Pasada la primera impresión de Navidad, la Iglesia nos invita hoy a ver en el recién nacido a nuestro"hermano mayor" por quien y en quien Dios Padre nos ha adoptado misericordiosamente por hijos suyos. Este Niño Divino que yace en el pesebre, un día salvará al mundo y reconquistará para nosostros la herencia del Cielo, que Adán nos había perdido. Pero hasta llegar a esa victoria definitiva, Jesús será perseguido y crucificado, en Sí mismo y en su Cuerpo místico, es decir en su Iglesia y sus miembros, o sea los bautizados; y en el mundo se formarán bandos, unos para defenderlo y otros para combatirlo. No extrañemos, por lo tanto, la confusión religiosa reinante.
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