martes, 6 de enero de 2009

La Epifanía del Señor. Doble de 1ª clase, con octava. - Ornamentos blancos.

Cuando la Iglesia oriental, por decisión de Roma, dejó de celebrar en el día de la Epifanía (manifestación) la memoria del Nacimiento del Señor (trasladándola al 25 de diciembre), la festividad de este día tomo otros tres significados: el del bautismo de Jesucristo; el del milagro de las bodas de Caná, y, más especialmente, el de la venida de los Magos.
En unión de los reyes Magos ofrezcamos a Jesús nuestros corazones. Ellos ofrecieron oro, nosotros ofrezcámosle una ardiente caridad; ellos ofrendaron incienso, nosotros presentémosle oraciones puras y santas; ellos trajeron mirra, nosotros presentémosle humildad y mortificación sincera.
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S. Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthaeum. (Matth. 2, 1-12).
M. Glória tibi, Dómine.
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Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá, reinando Herodes, he aquí que unos Magos vinieron de Oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque nosotros hemos visto en Oriente su estrella y venimos con dones a adorarle. Oyendo esto el rey Herodes turbóse, y con él toda Jerusalén. Y convocando a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo les preguntaba en dónde había de nacer el Cristo. A lo cual ellos respondieron: En Belén de Judá, que así está escrito en el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ciertamente la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti es de donde ha de salir el caudillo que rija mi pueblo de Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, averiguó cuidadosamente de ellos el tiempo en que la estrella les apareció. Y encaminándolos a Belén les dijo: Id, e informaos puntualmente sobre ese Niño; y en habiéndole hallado, dadme aviso, para que yo también vaya a adorarle. Luego que oyeron ellos esto, partieron. Y he aquí que la estrella que habían visto en Oriente, iba delante de ellos hasta que, llegando sobre el sitio en que estaba el Niño, se paró. A la vista de la estrella se regocijaron por extremo: y entrando en la casa hallaron al Niño con María su Madre, y postrándose (se arrodilla) le adoraron; y abiertos sus tesoros, le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un aviso para que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.
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M. Laus tibi, Christe.
El Propio de esta Missa lo puedes obtener aquí.

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