Confesor
n. 1581 en Landas, Francia;
† 1660 en París, Francia
(su cuerpo se mantiene incorrupto)
n. 1581 en Landas, Francia;
† 1660 en París, Francia
(su cuerpo se mantiene incorrupto)
Patrono de sociedades y trabajadores de caridad; hospitales y trabajadores de hospital; personas que necesitan o que brindan ayuda espiritual; voluntarios; leprosos; prisioneros; caballos. Se lo invoca contra la lepra y para encontrar artículos perdidos.
Quien diere a uno de estos pequeñuelos un vaso de agua fresca
solamente por razón de ser discípulo mío,
os doy mi palabra que no perderá su recompensa.
(Mateo 10, 42)
solamente por razón de ser discípulo mío,
os doy mi palabra que no perderá su recompensa.
(Mateo 10, 42)
¡Cómo hablar de todos los infortunios que este santo ha aliviado! Ninguno, al parecer, podría sustraerse de los ardores de su caridad. Expósitos, jóvenes extraviados, niñas en peligro de perderse, mujeres pervertidas, galeotes, cautivos de los moros, obreros inválidos, alienados, mendigos sin techo, todos los infortunados fueron objeto de su infatigable solicitud. ¡Cuántas obras ha fundado, cuántas se han establecido bajo su patrocinio después de su muerte! ¡Ah! ¡si un vaso de agua dado a un pobre da derecho a una recompensa, cuál no debe ser la gloria de Vicente en el cielo!
MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR AL PRÓJIMO
I. Dios promete recompensar a los que dieren por amor a Él un vaso de agua al prójimo. ¡Qué recompensa no dará a los que hayan hecho grandes limosnas y aliviado a sus hermanos en sus necesidades temporales y espirituales! ¡Cuántas ocasiones dejamos escapar de ejercer la caridad! Jesucristo nos pedirá cuenta de ello en el día del juicio. Parece que nuestra salvación depende únicamente del bien o del mal que hubiéramos hecho a nuestro prójimo.
II. Jesucristo mira como hecho a Él mismo todo el bien o todo el mal que hacemos a nuestro prójimo. Todos los cristianos forman un cuerpo cuya cabeza es Cristo; quien hiere los miembros hiere también la cabeza. ¡Cuál no sería tu dicha, si pudieses dar de comer a Jesucristo, vestirlo y consolarlo! Todo esto haces cuando realizas tus obras de caridad para con los pobres. Aviva tu fe a fin de ver siempre a Jesucristo en la persona de tu prójimo. Fácil te será entonces amarlo, honrarlo y hacerle el bien.
III. Parece que Dios ha querido hacernos dueños de nuestro destino cuando dijo, en varios lugares del Evangelio, que se nos tratará como nosotros hayamos tratado a nuestro prójimo. Se nos juzgará como hayamos juzgado a los demás; se nos dará si damos; se nos perdonará como hayamos perdonado. Así, pues, sobre nosotros mismos recaerá todo el bien o el mal que hacemos a los demás. ¡Cuán extraño, dice San Agustín, es ver a los hombres maltratarse recíprocamente! ¿Las otras creaturas no proporcionan ya bastantes ocasiones de sufrir?
|
La caridad para con los pobres.
Orad por las Conferencias Vicentinas.
Orad por las Conferencias Vicentinas.
ORACIÓN
Oh Dios, que para evangelizar a los pobres y realzar el brillo del sacerdocio cristiano, habéis revestido al bienaventurado Vicente de una caridad y una fortaleza verdaderamente apostólicas, haced, os lo suplicamos, que honrando sus méritos, seamos fortificados por el ejemplo de sus virtudes. Por J. C. N. S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario