jueves, 15 de octubre de 2009

Santa Teresa de Jesús, Virgen.

“Santa Teresa nos ha dejado constancia de cómo con la oración salen adelante los “imposibles”, aquello que humanamente parecía insuperable, y que el Señor a veces nos pide.
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“Más de una vez a lo largo de su vida escucho estas palabras del Señor: ¿Qué temes? Y aquella mujer –mayor, enferma, cansada- recibía ánimo para sus empresas y volvía a la brecha superando todos los obstáculos. Un día después de la Comunión, cuando su cuerpo parecía resistirse a nuevas fundaciones, oyó en su interior a Jesús, que le decía: “¿Qué temes? ¿Cuándo te he faltado Yo? El mismo que he sido, soy ahora; no dejes de llevar a cabo esas dos fundaciones” –se refería el Señor a Palencia y Burgos-. La Madre Teresa exclamó: “¡Oh, gran Dios, cómo son diferentes vuestras palabras a las de los hombres”. Y “así –prosigue la Santa- quedé determinada y animada que todo el mundo no bastara a ponerme contradicción”. Años más tarde escribirá de la fundación hecha en Palencia, que se presentaba llena de dificultades: “En esta fundación nos va todo tan bien, que no sé en que ha de parar”. Y en otro lugar: “Cada día se entiende más cuán acertado fue hacer aquí esta fundación”. (…) Nunca la dejó sola el Señor.
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“Es en la oración donde sacamos fuerzas para ir adelante, para llevar a cabo lo que el Señor nos pide. Y esto se cumple igualmente en la vida del sacerdote, de la madre de familia, de la religiosa, del estudiante…Por eso es grande el empeño del demonio en que dejemos nuestra oración diaria, o en la hagamos de cualquier manera, mal, pues “sabe el traidor que tiene perdida el alma que persevere en la oración y que todas las caídas que pueda tener la ayudan después, por la bondad de Dios, a dar un salto mayor en su servicio al Señor: algo le va en ellos”. Las almas que han estado cerca de Dios siempre nos han hablado de la importancia capital de la oración en la vida cristiana. “No nos extrañe, pues –enseñaba el Santo Cura de Ars-, que el demonio haga todo lo posible para movernos a dejar la oración o a practicarla mal”.
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“La oración es el fundamento firme de la perseverancia, pues “el que no deja de andar e ir adelante –enseña la Santa-, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración”.“Hagamos el propósito de no dejarla nunca, de dedicarle el mejor tiempo que nos sea posible, en el mejor lugar, delante del Sagrario cuando nuestros quehaceres lo permitan”.
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Fuente: Francisco Fernández Carvajal: Hablar con Dios. Tomo VII.

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