Esta fiesta recuerda la dedicación del templo en su honor en la vía Salaria de la ciudad de Roma. San Miguel Arcángel es el gran defensor de la Iglesia, el Príncipe de la milicia celestial; el que tiene la especial misión de presentar las almas al Señor en el momento de la muerte, poderoso intercesor contra el poder del demonio.
Su celo, su fidelidad para con Dios y su fortaleza inspiró valentía en los demás ángeles quienes se unieron a su grito de nobleza: "¿Quién como Dios?" –esto significa su nombre- ante el “Non serviam” de Satanás.
San Francisco de Sales decía que "la veneración a San Miguel es el más grande remedio en contra de la rebeldía y la desobediencia a los mandamientos de Dios, en contra del ateísmo, escepticismo y de la infidelidad." Precisamente, estos vicios son muy evidentes en nuestros tiempos. Como individuos, como naciones, como Iglesia, estamos en gran batalla espiritual. Es nuestro deber de amor usar todas las armas espirituales para batallar con amor, fortaleza y astucia. Acudamos con fe y confianza a su intercesión.
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Sancte Michael Archangele, defende nos in proelio, contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium.
Imperet illi Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude. Amen.
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