miércoles, 2 de septiembre de 2009

De la enseñanza de San Alfonso Mª de Ligorio,IX.

El lugar de la oración: “Desde luego debe ser retirado, según aquellas palabras del divino Salvador: Cuando te pongas a orar, entra en tu aposento, cierra las puertas y ora así a tu Padre (Mt. 6,6).
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“Dice San Bernardo que “el mismo silencio y la ausencia de todo ruido mundano lleva, casi forzosamente, al alma a pensar en las cosas del cielo”.
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“Según palabras del mismo Jesús, el silencio de nuestra habitación es un lugar muy indicado para la oración; pero el mejor lugar no hay duda que es junto al Sagrario, por estar en presencia de Jesús Sacramentado.
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“San Juan de Ávila afirmaba que para él no había sitio o santuario más devoto para orar que una iglesia donde estuviera Jesús en el Santísimo Sacramento.
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“Si se quiere orar bien es necesario añadir al silencio exterior el silencio interior, que no es otra cosa que el desasimiento de los afectos terrenos. Hablando de esas personas que tienen apegos mundanos, declaró el Señor a Santa Teresa: “Yo quisiera hablarles, pero las criaturas hacen tanto ruido a sus oídos, que no puedo hacerme oír ni un momento”. Pero de esto hablaré más detenidamente cuando trate de la soledad del corazón.
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El tiempo de la oración: “Escribe un autor que, comúnmente hablando, “el mejor tiempo para hacer oración es el de la mañana y el de la noche”. La mañana, sobre todo, en sentir de San Gregorio, es el tiempo oportuno para la oración; porque “cuando la oración se adelanta a los quehaceres, no encontrará el pecado entrada en el alma”.
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“Afirmaba el venerable padre Carlos Carafa, fundador de la congregación de los Píos Operarios, que un acto fervoroso de amor, hecho de madrugada en la oración, basta para mantener durante todo el día el fervor en el alma.
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“También por la noche es necesaria la oración, según aquellas palabras de San Jerónimo: “Que no tome el cuerpo su reposo sin haberse antes alimentado el alma”, por la oración, que es su verdadero alimento; por lo demás, no hay lugar ni tiempo que no sea a propósito para la oración, aun en medio del trabajo o del reposo; nada impide que levante entonces el espíritu a Dios haciendo actos de diversas virtudes; no consiste en otra cosa la oración”.
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De: Una sola cosa es necesaria.

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