Notas preliminares:
a) La crítica al “nuevo rito” no puede ser una crítica a la misa en sí misma, pues ésta es el verdadero sacrificio de Nuestro Señor legado a su Iglesia, sino un examen sobre si se trata de un rito o ceremonial conveniente para encarnar y realizar este augusto sacrificio. (Nótese que la validez de una misa y la conveniencia de su rito son dos cuestiones diferentes, como resulta evidente en el caso de una misa negra.)
b) Es difícil, para quienes sólo han conocido la Nueva Misa, comprender de qué se han visto privados, y asistir a la Misa “latina” a menudo les parece demasiado lejano. Para ver diáfanamente de qué se trata, es necesario comprender con claridad las verdades definidas de nuestra Fe sobre la Misa. Sólo con esta luz puede valorarse un rito de la Misa.
¿Qué es la nueva misa?
Respondamos contemplando sus cuatro causas, como dirían los filósofos: causa intrínseca material (¿cuáles son sus elementos?), causa intrínseca formal (¿cuál es su naturaleza?), causa extrínseca final (¿cuál es su finalidad?) y causa extrínseca eficiente (¿cuál es su autor?).
a) Causa intrínseca material
¿De qué elementos consta el Novus Ordo de la Misa? Algunos son católicos: sacerdote, pan y vino, genuflexiones y signos de la Cruz, etc. Pero algunos son protestantes: una mesa, utensilios de uso común, comunión bajo las dos especies y en la mano, etc.
b) Causa intrínseca formal
El Novus Ordo Missae asume estos elementos heterogéneos formando una liturgia para una religión modernista que casaría a la Iglesia con el mundo, el catolicismo con el protestantismo, la luz y las tinieblas.
En efecto, la Nueva Misa se presenta a sí misma como:
– una comida, lo cual se aprecia por el uso de una mesa, alrededor de la cual se reúne el pueblo de Dios, ofreciendo pan y vino y tomando la comunión de vasijas vulgares, a menudo bajo las dos especies, y normalmente en la mano. Nótese también la casi completa desaparición de las referencias al sacrificio;
– la narración de un acontecimiento pasado, en voz alta, por parte de quien preside, que narra las palabras de Nuestro Señor como leídas en la Escritura, más que pronunciando una fórmula sacramental, y que no se arrodilla hasta haber mostrado la Sagrada Forma al pueblo;
– una asamblea, en la cual Cristo está tal vez moralmente presente, pero físicamente ignorado. El celebrante mira al pueblo desde donde debería estar el tabernáculo, que se pone en un lado. Justo después de la consagración, todos aclaman a quien se pide que venga; los vasos sagrados ya no están sobredorados; se ignoran las partículas sagradas: el sacerdote ya no une los dedos índice y pulgar, los vasos no están purificados, y con frecuencia la comunión se da en la mano; se reducen mucho las genuflexiones del sacerdote y el tiempo en que los fieles están arrodillados; los fieles asumen funciones que siempre correspondieron al sacerdote.
Más aún, la Nueva Misa se define a sí misma como:
la sagrada sinaxis o asamblea del pueblo de Dios reunido en común, bajo la presidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor" (Institutio Generalis, n. 7 del Misal Romano, 1969).
c) Causa extrínseca final
¿Cuál es la finalidad de esta nueva misa como rito?
La intención de Pablo VI respecto a lo que comúnmente se denomina la Misa, era reformar la liturgia católica de modo que casi coincidiese con la liturgia protestante (…) Pablo VI tenía la intención ecuménica de quitar, o al menos corregir, o al menos suavizar en la misa, todo lo que fuera demasiado católico en el sentido tradicional, para que la misa católica, repito, estuviese más próxima a la misa calvinista".1
Cuando comencé a trabajar en esta trilogía, yo estaba preocupado por hasta qué punto se estaba protestantizando la liturgia católica. Cuanto más detallado es mi estudio sobre la Revolución, más evidente me parece que ha sobrepasado el protestantismo y que su meta final es el humanismo".2
Esta última es una evolución lógica, si consideramos los cambios realizados, los resultados obtenidos y las tendencias de la moderna teología, incluida la del Papa.
d) Causa extrínseca eficiente
¿Quién hizo la Nueva Misa?
Es la invención de una comisión litúrgica, el Consilium, cuya luz y guía fue Mons. Annibale Bugnini (premiado en 1972 con un arzobispado por sus servicios), y de la cual también formaban parte como expertos seis protestantes. Mons. Bugnini (principal autor de la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium) tenía sus propias ideas sobre la participación del pueblo en la liturgia, y los consejeros protestantes tenían sus propias (y heréticas) ideas sobre la esencia de la misa.
Pero aquel cuya autoridad impuso el Novus Ordo Missae es Pablo VI, que lo promulgó con la constitución Missale Romanum (03-04-1969)… ¿o no la promulgó? En primer lugar, la versión original de Missale Romanum, firmada por Pablo VI, no menciona la obligatoriedad del Novus Ordo Missae, ni cuándo comenzaría ésta; en segundo lugar, las traducciones de la constitución traducen mal cogere et efficere [resumir y extraer como conclusión] por "dar fuerza de ley"; y en tercer lugar, la versión del Acta Apostolicae Sedis añade un párrafo “ordenando” el nuevo misal, pero en un tiempo verbal equivocado (pretérito), diciendo "hemos ordenado [praescripsimus]", es decir, refiriéndose a una obligación pasada (no promulgada)… ¡y nada más en el Missale Romanum prescribe, en todo lo demás permite!
Es verdad que Pablo VI quiso este misal, pero lo impuso de una forma dudosamente regular.
Juicio sobre la Nueva Misa
Teniendo en cuenta la Nueva Misa en sí misma, sólo con el texto oficial latino delante de sus ojos, los cardenales Ottaviani y Bacci pudieron escribirle a Pablo VI:
el Novus Ordo Missae (…) se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, cual fue formulada en la XXIII Sesión del Concilio de Trento" (25-09-1969).
Mons. Lefebvre concordaba plenamente con ellos cuando escribió:
la nueva Misa, aunque se diga con piedad y respeto a las normas litúrgicas (…) está impregnada de espíritu protestante. Lleva en ella un veneno perjudicial para la fe".
El ocultamiento de elementos católicos y la complacencia con los protestantes, que son evidentes en la Nueva Misa, la convierten en un peligro para nuestra fe, y en cuanto tal, mala en sí misma.
"Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 16): se nos prometió que la Nueva Misa renovaría el fervor católico, inspiraría a los jóvenes, recuperaría a los no practicantes, y atraería a los no católicos. ¿Quién puede hoy pretender que ésos sean sus frutos? Junto con la Nueva Misa, ¿no tuvo lugar más bien una dramática caída de la asistencia a misa y de las vocaciones, una “crisis de identidad” entre los sacerdotes, un declive en la proporción de conversiones y una aceleración en las apostasías?
Por tanto, tampoco desde el punto de vista de su causa final es católica la Nueva Misa. ¿Podremos al menos decir que el Novus Ordo es católico por haber sido promulgado por el Papa? No. La indefectibilidad de la Iglesia garantiza que el Papa no puede imponer a toda la Iglesia algo impío. Ahora bien, el Novus Ordo es impío, no está impuesto a la Iglesia (porque ésta sólo lo permite, y porque siempre puede decirse la Misa antigua: no está promulgado de forma regular, y no compromete la infalibilidad de la Iglesia. Por tanto, tal vez podamos convenir en denominarla solamente la liturgia oficial de la Iglesia Conciliar.
La validez de la Nueva Misa
Siendo esto así, ¿debemos decir que la Nueva Misa es inválida? Esto no ha sido demostrado, pero puede argüirse lo siguiente: por un lado, la Nueva Misa no está cualificada como rito católico; por otro, el celebrante debe querer hacer lo que hace la Iglesia; ahora bien, la Nueva Misa ya no garantiza por sí misma que tiene esa intención, la cual dependerá de su fe personal (generalmente desconocida para los presentes, pero más o menos dudosa a medida que avanza la crisis en la Iglesia). Por tanto, puede presumirse que estas misas son de validez dudosa, y más aún con el paso del tiempo.
Las palabras de la consagración, especialmente del vino, han sido falsificadas. ¿Se ha respetado "la sustancia de los sacramentos"? Este problema todavía es mayor en las misas celebradas en lengua vernácula, donde pro multis [por muchos] ha sido mal traducido como por todos los hombres. Algunos arguyen que este hecho tiene tal importancia que invalida estas Misas; muchos lo niegan. Pero esto acrecienta la duda.
La asistencia a la Nueva Misa
La Nueva Misa apenas puede decirse católica, y por tanto ni es obligatoria ni basta para satisfacer la obligación dominical. Debemos tratar la cuestión de la asistencia como si se tratase de una liturgia no católica (con la importante excepción de que el Novus Ordo no ha sido declarado no católico por la autoridad competente, lo cual significa que muchos que asisten a él no son conscientes de su nocividad y están exentos de culpa). Un católico no puede asistir a él, salvo con una mera presencia física, sin tomar parte en él positivamente, y sólo por razones familiares de fuerza mayor, como bodas, funerales, etc.
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