viernes, 24 de mayo de 2013

María Auxiliadora.


Nuestra Señora Auxilio
de los Cristianos
MARÍA AUXILIADORA
Esta fiesta fue instituida por Pío VII para perpertuar el recuerdo de su entrada triunfal en Roma el 24 de mayo de 1814, a la vuelta de su cautiverio en Francia, por obra y opresión de Napoleón I.
También tiene por objeto agradecer a la Santísima Virgen su protección continua, varias veces atestiguada con prodigios extraordinarios sobre el pueblo cristiano, en defensa contra moros, turcos, herejes y enemigos declarados de la cristiandad. En especial nos recuerda la insigne victoria de Lepanto, en que las armas cristianas, y sobre todos las españolas, derrocaron el imperio de los turcos, gracias a las universales Rogativas ordenadas por el Papa San Pío V. Este Santo Pontífice introdujo en la letanías lauretanas la invocación de “auxilio de los cristianos”.
Apóstol destacado de esta devoción mariana fue San Juan Bosco (1815-1888), fundador de los salesianos, que tanta ayuda recibió de María. Las hijas de Don Bosco, las Religiosas de María Auxiliadora, han propagado intensamente la devoción a esta advocación mariana y han rodeado a María, Auxilio de los cristianos, de apiñada y entusiasta juventud femenina, flor de sus colegios y liceos.
NOVENA DE CONFIANZA A MARÍA AUXILIADORA
Madre amable de mi vida, Auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus divinas manos.
Dios te salve María…
Tú que sabes mis congojas, pues todas te las confío, da la paz a los turbados y alivia el corazón mío.
Dios te salve María…
Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a Ti en vano, pues eres Madre de Dios y Auxilio de los cristianos.
Dios te salve María…
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección haya sido abandonado; animado con esta confianza, me presento a ti. ¡Oh Madre de Dios!, no desoigas mis súplicas; escúchalas y acógelas benignamente, ¡oh clemente, oh dulce Virgen María!
Pedir la gracia que se desea y rezar una Salve.
ORACIÓN
Omnipotente y misericordioso Dios, que para defensa del pueblo cristiano le has preparado de modo admirable un auxilio perpetuo en la bienaventurada Virgen María; haz que, después de luchar en esta vida confortados con tal auxilio, merezcamos la victoria sobre el maligno enemigo en la hora de la muerte. Por J. C. N. S.

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