martes, 24 de noviembre de 2009

La Oración.

Oración es levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes.
La oración es: mental y vocal.
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Oración mental es la que se hace ejercitando las potencias del alma.
Las potencias del alma son tres: memoria, entendimiento y voluntad.
En la oración mental: la memoria recuerda alguna verdad cristiana; el entendimiento reflexiona sobre ella, y la voluntad hace varios actos, como dolor de los pecados, propósito de confesarse y de mudar de vida.
El que hace bien la oración mental, aunque sea solo un cuarto de hora diariamente, conservará fácilmente la gracia de Dios.
Dice San Alfonso: “El que ora se salva; el que no ora, se condena”.
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Oración vocal es la que se hace con palabras exteriores, como cuando rezamos el Padre Nuestro.
En la oración vocal se debe evitar la precipitación.
Se debe orar con atención, humildad, confianza y perseverancia.
La distracción involuntaria no quita el mérito o valor de la oración.
Es necesario orar frecuentemente, porque Dios lo manda, y de ordinario sólo por medio de la oración concede las gracias espirituales y temporales que necesitamos.
Conviene orar al levantarse o acostarse y a menudo, especialmente en las tentaciones o peligros.
La oración bien hecha, nos alcanza siempre del Señor lo que pedimos u otra cosa mejor.
Jesucristo dijo: Pedid y recibiréis.
La oración que se hace pidiendo la salvación de la propia alma, tiene un efecto infalible.
Debemos pedir ante todo e incondicionalmente el perdón de nuestros pecados, la gracia de Dios y la perseverancia en ella hasta la muerte.
Los demás bienes hemos de pedirlos condicionalmente, esto es, si son para mayor gloria de Dios y bien de nuestra alma.
Cuando Dios no nos concede lo que le pedimos, es porque oramos mal, o porque pedimos cosas no conducentes a nuestro bien espiritual.
Debemos pedir en nombre de N. S. Jesucristo, como El nos lo enseña y lo practica la Santa Iglesia, quien termina las oraciones con estas palabras: “Por nuestro Señor Jesucristo”.
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Oración jaculatoria es una oración brevísima, por ejemplo: ¡Dios mío, os amo de todo corazón!,¡Antes morir que pecar!¡Virgen Santísima, ayudadme!, etc.
Conviene hacer muy a menudo oraciones jaculatorias, pues, son de mucha utilidad y un medio muy eficaz para vencer las tentaciones.
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Tomado de Devocionario, GALO MORET Pbro. S., 1931.

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