domingo, 21 de junio de 2009

Domingo dentro de la octava del Sagrado Corazón. Tercero después de Pentecostés.

“El cum invenérit eam, impónit in húmeros suos gaudens… (Y hallándola, la pone sobre sus hombros muy gozoso…” Sequéntia Sancti Evangélii secúndum Lucam (15, 1-10)
“Jesucristo sale muchas veces a buscarnos. El, que puede medir en toda su hondura la maldad y la esencia de la ofensa a Dios, se nos acerca; El conoce bien la fealdad del pecado y su malicia, y sin embargo “no llega iracundo: el Justo nos ofrece la imagen más conmovedora de la misericordia (…). A la samaritana, a la mujer con seis maridos, le dice sencillamente a ella y todos los pecadores: Dame de beber (Jn 3, 4-7). Cristo ve lo que esa alma puede ser, cuánta belleza –la imagen de Dios allí mismo-, qué posibilidades, incluso que “resto de bondad” en la vida de pecado, como una huella inefable, pero realísima, de lo que Dios quiere de ella”.
“Jesucristo se acerca al pecador con respeto, con delicadeza. Sus palabras son siempre expresión de su amor por cada alma. Vete y no peques más, advertirá solamente a la mujer adúltera que iba a ser apedreada. Hijo mío, ten confianza, tus pecados te son perdonados, dirá al paralítico que, tras incontables esfuerzos, había sido llevado por sus amigos hasta la presencia de Jesús. A punto de morir, hablará así al Buen Ladrón: En verdad, en verdad, te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso. Son palabras de perdón, de alegría y de recompensa. ¡Si supiéramos con qué amor nos espera Cristo en cada confesión! ¡Si pudiéramos comprender su interés en que volvamos!
“Es tanta la impaciencia del Buen Pastor que no espera a ver si la oveja descarriada vuelve al redil por su cuenta, sino que sale él mismo a buscarla. Una vez hallada, ninguna otra recibirá tantas atenciones como esta que se había perdido, pues tendrá el honor de ir al hombro del pastor. Vuelta al redil y “pasada la sorpresa, es real ese más de calor que trae al rebaño, ese bien ganado descanso del pastor, hasta la calma del perro guardián, que sólo algunas vez, en sueños, se sobresalta y certifica, despierto, que la oveja duerme más acurrucada aún, si cabe, entre las otras”. Los cuidados y atenciones de la misericordia divina sobre el pecador arrepentido son abrumadores.
“Su perdón no consiste sólo en perdonar y olvidar para siempre nuestros pecados. Esto sería mucho; con la remisión de las culpas renace además el alma a una vida nueva, o crece y se fortalece la que existía. Lo que era muerte se convierte en fuente de vida; lo que fue tierra dura es ahora un vergel de frutos imperecederos.
“Nos muestra el Señor en este pasaje del Evangelio el valor que para El tiene una sola alma, pues está dispuesto a poner tantos medios para que no se pierda, y su alegría cuando alguno vuelve de nuevo a su amistad y a su cobijo. Y este interés es el que hemos de tener para que los demás no se extravíen y, si están lejos de Dios, para que vuelvan.
Señor –canta un antiguo himno de la Iglesia-, has quedado extenuado, buscándome:// ¡Que no sea en vano tan grande fatiga! (Himno Dies irae)”.
Fuente: Francisco Fernández Carvajal: Hablar con Dios. Ediciones Palabra. 1992.

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