lunes, 9 de marzo de 2009

Jesucristo, autor de nuestra redención VI.

“Por otra parte, obrar de este modo, es glorificar a Dios, es rendirle un homenaje muy agradable.
“¿Por qué? Porque el pensamiento divino es que lo encontremos todo en Cristo, y cuando reconocemos humildemente nuestra debilidad y nos apoyamos en la fortaleza de Cristo, el Padre nos mira con benevolencia y con alegría, porque con eso proclamamos que Jesús es el único mediador que a El le plugo poner en la tierra.
“Ved cómo el gran Apóstol estaba convencido de esta verdad. En una de sus epístolas, después de haber publicado cuán miserable es y cuántas luchas ha de sostener en su alma, exclama: Libenter gloriator in infirmitatibus meis. Glorifícase en sus enfermedades, en sus debilidades, en sus luchas, en vez de quejarse de ellas; esto parece extraño, ¿no es verdad? Pero San Pablo nos da una razón profunda: Un inhabitetin me virtus Christi. “A fin de que no sea mi fuerza, sino la fuerza de Cristo, la gracia de Cristo que habita en mí, la que me haga triunfar”, y que a El se dirija la gloria.
“Notad ahora hasta dónde llega San Pablo cuando habla de nuestra debilidad: Non quod suficientes simus cogitare aliquid a nobis quasi ex nobis. Llega hasta decir que no podemos ni siquiera tener un buen pensamiento, un pensamiento que nos merezca algo para el cielo, por nosotros mismos, quasi ex nobis. No hay duda que cuando escribió estas palabras estaba inspirado por Dios; somos incapaces de producir un buen pensamiento que salga de nosotros como de su fuente. Todo lo que es bueno, todo lo bueno que hay en nosotros, todo lo que es meritorio para la vida eterna, viene de Dios por Cristo: Sufficientia nostra ex Deo est.
“Después de haber puesto de relieve vuestra flaqueza, añade San Pablo: Omnia possum in eo qui me confortat: “Todo lo puedo –omnia-, no por mí, sino en Aquel que me fortalece”; a fin de que toda gloria sea dada a Cristo, que nos ha merecido todo, y en quien todo lo tenemos”.
Fuente: Dom Columba Marmión: “Jesucristo, vida del alma. Conferencias espirituales. 1917.

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