jueves, 22 de enero de 2015

DEL SACRIFICIO DE LA SANTA MISA Y DE SUS EFECTOS.

Del sacrificio de la santa Misa y de sus efectos
Por San Juan Bautista De La Salle
El sacrificio es una acción en la que se ofrece a Dios una criatura, que es inmolada, es decir, destruida de alguna manera, para tributar a Dios el honor que se le debe y reconocer el soberano dominio que tiene sobre las criaturas. A la criatura que se inmola y destruye en el sacrificio se la llama víctima u hostia sacrificada y ofrecida a Dios.
La misa es un sacrificio; más aún, es la continuación del que ofreció Jesucristo a Dios, su Padre, en la cruz; porque Jesucristo, que murió en el Calvario, es quien se ofrece todavía a Dios en este santo y muy augusto sacrificio.
Aunque el sacrificio de la santa Misa sea el mismo que el de la cruz, y aunque sea su continuación, entre uno y otro existe, con todo, esta diferencia: que Jesucristo se ofreció en la cruz para satisfacer a la justicia de Dios por los pecados de todos los hombres, y con ese fin derramó su preciosa sangre; mientras que en la santa Misa no derrama ya su sangre, sino que se sacrifica al Padre eterno como víctima gloriosa, para aplicar a los hombres, por la virtud de este sacrificio, las gracias que les mereció mediante sus padecimientos y su muerte.
Como Jesucristo, al morir en el Calvario, satisfizo totalmente y más que suficientemente, por los pecados cometidos o que pudieran cometerse, este sacrificio, al haber tenido plenamente su efecto, y tenerlo aún, ya no era necesario que Jesucristo satisficiera por ningún pecado; y por lo tanto hubiera sido inútil que instituyera el sacrificio de la santa Misa, si este sacrificio no tuviera otros efectos ni otros frutos que el de la cruz. Pero las gracias que Jesucristo nos mereció con su muerte no se aplicaron inmediatamente, por la virtud del sacrificio de la cruz, a los hombres, para quienes fueron obtenidas.
Este fue el motivo por el que Jesucristo instituyó el sacrificio de la santa Misa y los sacramentos, para darnos a todos los hombres el medio de aplicárnoslas por medio de la participación en este sacrificio y mediante la recepción de los sacramentos.
Estas gracias, que nos fueron adquiridas por la muerte de Jesucristo Nuestro Señor, son muy numerosas y de diferentes clases; y por esto mismo el sacrificio de la santa Misa produce también copiosos frutos y diversos efectos, que se corresponden con las gracias cuya aplicación nos procura. Los principales frutos y beneficios de este sacrificio están expresados en varios pasajes del canon de la santa Misa, y son los siguientes:
1. El sacrificio de la santa Misa honra a Dios con el máximo honor que Él pueda recibir, porque es su propio Hijo quien le tributa este honor al aniquilarse y al destruirse, en la medida que puede, para gloria de Dios. Y quienes asisten a la santa Misa y tienen la dicha de participar en ella, también honran a Dios del modo más sublime que puedan hacerlo, mediante la unión que en ella tienen con Jesucristo.
2. Este sacrificio ofrece el medio de dar gracias a Dios por sus beneficios, de la forma más perfecta que pueda hacerse, al ofrecerle a su propio Hijo en acción de gracias.
3. Nos permite obtener de la bondad de Dios nuevos beneficios.
4. Este sacrificio libera a las almas que sufren en el purgatorio, o alivia sus sufrimientos, en la medida en que esas almas son aún deudoras a la justicia de Dios.
5. Remite la pena temporal debida tanto por el pecado mortal como por el pecado venial.
6. Obtiene la remisión de los pecados y la gracia de la conversión.
7. Atrae de Dios las gracias que se necesitan para preservarse de caer en el pecado.
8. Proporciona la gracia de abandonar los malos hábitos, por inveterados que sean.
9. Da fortaleza para abandonar totalmente todas las ocasiones próximas del pecado.
10. Otorga la gracia de la unión y de la reconciliación con el prójimo, si hubiera alguien con quien no se estuviese tan unido como se debiera.
11. Alcanza poderosa ayuda para cumplir debidamente las obligaciones del propio estado y para realizar todas las acciones de manera cristiana.
12. Es medio muy eficaz para conservar y recobrar la salud del cuerpo y los demás bienes temporales, cuando son provechosos para la gloria de Dios y para nuestra salvación.
13. Y, en fin, se puede obtener más fácilmente lo que se pide a Dios, y recibir más gracias asistiendo a una sola misa bien oída, que con todas las más santas acciones que se pudieran realizar.

Todos estos son efectos muy importantes; son los bienes y beneficios que la Iglesia pide todos los días a Dios para sus hijos en su sacrificio; y que deben impulsar a los fieles que desean alcanzarlos a asistir asiduamente a ella, incluso los días en que no hay obligación; a no estar en ella sino con las disposiciones necesarias para participar en ella; y a ponerse en disposición de alcanzar todos los días algunas de esas gracias, pidiéndoselas a Dios según la necesidad que de ellas tengan.

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