martes, 28 de mayo de 2013

BREVÍSIMA HISTORIA DE LA PARROQUIA DE CASABLANCA.

La historia de la Parroquia de Casablanca se remonta a los tiempos de la Conquista de Chile cuando los españoles empezaron a buscar una ruta hacia el mar que les permitiera recibir los pertrechos indispensables para el proceso de la conquista desde el Virreinato del Perú, y enviar, además, relación de los acontecimientos a los Reyes de España, con el fin de que estos prosiguieran apoyando las incursiones por los territorios descubiertos. Es así como buscando hacia el poniente siguieron el curso del Valle de Curacaví, desembocando luego en un fértil valle que los naturales llamaban de Acuyo y que es la geografía en que actualmente se asienta la ciudad de Casablanca. Como es por todos sabido, los conquistadores desde un principio se hicieron acompañar por sacerdotes pertenecientes a órdenes religiosas, por cuanto uno de los propósitos de la conquista era la evangelización de las gentes que habitaban las tierras descubiertas. Los religiosos se encargaron de enseñar la doctrina cristiana a los naturales del lugar, esto es, los indios; por esto, el lugar donde se establecía este sacerdote o religioso se llamaba “doctrina” y el que lo atendía era el “doctrinero”.

La Parroquia de Casablanca fue fundada o erigida el 28 de mayo de 1680 por el Obispo de Santiago, Fray Bernardo Carrasco Saavedra, separándola de la Parroquia de El Salvador de Valparaíso, más conocida como La Matriz y que se ubica en el sector de la aduana de Valparaíso, y con la que limitaba el Cerro Alegre. Por otra parte, abarcaba lo que es hoy la Parroquia de Viña del Mar y la de Quilpué; por el sur, llegaba hasta Lo Abarca y Lo Zárate. Cabe hacer notar que la Parroquia de Casablanca se fundó antes que la ciudad. Esta fue fundada el 23 de octubre de 1753 por Don Domingo Ortiz de Rozas, Conde Poblaciones, con el nombre de Villa de Casablanca de Santa Bárbara de la Reina, en honor de la reina de España, doña Bárbara de Braganza, mujer de Fernando VI. Al parecer, luego de esta fundación, la Parroquia pasó a llamarse Parroquia de Santa Bárbara de Casablanca. En el primer libro de bautismos que comienza en 1697, en el encabezamiento de las partidas se dice: “En la Parroquia de Acuyo puse óleo y crisma...”, o “en la Iglesia Parroquial de Casablanca...” A partir de enero de 1757, las partidas de bautismos se encabezan del modo siguiente: “En Santa Bárbara de la Reina de Casablanca, en la Iglesia parroquial...”, o “En la Villa de Santa Bárbara de Casablanca...” Como dato curioso de carácter histórico cabe consignar que en los márgenes de las partidas de bautismo y en los libros de matrimonios, se identifica a “indio”, “español”, “mestizo” o “mulato”.

Desde 1680 con su primer párroco, don Pedro de Burgao y Véliz, hasta el presente, han sido curas párrocos de Casablanca una cincuentena de sacerdotes.
Respecto de la Iglesia parroquial, Casablanca, ha tenido varias; una de las más antiguas la levantó don Antonio de la Huerta (1748-1762). En su “relación de méritos y servicios” (Madrid, 8 de julio de 1762) se lee: “El Dr. Huerta sirvió durante dieciséis años el curato de Casablanca. Construyó allí una capilla, y cuando se fundó la Villa de santa Bárbara de la Reina, contribuyendo con dinero de su peculio, hizo la Iglesia Matriz que estuvo terminada antes de 1762...” El cura Ambrosi (1829-1834) hizo importantes reparaciones en el templo. Otra iglesia fue edificada por Fray Fernando López de Heredia (1851-1869). Probablemente, fue esta la que destruyó el terremoto de 1906. La actual fue construida después de este gran sismo que echó por tierra a Valparaíso y sus alrededores, comenzándose los trabajos de su edificación en 1908 aproximadamente, siendo párroco don José Miguel Galaz, tío del poeta casablanquino Alejandro Galaz Jiménez.
En el libro de inventarios y copias de escrituras, el presbítero Galaz escribió en 1908: “Al costado de la Casa Parroquial se encuentra un sitio ocupado por los escombros de la que fue iglesia destruida totalmente por el terremoto de 1906, en 16 de agosto, actualmente se demuelen los muros aún en pie que eran de ladrillo con barro, dentro se guarda el altar mayor de mármol, enteramente estropeado por la caída de la techumbre y muralla encima”. En el mismo libro, se encuentra la relación redactada con fecha 29 de noviembre de 1911 en que se da cuenta de la nueva construcción de la Iglesia Parroquial actual:

“La iglesia ha sido edificada sobre los antiguos cimientos y se la ha agregado el ábside del fondo. La construcción es de fierro y cemento armado. Mide cuarenta y siete metros de largo; diez metros de ancho; el alto general diez metros en los muros; dos capillas a los costados del presbiterio formando cruz de seis metros de ancho por seis de largo y siete de alto; a la entrada de la puerta principal hay dos capillas; una sirve de baptisterio y en la otra está la escala de subida al coro con tres descansos y plataforma arriba, toda de madera de pino y varanda (sic).

“El encielado de la Iglesia es de tabla de pino compuesta con tijerales armados al descubierto y consolas, formando arquería, estilo inglés. El piso del presbiterio, pórtico, capillas del frontis, pasillo del centro y de las puertas laterales, que forman cruz es de ladrillo de composición, negro y blanco, quedando cuatro cuadros, cuyo piso es entablado con raulí sobre durmientes de roble y soleras de cemento y con ventiladores; las dos capillas cabezales están entabladas con pino, como asimismo el cielo con tablas y soleras (...) de pino descubierto”.

En este mismo inventario el cura Galaz se refiere al altar mayor con estos términos: “El altar mayor es el mismo de precioso y rico mármol que existía antes, destruido por el terremoto y restaurado totalmente, imitando con yeso, cemento y pintura los pedazos de molduras o mármoles perdidos en los escombros”. Entre los católicos de Casablanca siempre ha sido una certeza, la tradición de que el altar de mármol de Carrara iba destinado a la catedral de Santiago; sin embargo, la carreta que lo llevaba quedó detenida en el valle de Acuyo y el altar fue a dar a la parroquia. Como dato significativo, en el nº 39 del inventario se indica de la existencia de “dos ángeles adoradores grandes de yeso pintados y /alas/ doradas de yeso, nuevos”. Pues bien, estos ángeles permanecieron en el templo hasta el terremoto del 3 de marzo de 1985, el que finalmente los destruyó. El presbítero José Miguel Galaz anotó el 9 de julio de 1915: “Con esta fecha hice entrega del presente libro de inventarios de la Parroquia de Casablanca y sus capillas de Lo Vásquez, Peñuelas, San José y Las Dichas a mi sucesor Pbro. Don Jerónimo Ordóñez”.

Monseñor Eladio Lazcano levantó la torre, que hasta hace poco era el único referente en altura de la ciudad. Los últimos grandes arreglos al interior del templo los efectuó el padre Jaime Ringeling. Este párroco dejó establecidas durante sus funciones varias capillas como la de la Villa Santa Bárbara en la ciudad, y las de Melosilla y La Vinilla, entre otras en la zona rural. En los últimos años, el templo se ha visto enriquecido, además, con dos hermosos vitrales laterales, uno dedicado a Santa Teresa de Los Andes, y el otro a San Alberto Hurtado.

Otro dato histórico interesante de consignar es que el 9 de junio de 1993 al tomar posesión de la diócesis de Valparaíso, monseñor Jorge Medina Estévez hizo su ingreso oficial a la misma a través de nuestra parroquia. Ese día fue recibido por el Obispo auxiliar de Valparaíso, monseñor Javier Prado Aránguiz y por el entonces cura párroco, Jaime Ringeling Leigh y el diácono Eddie Morales en una sobria ceremonia en el templo parroquial, en que el cardenal Medina oró ante el Santísimo y procedió a autentificar una nota testimonial. Terminado este acto, el cardenal se dirigió al Santuario de Virgen de Lo Vásquez y desde allí a la toma de posesión en la Catedral de Valparaíso. Al cardenal Medina le cupo el honor de anunciar al mundo la elección del Papa Benedicto XVI.

También desde el punto de vista histórico, nuestra parroquia y la ciudad misma están indisolublemente unidas a la figura de San Alberto Hurtado Cruchaga, pues como es bien sabido en los Perales de Tapihue pasó parte de su infancia el sacerdote jesuita. “Los cuatro años en Casablanca, más los largos períodos que pasaría luego en fundos de sus parientes, mantuvieron a Alberto Hurtado muy próximo a la vida campesina... Su costumbre de llamar patroncito a la gente en forma familiar /.../ tiene un obvio origen campesino”. Lo más probable es que, en más de una oportunidad, haya pasado a orar al templo parroquial en sus habituales visitas a casa de sus parientes en los campos de Casablanca.

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