Entre las Antífonas que, del 17 al 23 de diciembre, resuenan en los Oficios del Adviento, las más solemnes y más célebres son las llamadas "Grandes Antífonas", o "Antífonas O", por empezar todas con esa exclamación. Son como las últimas explosiones de las fervientes plegarias de Adviento, y los últimos y más apremiantes llamamientos de la Iglesia al suspirado Mesías.
Según Amalario de Metz, estas Antífonas son de origen romano, y probablemente datan del siglo VII. Fueron, en un principio, siete, ocho, nueve, y a veces, hasta diez y más ; pero desde Pío V se fijó en siete su número. En cada una llámase al Mesías con un nombre distinto: Sabiduría, Adonai, Oriente, Rey, Emmanuel (Dios con nosotros). Han sido vaciadas todas en un mismo molde literario y traducidas a una misma melodía musical, siendo, bajo ambos aspectos, composiciones clásicas. En las catedrales y monasterios, entónanlas cada día un canónigo o un monje distinto, revestido de pluvial y entre ciriales y repiques de campanas.
Antiguamente, al menos en las abadías, después del Abad y del Prior las entonaban por su orden: el monje jardinero, el mayordomo, el tesorero, el preboste y el bibliotecario, en atención a la afinidad que creían hallar entre cada uno de esos títulos y sus respectivos cargos. Servíanse de viejos cantorales, iluminados con miniaturas y perfiles simbólicos. Todo este aparato y el significado mismo de las Antífonas, llevaban a las Vísperas de estos días numerosos fieles, que mezclaban sus voces con las del clero y así disponían progresivamente sus corazones para las alegrías de Navidad.
Algún liturgista hace notar que las letras iniciales de estas Antífonas, invertidas, forman un ingenioso acróstico de dos palabras: ERO CRAS (estaré mañana), que es como la respuesta atenta del Divino Emanuel a esos siete llamamientos de la Iglesia.
Según Amalario de Metz, estas Antífonas son de origen romano, y probablemente datan del siglo VII. Fueron, en un principio, siete, ocho, nueve, y a veces, hasta diez y más ; pero desde Pío V se fijó en siete su número. En cada una llámase al Mesías con un nombre distinto: Sabiduría, Adonai, Oriente, Rey, Emmanuel (Dios con nosotros). Han sido vaciadas todas en un mismo molde literario y traducidas a una misma melodía musical, siendo, bajo ambos aspectos, composiciones clásicas. En las catedrales y monasterios, entónanlas cada día un canónigo o un monje distinto, revestido de pluvial y entre ciriales y repiques de campanas.
Antiguamente, al menos en las abadías, después del Abad y del Prior las entonaban por su orden: el monje jardinero, el mayordomo, el tesorero, el preboste y el bibliotecario, en atención a la afinidad que creían hallar entre cada uno de esos títulos y sus respectivos cargos. Servíanse de viejos cantorales, iluminados con miniaturas y perfiles simbólicos. Todo este aparato y el significado mismo de las Antífonas, llevaban a las Vísperas de estos días numerosos fieles, que mezclaban sus voces con las del clero y así disponían progresivamente sus corazones para las alegrías de Navidad.
Algún liturgista hace notar que las letras iniciales de estas Antífonas, invertidas, forman un ingenioso acróstico de dos palabras: ERO CRAS (estaré mañana), que es como la respuesta atenta del Divino Emanuel a esos siete llamamientos de la Iglesia.
Ofrecemos a continuación las melodias de las Antífonas:
17 de Diciembre, O Sapientia
18 de Diciembre, O Adona
19 de Diciembre, O Radix Jese
20 de Diciembre, O Clavis David
21 de Diciembre, O Oriens
22 de Diciembre, O Rex gentium
23 de Diciembre, O Emmanuel
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