por la justicia y seguir sin perturbarnos la práctica del bien.
Sin esto no hay acceso a Dios. Nuestras relaciones con Dios ordenan nuestra actitud para con nuestro prójimo. Nadie es tan bueno como Dios; nadie ama como Dios ama. Por nuestra parte, también debemos estar llenos de compasión, de amor fraterno y de misericordia. Procuremos, pues, la felicidad de los demás, ya que se nos ha llamado a poseer en herencia la felicidad de Dios.
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INTROITUS
Ps. 27, 8 et 9 - Ps. ibid., 1
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Exáudi, Dómine, vocem
meam, qua clamávi ad te:
adjútor meus esto, ne derelínquas
me, neque despícias me,
Deus salutáris meus.
Ps. Dóminus illuminátio mea, et
salus mea, quem timébo?
V/. Glória Patri.
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Los textos propios de la Sancta Missa los obtienes aquí.

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