sábado, 7 de julio de 2012

Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar. Capítulo 13: ¿Un nuevo Breviario?.




Día 10 de noviembre de 1962:

“El Concilio, mientras tanto, prosigue a buen ritmo sus tareas: hoy se ha cerrado ya el estudio de un nuevo tema: el del breviario. Un grave e importante asunto que afecta, sobre todo, a los sacerdotes, la “caríssima pars gregis” ("la más querida parte de nuestro rebaño"), como ha dicho ayer el cardenal Léger.
El breviario, la oración publica de la Iglesia, es la principal obligación de todos los sacerdotes del mundo, una de las columnas que sostienen la vida de la iglesia.
¡Y qué hermosa cadena de elogios se han tejido en torno a él en estas dos sesiones! He aquí algunos, según los refiere el comunicado oficial:
“El oficio divino constituye una fuente de gracias para la Iglesia toda; 
un medio de santificación personal; 
un vínculo de unión entre todos los sacerdotes del mundo; 
un manantial continuo de consuelo, particularmente -como demuestra la Historia reciente- para los sacerdotes que sufren persecución en las cárceles y campos de concentración; 
alimento del alma; 
sostén para los jóvenes sacerdotes en sus dificultades y preocupaciones, y para los ancianos, en sus achaques y decaimientos; 
una mina de tesoros escriturísticos y patrísticos para la diaria formación del clero; 
causa siempre eficiente de una vida más santa, de un trabajo apostólico más profundo y de una actividad más generosa y eficaz.”

Pero a pesar de todo ello -prosigue el comunicado-, “una buena parte de los obispos presentes desea que se realice una profunda y amplia revisión del breviario".
Craso error: si algo funciona no debe tocarse salvo si estás seguro que a pesar de los cambios seguirá funcionando y lo hará mejor de cómo lo hacía. Una revisión o reforma (que son cosas distintas) no es garantía de poder superar una recitación mecánica o puramente formalista de la oración de la Iglesia. El problema es de otra índole: es de orden espiritual.
“Si se hiciera una estadística -afirmó uno de los Padres- entre todos los que están sometidos a la obligación de recitar el oficio divino, se comprobaría qué inmensa potencia de oración representa, pero también se comprobaría con cuánta frecuencia se reduce a una multiplicación mecánica de palabras".
“Por ello -decía monseñor Garrone, arzobispo de Toulouse- el alma del obispo se siente preocupada. No se trata, ciertamente, de atentar contra un edificio tan venerable e importante como el del oficio divino. Pero los Pastores no deben desconocer las condiciones concretas de la vida y la carga apostólica de sus sacerdotes. Y esto no es amor a la novedad, es afán porque la oración sacerdotal se haga en la verdad. Que se haga para dar gracias a Dios y no como un formalismo ni, quizá, en una lengua mal asimilada"."Se trata -señaló otro Padre- de lograr un justo equilibrio entre la oración y la acción pastoral.”
En referencia al latín como “lengua mal asimilada” decir que esa cuestión es de orden intelectual y de formación. El clero, incluso en los países de misión, en aquella época poseía un conocimiento del latín que podríamos calificar de más que notable, por lo menos del escrito. Es cierto que no en todo el orbe católico los sacerdotes tenían una misma familiaridad con la lengua latina, pero esta formaba parte de su bagaje intelectual y pues afectivo. En cuanto a la traducción en uso de los salmos, ya Pío XII había encargado al cardenal Agostino Bea una nueva traducción de los salmos que estuvo en uso en los años 50, y aunque convertía los salmos en algo más familiar fue posteriormente descartada por la dificultad de encaje con el ritmo latino de los tonos gregorianos. En una palabra: era incantable.
“¿Cuáles son los problemas concretos que se presentan? El más importante afecta a la misma estructura del breviario: compuesto para la oración coral en los monasterios, en jornadas en que todas las horas del día se dedicaban a la oración, no se adapta -según numerosos Padres- a las necesidades presentes del sacerdote y -dice el comunicado oficial- “las últimas disposiciones han constituido más que nada una revisión de las rúbricas del breviario, y no resultan suficientes en el cuadro general de la reforma".
Eso no es del todo cierto: ya se había procedido a una gran simplificación y a un aligeramiento de las lecturas de Maitines (especialmente de la superabundancia de los oficios de 9 lecciones en las fiestas de los santos que primaban sobre el oficio ferial). Con la revisión de Juan XXIII lo más habitual eran los oficios de Maitines feriales de 3 lecciones. Eso representó un gran paso y un gran beneficio para el clero. Además se publicaba el Breviario en 2 volúmenes ( no en 4 y por orden estacional: primavera, verano, etc…), de un tamaño un poco mayor y además no ya en 2 columnas por página sino en la amplitud de la página.
“¿Qué postura tomará el concilio ante este anhelo de revisión? El esquema presentado a los Padres es, en este tema, más bien conservador. Se proyectan en él varios cambios de interés (una distribución de los salmos, no a lo largo de una semana, sino de varias: una revisión de los himnos, quitándoles cuanto tienen de extraño o de antiguas alusiones mitológicas: un repaso a las vidas de los santos, haciéndolas históricamente mas exactas y sustanciosas: una mejor distribución de los textos de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres). Pero -según este primer proyecto- el breviario quedaría fundamentalmente igual en su estructura, en su lengua y en su obligatoriedad”
Pues desagraciadamente no ha sido así: es cierto que el salterio se ha distribuido en 4 semanas, los oficios de maitines (lecturas), laudes y vísperas son ahora de tres salmos (en vísperas el tercero en ser recitado es ahora un cántico evangélico), pero en cuanto se refiere a los himnos no sólo se les ha quitado las alusiones mitológicas sino que prácticamente han desaparecido. En la edición en castellano, los latinos están a final como apéndice: ahora son poesías místicas y religiosas españolas o cantos populares en boga. Y pasa lo mismo en la edición francesa, italiana, alemana, inglesa… Pérdida irreparable. En la edición catalana, afortunadamente es al revés: se privilegian los latinos y en el apéndice final, himnos en lengua vernácula. Harina de otro costal es la lectura hagiográfica: se han suprimido casi todas sustituyéndolas por patrísticas o, si aquellos santos escribieron algo, por algún fragmento de sus escritos. En ese procedimiento estuvo muy presente el afán “desmitificador” que tanto se puso en práctica en aquellos años: todo parecían mitos y leyendas a suprimir. En cuanto a la lengua mejor no hablar: creo que sólo conozco a dos o tres sacerdotes que recen la “Liturgia Horarum” en latín. Si en el Seminario se hace en vernáculo ¿por qué uno se van a cambiar los costosos volúmenes de la Liturgia de las Horas? En cuanto a la obligatoriedad, pues como en todo: cuando se empieza con las recomendaciones más que con la “obligación bajo pena de pecado grave”, pues se abre un paso a la laxitud. En principio, y tras la supresión de Prima, con una hora menor de las tres existentes (ahora llamadas “intermedias”), parece ser suficiente. Después que si el Oficio de Lectura se puede rezar a lo largo del día y no obligatoriamente antes de Laudes, es decir que se puede postergar. Después que si con Laudes y Visperas es suficiente. ¿Al final, qué pasa? Cada uno hace lo que puede más que lo que debe…Y santa paz. Este es el auténtico resultado. Y muchos que la recitación la acabaron al salir del Seminario.
“ ¿Cuáles han sido las posturas de los padres ante este apartado del esquema? En cuanto puede juzgarse, tres: a), algunos Padres son partidarios de dejar el breviario como está; b), un segundo grupo -más numeroso- desea algunas pequeñas modificaciones, en la línea que señala el esquema, pero manteniendo fundamentalmente idéntica su estructura; c), un tercer grupo de Padres desea una revisión a fondo en la línea de hacer dos tipos de breviarios: uno en la forma del actual, para la recitación pública, y otro, más próximo a la lectura espiritual, con mayor cantidad de textos de los Padres del Nuevo Testamento y menor cantidad de salmos, para la recitación y lectura privada; un breviario que -como señaló uno de los Padres-, “se prestase menos a la recitación automática y fuera más provechoso para la propia formación del sacerdote y fuera un alimento de su predicación; un breviario -en fin- menos monacal y más pastoral".
¿Cuál de estas tres tendencias predominará? Esto sólo la hora de la votacion podrá resolverlo.
Pues ha predominado la tercera, clarísimamente. Como en las cuestiones siguientes predominó la lengua materna y la distinción entre partes obligatorias y aconsejables. Me gustaría subrayar la referencia a los días de mayor trabajo pastoral: los domingos y “los primeros viernes”. ¡Cuánto ha cambiado la Iglesia en medio siglo!
En torno a este tema central se agitaron otros varios: ¿conviene mantener el breviario en latín o sería preferible que cada sacerdote lo rezase en su lengua materna? ¿Conviene mantenerlo en su obligatoriedad íntegramente o sería mejor dejar algunas partes como obligatorias y otras como aconsejadas, pero de las que se podría prescindir en días de mayor trabajo pastoral, especialmente domingos y primeros viernes? Quizá en torno a estas preguntas la mejor respuesta fuese la dada por monseñor Yago, obispo de Abidján:
“No se trata de disminuir el tiempo de la oración, sino de encontrar el tiempo y el modo de rezar mejor. En esta época en que nos preocupa tan justamente el asegurar una participación cada día más activa de los fieles en la oración de la Iglesia, ¿cómo no buscaríamos los modos de conseguir lo mismo con la oración sacerdotal haciéndola o, mejor, volviéndola a hacer agradable?”
Después de la mayoría de comentarios que he realizado en este artículo algunos, con razón, podrían tildarme de derrotista y no saber apreciar los aspectos positivos de la reconversión del Breviario Romano en Liturgia de las Horas. Y tendrían razón, porque ha habido aspectos positivos.
En primer lugar, la mayoría de congregaciones religiosas de vida activa, con miembros con nula formación latina, la Liturgia de las Horas ha supuesto un enriquecimiento de su vida litúrgica. Antes se conformaban en rezar el Oficio Parvo de la Virgen y poca cosa más. También muchos laicos en las parroquias o en los movimientos nutren ahora su vida cristiana con el rezo de laudes y vísperas, cosa antaño menos frecuente, aunque no inexistente pues siempre encontrábamos laicos muy cualificados que lo hacían (existían también versiones “no oficiales” del Breviario en lengua vernácula). Sin embargo no ha proliferado el canto de vísperas en las parroquias, en las tardes de los domingos p. ej, como se suponía: son escasísimas las parroquias que lo hacen en comparación con las muchas que lo hacían antes de la reforma litúrgica. En otro orden de cosas, la vuelta a 4 volúmenes, demasiado grandes en lengua vernácula (totxos-ladrillos), dificulta el llevarlos consigo habitualmente como se hacía con el breviario.
Apreciaciones realistas, únicamente apreciaciones.
Dom Gregori Maria

viernes, 6 de julio de 2012

Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar. Capítulo 12: ¿Cambios en la liturgia de los sacramentos?.



A inicios de noviembre todas las discusiones sobre la liturgia sacramental habían concluido. Faltaban las votaciones, pero la marcha de los debates nos podía ya orientar sobre el tema. Se dibujaban seis líneas generales sobre las que iba a construirse la constitución en torno a este particular. Así las presentaba nuestro analista:


1) No tocará los aspectos dogmáticos ni jurídicos de los sacramentos, ya que esto corresponde a otros esquemas. Este estudiará sólo los aspectos pastorales y litúrgicos.
en esperarse decisiones concretas, sino más bien principios generales para cuya aplicación trabajarán después las comisiones de estudio a lo largo de varios años. Ningún cambio, pues, inmediato.
3) Las tres tendencias fundamentales que el esquema apoyará serán: a), sentido social de los sacramentos, subrayando la participación de la comunidad como tal en su recepción; b), esfuerzo por una mayor inteligibilidad de las fórmulas y de los ritos sacramentales; c), tendencia a la simplificación en todos ellos.
de esperarse una gran revolución en las rúbricas, La revisión de éstas se realizará con gran cautela para no perder viejos tesoros.
5) Puede esperarse una notable introducción de las lenguas vulgares en la práctica de los sacramentos, mucho más amplia que en la misa.
6) Se dará una mayor libertad a las conferencias episcopales para la aceptación o adaptación de los ritos secundarios.
Quizá lo que más nos interesa comentar son los tres pilares sobre las que se preveía la elaboración del esquema, a saber: el sentido comunitario de los sacramentos, la inteligibilidad de los ritos y la tendencia general a la simplificación de estos.
Notemos que las tendencias racionalistas de la cultura occidental habían hecho mella en la administración de los sacramentos. De ahí derivaban esas tres líneas a las que parecía tender el Sagrado Sínodo. En realidad no podemos censurar ese sentimiento, al parecer general, en los padres conciliares. De suyo la liturgia romana siempre había tendido a esos tres aspectos: vivencia comunitaria de los sacramentos y un fuerte acento tanto sobre la simplicidad como sobre la sencilla comprensión de las fórmulas rituales. De todo el amplio abanico de la Liturgia cristiana es sin duda alguna la liturgia romana la más austera y concisa de todas. No deja de ser lógico pues, que tras la amplia extensión misional vivida por la Iglesia en el siglo XIX, desde el seno mismo de ésta, surgiera la necesidad de un replanteamiento de la situación.
Siguiendo los comunicados oficiales y las noticias que llegaban desde el Aula conciliar, se vislumbraban algunos trazos fundamentales. Como es nuestra costumbre los plasmaremos tal como los presentó el P. Martín Descalzo para dar pie a algún comentario u opinión al respecto.
“BAUTISMO. - Se insistirá en el catecumenado de los adultos convertidos, siguiendo y perfeccionando el nuevo rito que reparte la ceremonia del bautismo -para los adultos- en siete días, como signo de una más solemne y meditada entrada en la Iglesia. Se tenderá a simplificar algunas ceremonias complicadas. Algún Padre ha pedido, por ejemplo, la supresión del triple soplo y del uso de la saliva, que hoy no resultan simbólicos para nadie. Es muy probable que se recomiende el bautismo hecho en público ante toda la comunidad parroquial, quizá reuniendo a todos los niños nacidos en la semana en una o dos ceremonias solemnes y comunes, como hoy se hace ya en muchas naciones de Hispanoamérica. Que se prepare una misa especial para el bautismo de adultos. Que se permita a los obispos de tierras de misión el añadir otros ritos y ceremonias, para que el bautismo de los nuevos convertidos sea una verdadera fiesta. Que se prepare una fórmula breve de bautismo para los sitios donde no hay sacerdote. Y… como dato curioso diremos que un obispo pidió que el bautismo se hiciera con agua caliente.” 
La recuperación del catecumenado cristiano fue obra del Papa Pío XII ante la intuición que los tiempos presentes conllevaría un aumento de adultos convertidos y no sólo en el estricto ámbito de las tierras de misión. Paradójicamente el actual ritual para la administración del bautismo a adultos está mucho más en consonancia con la tradición litúrgica romana (largo periodo catecumenal, escrutinios, exorcismos de catecúmenos, petición de los catecúmenos,etc…) que el reformado ritual de Bautismo, a mi entender, elaborado demasiado a la ligera. El mismísimo Papa Benedicto XVI ha dejado entrever que la actual petición del sacramento es demasiado “cosística” (¿Qué pedís? El bautismo) siendo más adecuada la tradicional (¿Qué pedís? La fe. ¿La fe qué nos otorga? La vida eterna.) El triple soplo posee el valor simbólico de una triple invocación al Espíritu Santo (pneuma: soplo-espíritu ) y forma parte de los exorcismos prebautismales (que se alejen los espíritus inmundos que tiene que entrar el Espíritu Santo) ; el uso de la saliva nunca fue simbólico en sí mismo pues eran rememorativo de un gesto del Señor, el recuerdo de la curación del sordomudo (rito del Ephettà: que significa “abríos”) y que expresa el deseo que el neófito un día escuche y profese la fe que de la Iglesia ha recibido. Afortunadamente este último rito prevaleció en la reforma pues es antiquísimo. En cambio desapareció el de la sal, que a partir de un juego de palabras latino, poseía los fundamentos de lo que se conviene en llamar “símbolo”: “Recibe la sal de la sabiduría que te lleva a la vida eterna” (sal-sabor-sabiduría que además significa conservación-perdurabilidad).
En otro orden de cosas los bautismos ante toda la comunidad parroquial son pastoralmente incómodos e inapropiados en su orden práctico: si a los tres cuartos de hora/ una hora de una misa dominical añadimos media hora larga de bautizos “en la misa”, los fieles se largan y protestan como tenemos experiencia todos los que tenemos cura pastoral. Al contrario el bautismo de varios niños en una misma ceremonia (como ya estaba previsto en el ritual vigente ya en 1962) realizado con decoro y solemnidad ya en sí mismo posee ese ambiente festivo que quizá buscaban los padres conciliares. De todas maneras, no es necesario que esa tendencia a la algazara festiva tras un bautismo deba tener lugar en el interior del templo: puede extenderse a un convite posterior más o menos bien preparado. Es curiosísima la petición del agua caliente: creo que había algunos padres de muy limitadas luces, pues la utilización de una resistencia eléctrica para calentar la gélida agua de la fuente bautismal era de uso común ya en los años 60. Al menos en mi parroquia.
“CONFIRMACION. - Es muy probable que este sacramento se administre dentro de la misa para mostrar su unión con la Eucaristía, que se le añada la renovación de las promesas del bautismo cuando se confiere a adultos. Que se insista en el papel de los padrinos y en su responsabilidad de cuidar la educación religiosa de los apadrinados, y para ello que se prohiba la costumbre del padrino común para cientos de niños, de modo que ningún padrino pueda serlo de más de dos confirmados. Que se recomiende la confirmación hecha en presencia de toda la comunidad parroquial.”
Todo y en todo de acuerdo. Aunque dejando la posibilidad, como de hecho se ha hecho, de administrarla en casos puntuales “fuera de la misa”. En lo que quizá no esté tan de acuerdo es la praxis instaurada en el posconcilio de administrar únicamente a adolescentes el sacramento (como un rito voluntarista de adhesión a la fe) como tampoco que se postergue después de la primera comunión rompiendo la secuencia lógica de los sacramentos de iniciación cristiana.
“PENITENCIA. - No habrá muchos cambios en la liturgia de este sacramento. Algún Padre ha pedido la abreviación de la fórmula de absolución y otros han pedido que se absuelva en lengua vulgar. Es probable que se busque una solución mixta que conserve el latín en su frase sacramental y permita en lengua vernácula las oraciones anteriores y posteriores. Algún otro Padre ha señalado cómo en este sacramento falta el sentido de fiesta que poseen todos los otros y ha pedido que, al menos algunas veces, se busque una fórmula de expresar la alegría de quienes han recuperado la gracia; sería una manera de volver de algún modo a la antigua absolución colectiva de los primeros cristianos.”
Este sacramento ha sido el más dañado a causa de la diversidad de fórmulas introducidas en el nuevo ritual y que fueron un coladero para las absoluciones colectivas que aún persisten en buena parte de la Iglesia. Yo no sé si se logró expresar el sentido festivo del sacramento, pero en lo que se refiere al sentido del pecado y del perdón sacramental ha representado un gravísimo perjuicio para fieles y sacerdotes. Sic et simpliciter.
“MATRIMONIO. - Este ha sido probablemente el sacramento más estudiado dentro del Aula. Es muy probable que el rito matrimonial se celebre dentro de la misa, entre el Evangelio y el Credo, y que se recomiende a los sacerdotes tener homilía siempre en las bodas. Se concederá una mayor autonomía a las conferencias episcopales para adaptar el rito a las costumbres del país, sobre todo en las tierras de misión, siempre que se respete la parte en que los cónyuges expresan su consentimiento. Se revisará la oración que señala, sobre todo, los derechos de la esposa, acentuando igualmente los del esposo. Los obispos misioneros han pedido que se pueda hacer ceremonia pública cuando, con dispensa del impedimento de disparidad de religión, se casa una cristiana con un pagano, dado que ésta es la única ocasión que muchos paganos tienen de conocer el cristianismo. Se ha pedido también que la liturgia del matrimonio exprese no solamente el deber de propagación de la especie, sino también la riqueza íntima del sacramento para los hogares, dado que, en la época en que la familia es directamente atacada, es necesario poner a plena luz el valor espiritual del matrimonio y del hogar familiar. Y se ha pedido, sobre todo, que se luche contra todo lo que tienda a crear un clima de superficialidad o mundanidad en este sacramento.”
Expresar únicamente que no siempre es posible celebrar el rito unido a la misa: ni la fe de los esposos ni de los asistentes lo recomienda. Y no por ello, al ser el matrimonio de derecho natural, puede ser negado a quien, conociendo el sentido del sacramento, lo pide libremente. Además en muchísimas parroquias se celebran cada fin de semana hasta diez bodas en los meses punta. Es bueno reiterar que la posibilidad de enriquecer el rito con costumbres locales era ya de índole común. Sobre todo lo demás expresar adhesión y total acuerdo. Únicamente referir que la elaboración y publicación del ritual de matrimonio en lengua castellana fue tan precipitada que olvidó y descartó las fórmulas en uso en España como apéndices del ritual y que eran de uso común (toledano, tarraconense o valentino…) Una posterior edición de hace pocos años los recuperó como 3ª formula.
“EXTREMAUNCION. - Es casi seguro que este sacramento se llamará en adelante "Unción de los enfermos" para quitarle ese tono de proximidad a la muerte, que espanta a muchos. Se aclarará que no es un sacramento de moribundos, sino de enfermos y que no tiene solo el sentido de preparar un alma para morir, sino también el de implorar la salud del cuerpo. Por ello, no se administrará cuando los enfermos estén agonizando, sino que podrá administrarse en toda enfermedad importante, aunque no haya peligro ni probabilidad de muerte. Podrá también aplicarse antes de las operaciones de alguna importancia y repetirse dentro de la misma enfermedad. Su liturgia probablemente se simplificará, y es muy probable que se mantengan solo dos unciones: la de la frente y la de las manos, suprimiendo las que se hacían en ojos, nariz, orejas y pies. Muchos Padres han pedido que se haga todo él en lengua vernácula.”
Nada obsta para el cambio de denominación. La historia sacramental así lo demuestra, así como la insistencia en los demás aspectos pastorales. Sin embargo el cambio en la fórmula estricta “Por esta santa unción y su piadosa misericordia, el Señor te perdone los pecados cometidos por el….” ( tacto, pensamiento, la escucha, las miradas, etc) implicaba reducir las unciones a dos. Esa insistencia es reduccionista y empobrecedora: a los que como simples monaguillos hemos asistido a tantas extremaunciones resultaba plásticamente claro lo que se estaba obrando. Nos quedaba oscuro lo de los “humores” (renales) pero de mayorcitos comprendimos que se trataba “de sexto”. No deseo comentar esa práctica común hoy en día de administrar una vez al año en cada parroquia el sacramento de la Unción de enfermos y a la que se apuntan todos los jubilados con la tarjeta de pensionista, la tarjeta oro de Renfe o la rosa de los Transportes Municipales. Mejor no hacerse mala sangre.
“OTROS SACRAMENTOS Y SACRAMENTALES. - Los otros dos sacramentos apenas se han estudiado. El de la Eucaristía, porque ya se ha revisado hablando de la misa. El del Orden, porque no parece que haya deseos de modificaciones importantes.
Entre los sacramentales se ha dedicado gran atención a entierros y funerales. El esquema desea para ellos un mayor espíritu pascual, una visión más serena y clara, menos fúnebre y parecida al dolor de los paganos. Algunos Padres han pedido, incluso que se quite el color negro. También se ha pedido la revisión de los cantos y oraciones, suprimiendo de ellos cuanto haya de terrorífico. Es probable que el Concilio aconseje a los sacerdotes que aprovechen estas concentraciones de fieles para predicar, explicándoles el sentido de la muerte cristiana.”
Tendríamos que dedicar más de un capítulo a comentar lo que ha representado el nuevo ritual de exequias en sus aspectos más positivos y negativos. De todas maneras el énfasis exigido por los Padres podría haberse canalizado de manera diferente en la Reforma. En cuanto se refiere al color de los ornamentos, son muchos los liturgistas ( entre ellos Mn. Pere Farnés) que encuentran inadecuado el color morado que ha comúnmente prevalecido sobre el negro (potestativo) en la reforma conciliar: el morado es color penitencial y la muerte no tiene esa índole. Por otra parte no creo que el ritual tuviera tantas cosas “terroríficas”, aspecto que no llegamos a descubrir ni siquiera en la suprimida secuencia del “Dies irae” cuya eliminación fue justificada por las imágenes paganas que decían contener (la Sibila,etc…) Hay algunos que confunden “gravedad” con terror. El resultado es que más que exequias cristianas algunas celebraciones se han convertido en ceremonias de beatificación y panegírico del finado.
Algunos Padres han propuesto la creación de algunos nuevos sacramentales. Un Padre italiano, por ejemplo, pidió un sacramental de la adolescencia, un rito litúrgico que les vinculase a la Iglesia en ese momento en que la vida se hace difícil para ellos, una especie de recuerdo más consciente de la confirmación.
Y también una ceremonia de puesta de largo como a los quince años celebran las adolescentes en Hispanoamérica. Y un sacramental para el final de la campaña turística en verano para los tour-operadores y los trabajadores de la hostelería. Y otra para el final del carnaval y otra para el inicio del curso escolar (especialmente para los tan maltratados profesores ….). ¡Faltos de luces no, simples como el mecanismo de un abanico…!
“ ¿Cuáles de todos estos proyectos serán realmente realizados? La votación de los Padres nos lo dirá. Lo que podemos saber ya desde ahora es que ningún esfuerzo importante por acercar los sacramentos a la comprensión de todos quedará sin hacerse. Y será un hermoso fruto conciliar.”
¿ Y que tendrá que ver todo este conjunto con la comprensión? ¡Cuantas barbaridades en nombre de la racionalidad y “de las luces”! 

Dom Gregori Maria

jueves, 5 de julio de 2012

Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar. Capítulo 11º: ¿Una Misa ecuménica?.



Antiguo y nuevo escudo-logotipo de los Misioneros del Verbo Divino
¿A qué jugaban los del Verbo Divino?
Se ha escrito mucho en las últimas décadas sobre el peso de los patrones teológicos europeos en la génesis y desarrollo de la llamada “Teología de la Liberación” en los países iberoamericanos. De todos es más que sabido como ésta corriente se engendró en las aulas y los pasillos de las Facultades teológicas de Alemania, Holanda o Bélgica de la década de los 60 y 70 y cómo algunas congregaciones religiosas fueron la correa de transmisión de sus dogmas y su praxis. Por otra parte, algunos también se han dedicado con mucho detalle y perseverancia a relatar como esa efervescencia ideológica norte-europea anteriormente había adquirido una importancia singular en la configuración de las tendencias que fueron definiéndose en el Aula conciliar. Bien podríamos en ese sentido hacer nuestra aquella imagen plástica ya famosa de un río Rin que afluye y desemboca en el Tiber ( “le Rhin se jette dans le Tibre” ).
Quizá se haya escrito menos sobre cómo muchos de los postulados que en nombre de los países de misión y de las culturas periféricas no-latinas fueron usados en la discusiones litúrgicas conciliares, en realidad habían sido elaborados por europeos procedentes de las diversas congregaciones misionales que estaban recibiendo una similar influencia ideológica centroeuropea y que, a través del inicial prestigio de sus institutos religiosos, adquirieron protagonismo en el Concilio.
El caso que hoy traigo a colación, el de los Misioneros del Verbo Divino resulta, a mi entender, paradigmático. Miembros de una maravillosa congregación misional holandesa fundada por San Arnoldo Jansen, tupida de santos , no escaparon en sus centros de formación a los influjos teológicos contemporáneos y de esa manera sus más válidos elementos, promocionados al episcopado por el ardiente celo misionero del venerable Pío XII, se convirtieron en los difusores del progresismo y de sus postulados pastorales, arraigados en una muy peculiar teoría eclesial de la inculturación de la fe.
Comparemos si no, las casi ingenuas apreciaciones de mons. Andrew D´Souza, obispo de Poona en la India, en su intervención, él oriundo de la región y heredero de la tarea misional portuguesa de los siglos XV y XVI, con las intervenciones de los misioneros del Verbo Divino, los religiosos Duschak y Kemerer, obispos respectivamente en Filipinas y Argentina.
Más que el “apasionante” desfile de tipos, como refiere Martín Descalzo, contemplemos la singular pasarela de elementos.
“ Siguen resultando interesantísimas las conferencias de Prensa: casi todos los días habla en alguno de los centros nacionales algún obispo para exponer sus sugerencias o las cosas que la experiencia le ha enseñado en su país. Es un desfile de tipos apasionante.”
Un obispo indio, monseñor D´ Souza, venía a descubrirnos lo difícil que es imponer las mismas formas, las mismas ideas para todos los pueblos. Nos decía, por ejemplo, que la comunión bajo las dos especies crearía problemas gravísimos en la India, ya que la Iglesia podría ser denunciada por distribuir vino gratuitamente. En cambio el rito matrimonial, tal y como hoy se hace, resulta ininteligible para los indios. Los anillos que se ponen a los esposos no significan allí nada. ¿Por qué en su lugar no usar la costumbre india de hacer un nudo entre el vestido del esposo y el de la esposa? ¿Y por qué en lugar de arras no podía ofrecer el esposo el tradicional plato de maíz?
De nuevo, la globalización ha dejado sin vigor la teoría de alianzas (“anillos que se ponen los esposos”) de mons. D´Souza : a cincuenta años vista desde su intervención, no hay país en el mundo que por influjo del cine americano no haya adoptado los patrones estéticos del matrimonio occidental. Y además calcado: no hay boda en la China o en Japón, en la India o en Indonesia en la que los jóvenes esposos, ellas y ellos, no lleven su vestido blanco y su traje con corbata o pajarita, no se intercambien las sortijas y corten la hermosa tarta de pisos para los invitados al final del convite. Y eso aunque para contentar a las familias más clásicas se complete la ceremonia con una típica celebración tradicional según las costumbres locales. En cuanto a la introducción de costumbres locales en el rito del matrimonio, la Iglesia que siempre ha sido sabia en estos particulares, ha ido adoptando otros gestos simbólicos propios del talante cultural de los diversos pueblos en los iba arraigando la fe: el mismo rito de las arras del que nos habla mons. D´Souza no pertenece al rito romano sino a las legítimas tradiciones hispánicas del que él mismo es heredero por la influencia portuguesa en la costa india. Como también lo son la velación de los esposos o añadir a la entrega de arras algún roscón o dulce típico que la mayoría de las veces acababa en la mesa del oficiante (véase párroco). De todos modos, reitero que creo que esa intervención esta movida por un auténtico celo apostólico y una más que evidente buena fe del buen obispo indio.
De otra dimensión y calado me parecen las de los dos misioneros del Verbo Divino.
“Un obispo filipino, monseñor Duschak, exponía una audaz teoría sobre la misa. Según él, no hay nada que hacer con la misa tal y como hoy se hace; es una acumulación de ritos latinos que, por mucho que se reformen, nunca tendrán un verdadero valor universal ¿Por qué no hacer un tipo de misa totalmente nuevo es decir, íntegramente tradicional, en el que simplemente se repitiera lo que Jesús hizo en la última Cena, tal y como Jesús lo hizo? Sería una "Misa ecuménica" que serviría de lazo de unión de todos los ritos en la fidelidad literal del Evangelio”.
¿Quién no reconoce aquí las teorías arqueologistas de nuestro amigo Lambert Beaudoin? Estas fueron las palabras exactas, traducidas al italiano de Mons. Duschak:
“È necessario istituire, al di fuori e al di là del rito latino, una messa ecumenica, ispirata alla Santa Cena, interamente celebrata in volgare, a voce alta e rivolti ai fedeli, in maniera che essa sia accessibile senza spiegazioni né commenti e sia accettabile da parte di tutti i cristiani al di là della loro specifica confessione. Perché il più grande concilio ecumenico della storia non dovrebbe dare l’ordine di studiare una nuova forma della messa, adatta gli uomini dei nostri tempi?”
No conozco con precisión como llevó Duschak a cabo la reforma litúrgica posconciliar en su diócesis, desde aquel momento hasta que en 1973 presentara la renuncia a su sede episcopal. Lo que sí puedo plasmar es una imagen de celebración eucarística en aquel “su” Seminario, cuya puerta de ingreso se encuentra flanqueada por un destacado busto de su persona. Una imagen vale más que mil palabras.
Cambiemos ahora de tercio y pasemos al otro, que matizando, plantea su cuestión a partir de presupuestos diferentes.
“Monseñor Kemerer, obispo de Posadas, planteaba el problema de tantos pueblecitos americanos a los que el sacerdote no llega más que una vez por mes o por trimestre. ¿No podrán tener un culto verdaderamente litúrgico, ya que no tienen misa? Él, en su diócesis, viene ya practicando hace tiempo una experiencia y con magníficos resultados. Se encontraba con el problema de que, en muchos de estos pueblos perdidos, las almas buenas se iban al culto protestante por la simple razón de que necesitaban hacer algún acto de servicio a Dios y no tenían culto alguno católico porque raras veces veían al misionero. El obispo, entonces, preparó un pequeño grupo de catequistas en cada pueblo que hacían un culto inspirado en la misa, en el que se incluían lecturas bíblicas y un sermón que cada semana mandaba escrito el prelado. Pero a todo esto le faltaba algo muy importante, que es lo que monseñor Kemerer quiere pedir al Concilio: la posibilidad de que estos seglares pudieran distribuir la comunión. El sacerdote podría consagrar formas para varias semanas y uno de estos seglares, ordenado de diácono, podría distribuir la comunión como hacían los diáconos en la antigüedad.
Aquí es necesario hacer algún “distinguo”. En lo que se refiere a las “celebraciones de la Palabra” nunca nadie ha podido imponer nada contrario a este deseo de alimentarse de la Escritura concretado en la escucha de diversos párrafos (o de las mismas lecturas de la Misa del día) alternada con cantos y más si cabe, completada con la lectura pública del sermón dominical escrito por el prelado. A la cual pudiera añadirse la recitación del Padrenuestro junto a otras oraciones guiando las almas hacia una “Comunión espiritual” no exenta de muchas gracias y fuente de altísimos dones divinos.
Cosa distinta resulta la cuestión de la comunión. Dice mons. Kamerer: “distribuida por seglares…uno de ellos ordenado de diácono”. O son seglares o son diáconos ¿en qué quedamos? Ya intuimos lo que sugiere y cuál el celo apostólico que aparentemente le mueve. Pero son cosas muy diferentes las propugnadas. Cierto que ambas son preludio de lo que después constituirían (y no sólo en los países misionales del Tercer Mundo) las famosas A.D.A.P. del Centre de Pastoral Liturgique de Paris (Asamblées dominicales a l´absence du prête ) y que a cuarenta años vista de su paulatina implantación, incluso en Europa, merecen ser revisadas con detenimiento. Y es necesario que así sea, tomando en cuenta todas sus vertientes y consecuencias: la “clericalización” de los seglares, las religiosas convertidas en “liturgas”, la proliferación de unos diáconos permanentes con poder omnímodo en las comunidades cristianas de las que surgieron y en las que residen y ejercen su ministerio, frente a los presbíteros y la responsabilidad pastoral confiada a ellos por los obispos. La influencia de la implantación de las A.D.A.P. en un letargo de la animación vocacional en las comunidades. Se pueden fácilmente preguntar ¿son realmente necesarios los presbíteros?
Veamos lo que respondió el Papa Benedicto XVI ante el obispo de Aosta mons. Giuseppe Anfossi, en la localidad valdostana de Introd, tras escuchar la preocupación ante la situación de los sacerdotes que al ser pocos “deben ocuparse de tres, cuatro y a veces cinco parroquias, y están agotados”. Era el 25 de julio de 2005 durante los días de descanso que el Santo Padre pasa en el Valle de Aosta:
“Creo que el obispo, juntamente con su presbiterio, está buscando la mejor solución posible. Cuando yo era arzobispo de Munich, habían creado este modelo de celebraciones de la Palabra sin sacerdote, para que la comunidad se mantuviera presente en su propia iglesia. Decían: cada comunidad se mantiene, y donde no hay sacerdote hacemos estas celebraciones de la Palabra. 

Los franceses encontraron la palabra adecuada para estas asambleas dominicales:  "en absence du prêtre" (en ausencia del sacerdote); pero, después de cierto tiempo, comprendieron que esto puede acabar mal, entre otras cosas porque se pierde el sentido del Sacramento, se realiza una "protestantización" y, en definitiva, si sólo hay celebración de la Palabra, puedo celebrarla también en mi casa. 

Recuerdo, cuando yo era profesor en Tubinga, al gran exegeta Kelemann ?no sé si conocéis este nombre?, alumno de Bultmann, que era un gran teólogo. Aunque era protestante convencido, nunca iba a la iglesia. Decía:  también en mi casa puedo meditar en las sagradas Escrituras. 

Los franceses cambiaron luego la fórmula de las asambleas dominicales "en absence du prêtre" por la fórmula:  "en attente du prêtre" ("en espera del sacerdote"). O sea, debe ser una espera del sacerdote; normalmente la liturgia de la Palabra debería ser una excepción el domingo, porque el Señor quiere venir corporalmente. Por tanto, esa no debe ser la solución. 

Se instituyó el domingo porque el Señor resucitó y entró en la comunidad de los Apóstoles para estar con ellos. Así comprendieron que el día litúrgico ya no es el sábado, sino el domingo, en el que el Señor siempre de nuevo quiere estar corporalmente con nosotros y alimentarnos con su Cuerpo, para que nosotros mismos nos convirtamos en su cuerpo en el mundo. 

Es necesario encontrar el modo de ofrecer a muchas personas de buena voluntad esta posibilidad. Ahora no me atrevo a dar recetas. En Munich proponía algo, pero no conozco la situación de aquí, que ciertamente es un poco diferente. Nuestra población es increíblemente móvil, flexible. Si los jóvenes hacen cincuenta o más kilómetros para ir a una discoteca, ¿por qué no pueden hacer cinco kilómetros para acudir a una iglesia común? Pero, esto es algo muy concreto, práctico, y no me atrevo a dar recetas. Sin embargo, se debe tratar de suscitar en el pueblo este sentimiento:  necesito estar con la Iglesia, estar con la Iglesia viva y con el Señor. 

Se debe dar esta impresión de importancia; si yo lo considero importante, esto crea también las premisas para una solución. Pero, excelencia, debo dejar abierta la cuestión en concreto.”
Y aunque parezca ridículo, recordemos la respuesta y la toma de posición reciente de aquellos dominicos holandeses sobre la eucaristía celebrada por seglares que han tenido influjo en los sectores más progresistas de la Iglesia como afirma un tal Juan Cejudo de las Comunidad Cristianas Populares
Aquí teneis la noticia de octubre de 2007 y en este Pdf una reflexión teológica progresista sobre la misma hecha en 2009, algunos meses después (si el sistema os advierte que el archivo puede resultar perjudicial , responded que ya lo sabéis, que Dom Gregori os ha advertido…)
De aquellos polvos, estos lodos… 

Dom Gregori Maria

miércoles, 4 de julio de 2012

Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar. Capítulo 10º: ¿Una conferencia divertida del P. Massili? Simplemente un "Flatus Vocis".



Pontificio Ateneo Sant’Anselmo en la colina Aventina
Notas del 3 de noviembre: 
“Hoy ha habido en la Oficina de Prensa del Concilio una conferencia que hará cosquillas a muchos. El Padre Massili, profesor del Instituto Internacional "San Anselmo", benedictino y experto de las comisiones conciliares, se ha soltado hoy el pelo hablando a quinientos periodistas. Ha sido apasionante, por la gracia que ha puesto a todas sus afirmaciones, sin detenerse en la frase valiente y aún picaruela. Me imagino que la Prensa de mañana recogerá todas sus palabras con punta y que esta punta picará a bastantes”
Vamos a ser nosotros serios y a recoger aquí las muchas cosas importantes que en esta conferencia se dijeron:
1º Objetivos de la reforma litúrgica del Concilio.
-Es ésta la primera vez que un Concilio se propone la reforma de la liturgia. Otros Concilios habían estudiado algún punto concreto, pero ninguno decidió coger el problema por sus raíces. Los tres objetivos más importantes son: la modernización de los ritos, la lengua litúrgica y la liturgia de los países de misión.
Comencemos por matizar la primera afirmación. No es verdad que el Vaticano II fuera el primer Concilio que se propuso una reforma litúrgica. El concilio de Trento fue un concilio reformador también en liturgia: abolió los ritos eucarísticos locales, respetando solo aquellos que atestaban de más de dos siglos de antigüedad (ritos mozárabe, lionés y ambrosiano) y estableció el rito de la ciudad de Roma conocido popularmente a partir de aquel momento como “Misa tridentina”, como rito de toda la Iglesia Latina. Además, y muy importante, confió al Papa la revisión del Misal y del Breviario. Sin citar todas las afirmaciones dogmáticas sobre los sacramentos y la recta administración de estos. Si eso no es coger el problema por sus raíces que venga Dios y lo vea. Proponerse, de entrada, como objetivos más importantes: la modernización de los ritos, la revisión de la lengua litúrgica y la liturgia de los países de misión es partir de prejuicios y de toma de posiciones predeterminadas e inamovibles. Todo parecía ya cocinado y parecía sólo buscarse la manera de servirlo al Sagrado Sínodo para que fuese apetecible. A eso se llama manipulación.
2º Afirma que el trabajo será difícil porque existen “muchos inmovilismos y errores muy difundidos y defendidos”.
Y cita algunos hechos históricos y alguna anécdota curiosa: de entre los primeros hace mención de la prohibición en 1611 del misal de Voisin traducido al francés y la difusión de prácticas de piedad durante el desarrollo de las acciones litúrgicas y como anécdota el hecho de que el “Veni Creator” y el “Credo” en la apertura del Concilio fuese cantado por la Schola y no por todos los obispos. Tales afirmaciones son torticeras: el misal de Voisin fue prohibido debido al contexto jansenista en el que se enmarcaba y la contención de las prácticas de piedad personal durante las celebraciones litúrgicas se habían redimensionado desde el pontificado de San Pío X y muy especialmente desde la “Mediator Dei” del venerable Pío XII, adquiriendo su justo peso. La vida litúrgica de la Iglesia durante el siglo XX se había visto enriquecida y elevada sobremanera. Podemos afirmar sin temor a exagerar, que en el transcurso de los últimos sesenta años el pueblo cristiano y el clero vivían un apogeo litúrgico. La pendenciera anécdota de la Schola demuestra cuán mal orientada e interpretada está la manoseada “participación activa” (actuosa participatio) de los asistentes a las celebraciones litúrgicas: como si todos debieran hacer todo.
3º El benedictino ahora pone la venda antes que la herida, justificando el camino que se va a emprender como acción del Espíritu Santo en la Iglesia . Estaban llevando a cabo una auténtica revolución pero la querían hacer pasar como una inspiración divina.
“No, no soy pesimista. Las ideas que hoy recoge el Concilio, y que probablemente proclamará, apenas nos atrevíamos a exponerlas hace unos años. Lo menos fuerte que pensaban de nosotros era llamarnos "revolucionarios de buena fe". Pero, cuando el Espíritu sopla, siempre se abre paso”
4º La liturgia está llena de “añadidos” que es necesario expurgar. Los ritos deben adaptarse a la mentalidad del momento.
“Lo primero que esta reforma ha de hacer es revisar uno por uno los "añadidos" litúrgicos. Muchos ritos no se adaptan a la mentalidad de hoy. El beso de paz, por ejemplo. Antiguamente todos se saludaban besándose; hoy sólo los parientes muy próximos se besan para saludarse. ¿Qué inconveniente habría en sustituirlo por un apretón de manos?”
La teoría de los “añadidos malsanos” ya pululó en la obra del P. Jugmann y en Guardini: es la famosa teoría del yeso que cubre los frescos originales que hay que restaurar. Esta tesis no tiene en cuenta que la liturgia es un organismo vivo que crece y se desarrolla y que nada que vive y pervive en la liturgia es ajeno a ella. En cuanto a la necesidad de constante adaptación de los ritos a la mentalidad contemporánea, nada más antitético antropológicamente con el concepto y la objetivo mismo del rito considerado en su esencia. Como ejemplo, el ejemplo: afirma Massili en aquel 1962 que ya sólo los parientes próximos se besan para saludarse. Pues nada ya más pasado de moda: hoy en día, cosa inimaginable hace 40 años, se besan chicos y chicas no solo al saludarse sino al ser presentados, al igual que señoras y caballeros, incluso de las clases altas o dirigentes políticos. Pero incluso chicos con chicos si se consideran jóvenes de una misma generación y aún sin conocerse (sin duda uno de los resultados de la influyente cultura gay de nuestros días: ¡uno es más moderno y más “cool” con un par de besos que con un “estrecho” apretón de manos!)
5ª: Un poco obsesionado con la “liberación” de todas las opresiones, como toda su generación, el profesor del Anselmiano hace una afirmación rozando lo ridículo. Dudo además que conociese algo sobre la génesis y el desarrollo de los símbolos.
“Luego habrá que liberarse de ritos que sólo se sostienen con un simbolismo vacío. El lavarse las manos en la misa, por ejemplo, antiguamente se explicaba porque el sacerdote bajaba a recoger las ofrendas de los fieles, pan, vino, frutos. Se lavaba les manos porque se las manchaba. Pero luego se suprimió la oferta de los dones y… se mantuvo el lavado. Pero, como así quedaba raro, se le buscó el simbolismo de una purificación, y para apoyar este simbolismo se puso el Salmo "Lavabo inter innocentes manus meas". Claro que en este salmo sólo el primer versículo alude a la purificación; pero, como no se iba a recitar sólo un versículo suelto, se puso todo el salmo”
6º Una de las cosas que más llaman la atención es el orgullo de saberse el interprete auténtico de cualquier cuestión y el mejor conocedor contemporáneo de la lengua latina. El ejemplo que ofrece es una hipótesis interpretativa no probada del intercalado “incentum istud” en la oración de bendición del cirio pascual.
“Sobre todo, habrá que librarse de los añadidos que provienen de falsas interpretaciones. Por ejemplo: en la liturgia del Sábado Santo se clavan en el cirio pascual cinco granos de incienso. ¿por qué? Porque en la oración de ofrecimiento del cirio se dice que se ofrece "incensum istud". En el Medievo, que no sabían mucho latin, este "incensum" (que era simplemente un modo de denominar al cirio) lo tradujeron por "incienso"" y pensaron que para que la oración tuviera sentido había que ponerle incienso al cirio”
7º Este si que es un benedictino paradójico: en el inicio de la década de los 60 lo encontramos ya absorbido por la cultura de la eficacia y la inmediatez entre rito y acción, entre acción y actitud. Hay que afirmar con rotundidad que no existe una lógica externa (humanamente comprensible “per se” y sin exégesis) entre todos los gestos litúrgicos: los ritos simbólicos poseen una sucesión propia fruto de una lógica interna ordenada y entonces asimilable). La formación litúrgica consiste en aprehender el sentido y la lógica de todos esos gestos.
“Y no digamos la necesidad de revisar las ceremonias paradójicas. El sacerdote dice a los fieles "Ite, missa est" ("marchaos, la misa se ha terminado"). Y luego les riñe si, marchándose, le obedecen, porque después de decir que la Misa se ha terminado, ésta sigue un rato más”.
8ª Obsesión por eliminar la duplicación y reiteración de gestos. Lo que él llama “acumulación de ceremonias”. Otra de las características de la cultura contemporánea: inclinación malsana a la practicidad. Ahora bien, todo ello con una apelación a la liturgia primitiva: de arqueologismo liturgico lo calificaría Pío XII en la Mediator Dei. Porque si en lo del misal debemos ir al siglo II ¿porqué no hacerlo para los ornamentos?, y ¿ por qué no en una sociedad secularizada abandonar los fastuosos templos e ir a celebrar en pequeñas comunidades en los domicilios?
“Sobre todo, habrá que estar atentos a revisar la acumulación de ceremonias, multiplicadas a lo largo de los siglos. ¿Qué vamos a pensar de esas ceremonias en las que el obispo gasta la mitad del tiempo en ponerse unos vestidos, quitarse otros, ponerse una mitra, quitársela, ponerse otra de otro color, primero vestidos blancos, luego morados? Son simplemente ceremonias mezcladas y llenas de repeticiones. ¿Y para qué andar cambiando el misal, primero a la derecha, luego a la izquierda, luego otra vez a la derecha? Nada de todo esto se hacía en la liturgia primitiva”
9ª El padre Massili pasa ahora a curiosas definiciones de “costumbre” y de “tradición” como si fueran del todo nuevas para la Iglesia y esta no hubiera sabido distinguir entre ambas durante el paso de los siglos. Sugiere que sea la Santa Sede y las comisiones de expertos los protagonistas de las reformas: en el fondo porque estas estaban ya decididas de antemano por ellos mismos y trata de validar la autoría. Sin embargo los más consecuentes con los principios instaurados serán absolutamente radicales: todo debe pasar por el tamiz de la propia comunidad a la que se sirve y debe ser adaptado “ad casum”. Este es el principio cimentador de la llamada “creatividad liturgica” instaurada en el posconcilio .
“Naturalmente, estas reformas no han de hacerse por el afán de reformar. Ni ha de hacerlas cualquier curita o cualquier grupo de seglares por su cuenta y riesgo. Dejar una costumbre para coger otra peor, sería un disparate. Sólo la Santa Sede y las comisiones de expertos decidirán cómo será el futuro. Habrá que distinguir bien las tradiciones de las costumbres, recordando siempre que la tradición no es tradición por la cantidad de años que haya durado, sino por la cantidad de espíritu que ha transmitido. El pasado venerable hay que respetarlo por lo que tiene de venerable, no por lo que tenga de pasado”
10º Al P. Massili más que reirle las gracias como se hizo en aquella conferencia lo que hubiera habido que hacer es sacarlo del mundo teórico de su monasterio y pasearlo por las parroquias católicas de todo el orbe terráqueo mostrándole así el maravilloso esfuerzo litúrgico de los últimos decenios, en el que parroquias rurales o de barriada con un auténtico e incansable esfuerzo litúrgico habían obtenido unos maravillosos frutos de arte y belleza litúrgica en una conjunción de gregoriano, música orgánica y canto popular digno de encomio y de admiración. Y explicarle además como no existe contraposición entre formas artísticas de alta categoría estética y valor apostólico: al contrario siendo el “pulchrum” (la belleza) uno de los valores universales a los que aspira el alma humana, este anhelo acaba erigiéndose junto a la aspiración a la verdad, a la justicia, a la bondad y a la unidad de todo lo creado, en un auténtico instrumento de evangelización. Además su discurso responde a un mal disimulado molde retórico.
“En cuanto al canto gregoriano, pensad que quien os habla es un benedictino que ha nacido prácticamente cantando gregoriano y que sueña que el gregoriano sea siempre celosamente conservado en nuestros monasterios. Pero todo esto no debe cegarme ni cegarnos. El gregoriano que hoy conservamos no nació del pueblo, sino en los monasterios. No es, por tanto en su conjunto, un canto popular, sino minoritario. Y toda su estructura es tal que nunca será popular en su mayoría. Hoy nadie discute la categoría artística del gregoriano, pero una cosa es una forma artísticamente válida y otra una forma litúrgicamente válida. La liturgia no es un arte y ha de juzgarse, sobre todo, por sus valores apostólicos, no por puras categorías estéticas. Por tanto, obsesionarse por mantener para el pueblo todo el canto gregoriano es tanto como resignarse a no tener canto litúrgico. El canto gregoriano debe ser seleccionado o sacrificado como canto de la colectividad. En mi opinión, debería mantenerse y fomentarse en los monasterios, Y para los fieles, conservar algunas de sus formas, las más sencillas, las más antiguas. Y buscar una nueva música popular, hecha quizá sobre bases gregorianas pero adaptada al pueblo.
En Cataluña por ejemplo, desde la decada de los 50, la Abadía de Montserrat y muy en concreto el P. Gregori Mª Estrada, había puesto al alcance de los fieles toda una producción de canto popular (por ejemplo, el llamado “Himnari del Fidels”) que rápidamente caló en el alma litúrgica del pueblo y que por su alta calidad musical, su entronque directo con el estilo gregoriano y su autoría, muchos con razón calificaron como de “paragregoriano”(por lo de Pare Gregori, para los que no lo hayan cogido…)
Como conclusión solo unas preguntas lanzadas al vuelo: ¿algún lector sabe que fue del benedictino P. Massili? ¿Produjo algún benéfico resultado su “divertida” conferencia?, ¿Dejó algún meritorio discipulado en el Pontifico Ateneo Anselmiano?, ¿Alguna aportación digna de mención y sujeta a examen? ¿O todo fue un “parlare per parlare” pero al fin y al cabo “senza sostanza? Más allá de las “gracietas”, las “valientes frases aún picaruelas”, ¿algo por lo que pasar a la historia de la liturgia o del pensamiento? Mucho me temo que nada de ello. Simplemente “flatus vocis”. 

Dom Gregori Maria

martes, 3 de julio de 2012

Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar. Capítulo 9º: Final de Octubre: entre el acuerdo absoluto y las mayores diferencias.



“¿Qué temperatura respira el Aula Conciliar?”. Pregunta y responde entre el 30 y el 31 de octubre de 1962, el padre Martín Descalzo:

“En esta segunda semana de diálogos podemos registrar un pequeño descenso de tensión. La primera semana, aún dentro de la más absoluta caridad, registró las posturas más opuestas. Desde la del Padre que opinaba que “alejarse del latín era caminar hacia el cisma” hasta la de quienes veían en el latín una barrera insuperable para todo apostolado litúrgico. Y, en medio, muchas posturas intermedias, casi la totalidad.
Los debates de esta segunda semana han registrado una mayor aproximación de opiniones, sin que esto excluya muy distintos modos de ver en cosas secundarias.
Así podemos registrar acuerdo absoluto en algunos temas tocados esta semana y mayores diferencias en otros."
ACUERDO ABSOLUTO:
1) La necesidad de subrayar que la misa es un acto de comunidad y no una simple devoción privada.
Sin embargo junto a esta afirmación, se recogen dos opiniones que rebosan sino mal espíritu si una malintencionada ambigüedad. La de Mons. Lercaro (en la fotografía) hablando de la Misa como de una “cocina familiar donde padres e hijos comen de una misma mesa” y la de Mons. Elchinger afirmando que ” sería terrible que un conservadurismo estrecho no tuviese en cuenta las necesidades y aspiraciones de la juventud actual. Muchos obreros se han alejado de la Iglesia porque su liturgia es para ellos prácticamente incomprensible.”
2) La necesidad de mejorar el ciclo de lecturas bíblicas, evitando evangelios repetidos y cuidando de que toda la Sagrada Escritura tenga entrada en la misa, aun a lo largo de varios años.
“Se ha señalado la necesidad de que la predicación y la comunión de los fieles formen parte integrante de la misa, como una unidad y que sería de desear que el Concilio insistiera para que no se separen la liturgia de la palabra y la del sacramento”.
Fueron el arzobispo de Florencia Mons. Ermenegildo Florit y el de Bolonia Mons. Giacomo Lercaro quienes insistieron especialmente en ello. También fue el cardenal de Bolonia quien defendió brillantemente en el Aula la conveniencia de las misas dialogadas, aunque no faltaron Padres que recomendaron prudencia en su uso para -como dice el comunicado oficial- “no quitar a los asistentes ciertos momentos de profundo recogimiento, que tanto favorecen a la piedad personal".
PUNTOS CONTROVERTIDOS
1)La comunión bajo las dos especies .
En el aspecto histórico fue defendida por el cardenal Alfrink. “Adoptándola -señaló-, daríamos un signo de fidelidad al Evangelio, siguiendo más a la letra lo que Cristo hizo en la Última Cena.” Esta misma postura fue defendida por el cardenal Agostino Bea, por razones ecuménicas: “los ortodoxos, que practican la comunión bajo las dos especies, verían en esto una vuelta a las tradiciones comunes, y los protestantes verían un esfuerzo de aproximación a la Biblia”.
Mas también hubo quienes lo veían desde otro ángulo. Lo encontraban difícil desde el punto de vista práctico, sobre todo en las grandes concentraciones de fieles y algunos temían, sobre todo que la adopción de las dos especies pudiera causar confusión en los fieles, que podían llegar a creer que la comunión con solo el pan no era del todo comunión.
¿Qué resolverán los Padres sobre este problema? La mayor dificultad que ven muchos es la práctica; es mucho más difícil e incómoda la comunión bajo las dos especies: no sería muy higiénico que muchos fieles bebiesen del mismo cáliz, y el procedimiento de mojar un trozo de pan en el vino, como practican muchos orientales, se prestaría a problemas con las gotas de vino-sangre que pudieran caerse. Por otro lado, ¿y los fieles a quienes repugnase el vino?
El problema es realmente complicado. Y por ello los mismos Padres que lo defienden no tratan de pedirlo para todas las circunstancias, ni para los días ordinarios, sino para algunas grandes fiestas comunes, el Jueves Santo especialmente, y algunas fiestas individuales, día de la boda, profesión religiosa, etcétera. “Esta misma rareza -piensan- despertaría más la conciencia eucarística de los fieles en esas circunstancias.” Y, por otro lado, aunque fuesen pocos días, esta aceptación agradaría a los ortodoxos, que mantienen la comunión bajo las dos especies, al aproximarnos a ellos en este aspecto de la liturgia. 
2)El punto más discutido haya sido el de la conveniencia de la concelebración
Muchos Padres lamentan la pérdida de esta hermosa ceremonia litúrgica que la Iglesia oriental conserva en todo su esplendor y que en los ritos latinos ha quedado reducida a la única excepción de la ordenación de sacerdotes y consagración de obispos. Adoptarla con carácter más amplio no sería ninguna novedad sino simplemente la vuelta a la primitiva tradición. Diversos oradores han recordado que en el siglo IV no había en Roma más misa que la del Papa, misa a la que todos los otros presbíteros se asociaban: que hasta la Edad Media estaba prohibido celebrar simultáneamente dos misas en la misma iglesia y que aún hoy, en el rito bizantino se prohibe decir dos misas el mismo día en el mismo altar.
Monseñor Khoury, arzobispo de Tiro, recordaba que la concelebración es esencialmente un acto comunitario, que es el acto del “sacerdocio” y no de tal o de cual sacerdote. También monseñor Cauwelaert, en nombre de todos los obispos de África, señalaba el valor que en este continente tienen todos los gestos que ligan unos hombres a los otros, y que por lo tanto, la concelebración sería para los africanos un espléndido gesto de vida comunitaria. Por otro lado, los misioneros, que viven siempre aislados, amarían el poder unirse en la concelebración de la misa en las ocasiones en que se pudieran reunir con sus obispos.
El mayor defensor de la concelebración ha sido el padre Sighard Kleiner (de Hauterive en Suiza) Abad General de los cistercienses, que, hablando en nombre de toda su orden y de todos los abades benedictinos y trapenses, hizo saber que todos los teólogos y abades de las Ordenes monásticas deseaban que la misa conventual pudiera ser una misa concelebrada. “La misa -dijo- es el eje del oficio divino de los monjes y, mientras estos participan todos en el oficio divino, en la misa tienen que quedarse realmente fuera, como si fueran simples seglares o, lo más, cantores.”
Otros padres han insistido en la conveniencia de adoptar la concelebración en algunas circunstancias. Lamentan, por ejemplo, que el Jueves Santo se queden sin celebrar la mayoría de los sacerdotes, y señalan lo útil que sería, en Ejercicios Espirituales o asambleas sacerdotales el que todos los sacerdotes reunidos se unieran espiritualmente en una misa dicha entre todos, rodeando el mismo altar, como hoy se hace entre los orientales. El obispo de Tarbes-Lourdes Mons. Pierre Marie Théas exponía el caso concreto de Lourdes, donde los sacerdotes tienen que esperar mucho tiempo para decir misa y la dicen a la vez en varios altares, lo que distrae la atención de los fieles. ¿Por qué no podrían todos los sacerdotes peregrinos decir para los fieles una solemne misa concelebrada?
PUNTOS DIVERSOS
Otros temas han ido surgiendo además en estos días:
Los obispos que piden que la Misa se pueda decir a cualquier hora del día
Los que piden que se simplifique aun más el ayuno eucarístico…
La necesidad de suprimir las clases en las funciones litúrgicas, así como la conveniencia de simplificar los vestuarios, quitando todo cuanto pudiera parecer lujo inútil (temas a partir de la preocupación social…)
Este es, por hoy, el estado de la cuestión de los temas más en candelero. Sobre todos ellos siguen manifestándose los Padres con la más absoluta libertad. Y esta diversidad de opiniones, lejos de resultar desedificante, es una de las cosas que más alegran a cuantos siguen el Concilio. Ayer, concretamente, recogía el cronista del “New York Times” la opinión de los observadores de las Iglesias separadas: “Gran parte de los observadores delegados -escribe- vinieron a Roma hace tres semanas convencidos de que iban a asistir a una exhibición de autoritarismo monolítico, Pero, en cambio, están asistiendo a una sorprendente demostración de libertad de expresión, para usar la palabra textual de uno de los observadores. Y todos ellos han manifestado que nutren un gran sentido de admiración hacia la Iglesia católica ahora que la han visto funcionar". Pocas noticias podían ser más alegres que ésta. 

Dom Gregori Maria

lunes, 2 de julio de 2012

VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA A SANTA ISABEL.


VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Apenas oyó Isabel el saludo de María, exultó el niño en su seno,
y fue Isabel henchida del Espíritu Santo.
(Lucas 1, 41)
No bien la Virgen hubo sabido, por boca del ángel, que Santa Isabel, su prima, iba a tener un hijo, se dirigió a las montañas de Judea para visitarla. Cuando estas dos santas mujeres se besaron, San Juan exultó de gozo en el seno de su madre y reconoció al Mesías que María llevaba en sus entrañas. En el mismo instante, San Juan Bautista fue purificado del pecado original y Santa Isabel henchida del Espíritu Santo.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VISITACIÓN
I. María te enseña hoy qué visitas debes hacer y cómo debes comportarte en ellas. Va junto a Isabel por caridad y urbanidad: por caridad, porque es para ayudar a Santa Isabel y santificar a San Juan; por urbanidad, porque era su deber visitar a su prima de más edad que ella. No hagas visitas sin que la caridad o la necesidad te obligue a ello; todo lo demás es superfluo o peligroso. Visita a los pobres, a los enfermos y a los prisioneros; es un deber de caridad.
II. ¿Cuál es el tema de las conversaciones entre María e Isabel? Apenas se saludaron, como se hace entre parientes, enseguida se pusieron a hablar de Dios. ¿Se parecen tus visitas a ésta? ¿Las burlas, la murmuración, la interpretación maligna de la conducta del prójimo, las palabras de doble sentido, la calumnia, no constituyen, acaso, el fondo de tus conversaciones? Señor, si se os amase en el mundo, no se conversaría en él sino de Vos. Desvía con habilidad los discursos malos que se tienen en tu presencia, y siempre di algo que pueda edificar a tu prójimo.
III. María regresó a su casa una vez que Isabel pudo prescindir de sus servicios. Suprime las visitas ociosas: cuanto más permanezcas en tu casa, tanto menos disipará tu devoción. Es difícil frecuentar las reuniones mundanas sin encontrar en ellas malos ejemplos; y éstos arrastran mucho más que los buenos. Nos sentimos inclinados a imitar a los malos y más fácilmente reproducimos los defectos de aquellos cuyas virtudes no podemos igualar (San Jerónimo).
La caridad.
Orad por las religiosas de la Visitación.
ORACIÓN
Dignaos, os lo suplicamos, Señor, acordar a vuestros servidores el precioso don de la gracia celestial, a fin de que esta fiesta solemne de la Visitación de la Santísima Virgen nos obtenga el acrecentamiento de la paz, así como su alumbramiento ha sido para nosotros el principio de la salvación. Por J. C. N. S.

domingo, 1 de julio de 2012

Fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.


ORACION
Omnipotente y sempiterno Dios, que constituíste a tu unigénito Hijo Redentor del género humano, y quisiste aplacarte con su sangre: rogámoste nos concedas de tal modo venerar con solemne culto el precio de nuestra salvación, y por su virtud ser preservados en la tierra de los males de la vida presente, que gocemos para siempre de su fruto en el cielo. Por N. S. J. C.
*
Al recordar la escena del Calvario, con la lanzada que atravesó el costado del Crucificado, la Iglesia trae a la memoria la sangre derramada de Cristo como signo del precio de nuestra salvación y del alcance infinito de su sacrificio.
Esta extraordinaria importancia de la Sangre redentora ha hecho que su memoria tenga un lugar central y esencial en la celebración del misterio del culto, ante todo en el centro mismo de la asamblea eucarística, en la que la Iglesia eleva a Dios Padre, en acción de gracias, el “cáliz de la bendición” (1 Cor. 10,16) y lo ofrece a los fieles como sacramento de verdadera y real “comunión con la sangre de Cristo”. El hecho de que no hubiera una fiesta propia de la Sangre de Cristo se debió a que primitivamente sólo se celebraban aniversarios o conmemoraciones de los acontecimientos salvíficos.
De una manera especial en el año litúrgico la Iglesia conmemora el misterio de la Sangre de manera que la memoria cultual de la Sangre que nos ha rescatado (1 Pe. 1, 18) está presente en el Tiempo de Navidad, a propósito de la circuncisión, y en el Triduo pascual, especialmente el Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz. En la reforma del calendario de 1969 se revalorizó su memoria en la solemnidad del Corpus, que pasó a denominarse del Cuerpo y Sangre de Señor.
En algunos lugares y Calendarios se empezó a celebrar una fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo el 1 de Julio, recordando de una manera especial el título de Redentor. Se celebraba ya en algunos lugares de España en el siglo XVI. Los Misioneros de la Preciosa Sangre, fundados en 1815 por San Gaspar del Búfalo, la incluyeron en su calendario propio como un misterio unido esencialmente a la Memoria Passionis. El Beato Pío IX Mastai-Ferretti cuando volvió a Roma del destierro de Gaeta en 1849 extendió esta fiesta a toda la Iglesia Latina. San Pío X Sarto la fijó el 1 de julio, y Pío XI Ratti la elevó a primera clase.
El Beato Juan XXIII Roncalli, devoto de la sangre del Señor desde su infancia, escribió la carta apostólica Inde a primis del 30 de junio de 1959 para promover su culto, en la que invitaba a los fieles a meditar sobre el valor infinito de esa sangre. En el año 1960 dispuso introducir en las letanías de la Bendición eucarística la alabanza: Bendita sea su Preciosísima Sangre.
En 1969 fue suprimida del calendario general de la Iglesia Latina por considerarse su contenido ya incluido en la fiesta del Corpus y fue reducida en el Misal Romano a misa votiva.


Ramón de la Campa Carmona
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